Catalina Silva (20) creció en la Región de Aysén; primero en Villa O’Higgins –ubicada en la desembocadura del río Mayer al lago O’Higgins, de donde proviene su familia originalmente– y luego, cuando terminó la enseñanza básica, en Coyhaique, ciudad a la que se iban todos los adolescentes de su pueblo, dado que el colegio solo llegaba hasta octavo básico. Recién cuando terminó el colegio decidió irse a Santiago, donde actualmente estudia biología con mención en medioambiente en la Universidad de Chile.
Su lugar de origen es algo que le gusta mencionar cuando se presenta, porque es, según cuenta, el factor impulsor de sus acciones cotidianas. Es también, en sus palabras, lo que la inspira a tomar la bandera de lucha por la crisis climática y el medioambiente y, a su vez, lo que la motivó a estudiar una carrera que busca ver de qué forma podemos interactuar con la naturaleza para vivir en sintonía. Por último, el hecho de haber crecido en la Patagonia y haber pasado, ya de más grande, largos periodos de tiempo ahí, totalmente desconectada y pudiendo presenciar los cambios al ecosistema, es también lo que la hace sentir que es su deber democratizar esta información. Por eso Catalina, que además tiene un padre geógrafo y una madre amante de la naturaleza que siempre la han apoyado, supo a los 17 años que esta sería su causa; fue de hecho luego de conocer la Agenda 2030, iniciativa impulsada por las Naciones Unidas para trazar los objetivos de un desarrollo sostenible. Fue también ahí que se incorporó al proyecto impulsado por América Solidaria, Unicef y Cepal, llamado ConCausa (concausa2030.com), cuyo objetivo era y sigue siendo el de poder brindarle a jóvenes y adolescentes del continente una plataforma a través de la cual pudieran desarrollar sus propuestas e iniciativas de innovación social en conjunto a sus comunidades.
“Fue en esa época que me di cuenta de que estaba todo conectado; en la Agenda 2030 se hablaba de cómo superar la pobreza y cómo alcanzar la paz mundial, todos objetivos que estaban interrelacionados. Porque si lo pensamos, ¿cómo alcanzamos la equidad de género, por ejemplo, si como humanidad no respetamos a todo organismo viviente? Ahí me sumé a la red de adolescentes ConCausa, la mayoría tenían 15 o 16 años y estaban liderando proyectos increíbles. Eran todos jóvenes reflexivos y motivados pero que se encontraban con un tope; no se les escuchaba. Porque en Chile votas a los 18, pero antes de eso no tienes voz”, dice. “Muchos de nosotros estamos afligidos, sufrimos de esta ansiedad climática y vemos que las cosas no cambian y que no tenemos mucha opción. Eso es lo que ha hecho que las juventudes levantemos la voz y presionemos. Si no se puede ir a una urna o un cabildo porque en esos espacios no toman en cuenta nuestra opinión, solo nos infantilizan, tenemos que encontrar la manera de que los que toman las decisiones nos escuchen. En ese sentido, ConCausa nos entregó un espacio que ni las escuelas ni los ministerios nos entregan”.
A una semana de que la ONU publicara un informe de más de 4.000 páginas en el que se advierte que la realidad actual del cambio climático es casi irreversible, y que sus consecuencias se están manifestando en todas las regiones del planeta; y a cuatro días de que la Comisión Ambiental de Coquimbo votara a favor del proyecto minero Dominga (en la comuna de La Higuera y cerca del Archipiélago de Humboldt, un conjunto de ocho islas e islotes que resguardan uno de los ecosistemas más ricos del mundo), hablamos con Catalina para saber si se trata de un tema generacional o más bien propio de la juventud, independiente de la época, y de qué manera se puede incidir en la toma de decisiones, incluso cuando aún son pocos los espacios que toman en cuenta las voces de la juventud.
¿Cómo es ser parte fundamental de los impulsores de este proceso transformacional pero a su vez quedar fuera de la toma de decisiones respecto a temas que los afectan directamente?
Todos los temas tienen su momento. Hace 10 años atrás se hablaba de ciertos derechos sociales que eventualmente dieron paso a que se conversaran temas de género, por ejemplo. El tema medioambiental nos afecta directamente porque estamos viviendo las consecuencias ahora, ya no es algo abstracto cuyos efectos se van a ver en mucho tiempo más. Aun así, si hay algo que hemos entendido en este último tiempo es que no podemos trabajar solos. Además de la interdisciplina se requiere de trabajo intergeneracional. Nosotros siendo de generaciones más jóvenes podemos tener el sentido de urgencia e ideas novedosas, pero necesitamos la experiencia y el poder de otras generaciones más grandes, para llegar a consensos respecto a cómo mantenemos o ‘manejamos’ el planeta. El trabajo de ConCausa es un claro ejemplo de eso; un proyecto que se logró gestar producto de que había adolescentes y adultos trabajando juntos y aterrizando las ideas.
¿Temes por nuestro futuro?
Sí. Y es una de las principales razones por las que estoy metida en esto. Hay veces que leo noticias y lloro porque de verdad me superan. Y esto es más común de lo que uno pensaría; es normal que los jóvenes vivamos esto y nos preocupemos. Tiene que ver con nuestro hogar, con donde vivimos y no es algo abstracto, está pasando ahora. Las temperaturas van en alza y el nivel del mar también, y se están viviendo tornados y todo tipo de consecuencias. La meta que nos habíamos propuesto de bajar las emisiones de CO2 al 100% en el 2050 ya no es suficiente, y eso es lo que nos viene a advertir el informe de la ONU, porque en realidad no dice nada nuevo, simplemente ahora está por escrito en un informe. Se viene una COP26 y necesitamos que esa ambición que se proponía, y que no se dio, esté ahí. Que pase algo gigante para poder revertir esta situación.
Con el cambio climático, y muchas otras causas, pasa un fenómeno curioso: se individualiza y privatiza la responsabilidad para que sintamos que nosotros como individuos somos los culpables, pero en realidad es poca nuestra capacidad de generar un impacto. Esto tiene que ver con las grandes corporaciones y empresas.
De hecho, a mí me indigna que tengamos un Ministerio del Medioambiente que haya sacado una campaña para que nuestras duchas sean más cortas. Eso es algo que podemos proponer desde una red de adolescentes, porque es lo que podemos incentivar entre nosotros, pero que gente con plata y poder te esté dando esa alternativa, es un chiste. Haciéndonos sentir a nosotros que estamos mal y pasando por algo que son los líderes, los gobiernos y la gente con plata los que tienen que generar cambios.
¿Qué opinas de que se haya aprobado un proyecto minero como Dominga, que pone en riesgo uno de los ecosistemas más grandes del mundo? ¿Por qué crees que la clase política y la elite sigue estando tan desconectada de los temas que se están hablando?
Esto lo quiero responder como estudiante de ciencias ambientales; tiene que ver con la importancia de tener a expertos y especialistas en los lugares de toma de decisión. En esas mesas tienen que haber más biólogas y biólogos, más ecólogas y ecólogos, y gente que sepa de la materia. No pueden haber empresarios que digan que les da lo mismo la biodiversidad, porque ellos no saben la importancia de mantener un ecosistema para así mantener el planeta. Necesitamos que la Ministra o Ministro de Medioambiente haya estudiado ciencia, y conversar sobre la importancia de estas cosas. Tiene que ver con un cambio en la cosmovisión. Ya estamos terminando con nuestro planeta, lo mínimo que podemos hacer es proteger estas reservas que alojan vida de mega proyectos extractores que no están al nivel que se requiere hoy. Espero que las próximas conversaciones consideren todas estas reflexiones, pero estoy esperanzada que en el proceso constituyente, en el que hay biólogos y gente experta, estos temas van a ser tratados con la importancia que merecen.