Activar la oxitocina (la hormona del amor) también depende de nosotros
Marianne Rojas Estapé, psiquiatra española, ha dedicado mucho tiempo a investigar sobre los efectos y cómo potenciar la Oxitocina, la llamada hormona del amor, esa que se activa en el organismo cuando recibimos muestras de confianza, cariño y afecto generándonos calma, serenidad y empatía. Al aumentar sus niveles tendemos a estar más atentos y disponibles para la generosidad, afectando positivamente al desarrollo de vínculos afectivos sanos.
Por otra parte, tenemos al cortisol, hormona que en momentos de estrés se activa y nos permite ponernos en alerta, algo muy importante para poder responder en ciertas ocasiones de manera eficiente. Por ejemplo si estamos caminando de noche y alguien nos sigue, el susto que sentiremos hará que nuestro corazón lata más fuerte, comenzaremos a sudar un poco más y nos pondremos en disposición para escapar del peligro, muchas veces sin pensar. Todo gracias al cortisol.
Estamos aún viviendo en pandemia. Aún nos acompaña la incertidumbre, los miedos, las emociones desagradables y las preocupaciones, trayendo importantes efectos sobre la salud mental. Chile no se destaca por tener índices favorables, menos después de una crisis sanitaria que vino a remecernos y a empeorar esas cifras. La restricción de poder encontrarnos con nuestros seres queridos, el miedo a la propia enfermedad, las cifras de enfermos, la inasistencia a los colegios, la inactividad física, entre otras muchas cosas, nos han impactado mentalmente. Se afectaron nuestras rutinas y hubo un impacto notable en nuestro ánimo, aumentando la sensación de angustia, ansiedad, irritabilidad, miedo, tristeza e incertidumbre. Las consultas psicológicas y psiquiátricas aumentaron en al menos un 30%, colapsando el sistema y no pudiendo responder a las necesidades de los ciudadanos. A esto se debe sumar que cada vez vivimos de una manera más exigente y acelerada, sin darnos espacios para la reflexión y la pausa, esforzando a nuestro cuerpo a estar a la altura para responder a este sistema de vida, sin darnos cuenta de las consecuencias que tiene para él.
Todo lo anterior, en mayor o menor medida, nos deja en una situación de vulnerabilidad emocional que hace que en nuestros cuerpos haya un alto nivel de cortisol, ya que desde el contexto y el medio social percibimos una amenaza y por ende debemos responder de manera activa para protegernos. Algo interesante y que es importante tener en cuenta, es que el nivel de cortisol aumenta no solo cuando hay riesgo objetivo, sino cuando nuestra mente imagina o asocia un riesgo, sea real o no. Es decir, nuestras preocupaciones, miedos e inquietudes mentales son activadores de esta hormona y tenemos menos control para gestionarlos, ya que muchos de ellos aparecen de manera irracional. Todo esto, trae como consecuencia que nuestro cuerpo esté infectado de cortisol, como expone Rojas, tomando entonces, la oxitocina un rol protagónico para poder sopesar y regularlo.
Es frecuente que escuchemos hablar de la oxitocina cuando las mujeres se encuentran en la etapa del parto o lactancia, ya que es en ese momento entre la madre y el hijo que se produce en grandes niveles. La doctora Rojas, sin embargo, plantea que los seres humanos somos capaces de promover su producción e incentivar su segregación con actos conscientes, logrando así muchas veces contrastar momentos de alto cortisol en nuestro cuerpo y por ende pudiendo equilibrar y controlar nuestro estado de alerta, ese que puede producir una sensación de importante malestar. Lo interesante es que esto lo podemos lograr sin necesariamente estar amamantando, sino con acciones prosociales basadas en el amor hacia los otros, por ejemplo realizando muestras físicas de afecto y escuchando atentamente o haciendo que otro se sienta acogido. Si interiorizamos esto para darnos cuenta cuando nuestro cuerpo está innecesariamente con altos niveles de cortisol y logramos activar la oxitocina -tanto en nosotros como en los otros-, podremos bajar la sensación de malestar y responder de manera más adecuada a los estímulos del medio en un clima más afectivo. Claro que esto no es magia y que puede ser en ciertas ocasiones muy difícil, pero sí lo podemos intentar y practicar.
Al tomar conciencia de nuestro sistema y experiencia de vida de este último tiempo, podemos realizar acciones -tanto para nosotras como para nuestros seres queridos-, que permitan tener presente la importancia de activar la oxitocina para generar un mayor bienestar.
Rojas recomienda ciertas prácticas que nos pueden ayudar a aumentar la producción de oxitocina:
- Abrazar a alguien por ocho segundos.
- Mirar a los ojos atentamente cuando alguien nos habla.
- Alegrarnos por los otros cuando nos exponen un logro o algo que les es importante.
- Escuchar activamente y con atención desplegando toda nuestra empatía hacia la otra persona.
- Buscar la compañía de aquellas personas que nos provocan un aumento de oxitocina y evitar quienes nos aumentan el cortisol.
- Evitar gritar a los niños/jóvenes. El gritarle a otro, genera un importante aumento de cortisol en el receptor, ya que se siente amenazado y con mucho miedo. Al estar molestos, lo mejor es buscar una técnica que permita parar, pensar en opciones de reacción y actuar. Buenas ideas son salir a tomar aire, dejar que la pareja intervenga, tomar conciencia de nuestra respuesta física cuando levantamos la voz o estamos enojados, entre otras.
- Darnos cuenta de cómo la tecnología -a pesar de sus beneficios- nos mantiene atados, alertas y atentos a las aplicaciones de redes sociales y sus notificaciones. Evitar la sobreexposición para así no ser presos de estar pendientes de lo que pasa en las redes sociales. Es muy importante reconocer esto para buscar sensaciones placenteras en otras instancias como estar con la familia, amigos, hacer deporte, compartir, etc.
Josefina Montiel es psicóloga clínica. Instagram: @ps.josemontiel
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