Cuando reflexionamos sobre la propuesta de actualización del currículum escolar de 1° básico a 2° medio que será sometida a Consulta Pública, es fundamental reconocer que, actualmente, la experiencia escolar en Chile no es igualitaria entre niñas y niños.

En los últimos años, y a través de los resultados PAES y SIMCE, observamos una profundización de la brecha de género en relación al rendimiento entre hombres y mujeres en matemáticas, con una diferencia de 41 puntos en la Prueba de Acceso a la Educación Superior y de 12 puntos en el caso de las alumnas de 4to básico, donde ni siquiera 1 de cada 5 estudiantes mujeres alcanzaría un nivel de conocimiento adecuado en la materia.

Aunque las brechas se han acrecentado, hoy disponemos de información pertinente y confiable que nos alerta y obliga a tomar decisiones informadas para visibilizar y abordar sus efectos mediante transformaciones radicales, orientadas a potenciar el talento de todas las personas y garantizar la igualdad de oportunidades.

El desafío que esto representa para la educación está en desarrollar habilidades y condiciones que permitan el aprendizaje significativo, a la vez que dotar a hombres y mujeres de la confianza, conocimientos y posibilidades necesarias para transformar el mundo, su vida y contribuir al desarrollo del país.

Las sociedades que prosperan son aquellas que resguardan la equidad, e invierten en generar condiciones para que esos talentos se expandan. La educación, al igual que la democracia, es el espacio para generar condiciones para la igualdad de oportunidades, independiente de la cuna o género de sus estudiantes.

La escuela, como ente público, tiene la responsabilidad de garantizar una educación de calidad para todos y todas, pero no es la única responsable. La familia también juega un papel crucial en elevar las expectativas de niñas y adolescentes, así como fomentar una cultura de aprendizaje en el hogar.

En el contexto de la discusión sobre el cambio curricular es importante que este tenga un enfoque de género que no sólo visibilice la distribución de roles y funciones, sino que también reconozca la contribución histórica de las mujeres en todas las áreas del conocimiento. De este modo, cada niña tendrá más modelos a seguir y podrá enfrentar los desafíos que transcurran en su vida con la confianza de que puede alcanzar sus metas.

Tenemos una oportunidad invaluable para reducir las brechas de género en la educación y potenciar el talento de todas las niñas y niños de nuestro país. Es un desafío que debemos asumir con responsabilidad y compromiso, para construir una sociedad más equitativa y próspera.

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* Paulina Araneda es Directora ejecutiva de Grupo Educativo