Acompañar al otro en su dolor

duelo paula



Todo término de una etapa genera un cierto nivel de estrés que hace que estemos más alerta y vulnerables. Y final de año no es la excepción. Quienes hayan tenido un año positivo, quienes pudieron equilibrar lo bueno y lo malo, los que lo único que desean es que termine este 2021, todos tienen en común que se termina una etapa. Una etapa que probablemente empezó cargada de sueños, expectativas, miedos, alegrías e incertidumbres, y que ahora, que toca cerrarla, se asoma también como una pérdida, un mirar lo que ya no fue y lo que vendrá.

Inevitablemente el final de año nos invita a reflexionar en torno a nuestros diferentes aspectos, sobre nuestras ganancias, logros, pérdidas, encuentros y desencuentros. Estamos más proclives a mirarnos y también a encontrar espacios que nos permitan vincularnos afectivamente con otros. En ese sentido es que para quienes han tenido pérdidas, este tiempo es vivido -en muchas ocasiones- como una montaña que a ratos los hace quedar sin oxígeno. ¿Cómo vivir estas fechas a pesar de nuestro dolor? O quizás más importante: ¿cómo acompañar en estas fechas a esas personas que están sintiendo tanto dolor?

Soy de una generación en la que nuestros adultos, sin querer perjudicarnos, nos decían: “no llore”, “ya va a pasar”, “la vida es así”. Siendo psicóloga, en muchas ocasiones observo a padres y madres que por una cierta torpeza de querer que su hijo se sienta mejor y pase esa sensación desagradable, les dicen esas frases, aún cuando sabemos que lo más positivo es vivir las emociones, integrarlas y sentirlas, sin esconderlas, sino reconociéndolas, entendiéndolas y abrazándolas.

La vida nos da, nos quita y nos entrega la oportunidad de ir trazándola con un cierto control, sin embargo, son más los aspectos que no manejamos. Y eso es lo que las pérdidas nos hacen recordar, que cuando perdemos a un familiar o estamos viviendo un duelo y aparecen emociones como la tristeza, la rabia, la injusticia, la confusión, la melancolía, y también una profunda sensación de incomprensión y soledad, sentimos que los otros no entienden lo que estamos viviendo. Eso nos lleva a aislarnos y querer que “nos dejen en paz”, una necesidad válida y al mismo tiempo necesaria para integrar nuestro dolor, pero que nos puede dejar en un abismo capaz de crecer y terminar haciéndonos perder más.

La entrada de los “otros”, su comprensión, su respeto y “su estar cerca” nos permitirán recordar que esa sensación de soledad no se convierta en un estado. Es muy importante no apurarnos en nuestros procesos de duelo, pero al mismo tiempo tener cierta lucidez que nos permita pedir ayuda, sentirnos acompañados, contenidos y queridos, para que nuestro corazón vuelva a reencontrarse con nosotros mismos y con quienes queremos.

Para quienes acompañan en un duelo, aunque el deseo sea sacar (desde nuestra fantasía) ese dolor en un ser querido, el contener se reduce al “estar y escuchar”, a ser capaces de tolerar la presencia del dolor en las personas que queremos. Sin negarlo ni evitarlo, más bien entregando el mensaje de que estamos ahí para ellos, que su dolor dignifica, humaniza y permite crecer como ser humano. Tratemos de sostener a otros en su duelo sobrellevando su dolor sin proyectar el nuestro.

Acompañemos, mirémonos y no rehuyamos del dolor. Respetemos los tiempos de aquellos que estén sufriendo. No los dejemos solos en su pesar.

Hay acciones que pueden ser muy concretas y que pueden permitir vivir estas fechas con mayor paz y tranquilidad. Hablar de esa pérdida mostrando nuestras emociones, hacer pequeños rituales que permitan sanar ese duelo, compartir con seres queridos, elegir instancias para participar, evitar exponernos a situaciones que nos hagan sentir más vulnerables, darnos el permiso para no funcionar de manera tan eficiente, evitar sobrecargarnos con acciones que otros años generalmente las hacíamos o pedir ayuda, pueden ser un muy buen punto de partida.

Josefina Montiel es psicóloga clínica.

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