Adictas a la belleza

Adicción a procedimientos estéticos



Según datos publicados por Statista, la industria de los procedimientos cosméticos, tanto quirúrgicos como ambulatorios, creció casi un 80% en solo 6 años y se espera que tanto en los mercados americanos, europeos y de Asia Pacífico se duplique de aquí al 2027. La misma publicación indica que se trata de un sector de la economía que al 2020 ya movía más de 12 mil millones de dólares, siendo los tratamientos estéticos preferidos las inyecciones de rellenos —botox y ácido hialurónico— las depilaciones láser y la liposucción no quirúrgica.

Si bien las cirugías plásticas son procedimientos ampliamente documentados, las intervenciones ambulatorias —sobre todo aquellas que tienen que ver con modificaciones en el rostro— son un fenómeno que he tomado mayor fuerza en los últimos años. Con las nuevas plataformas digitales que han masificado y normalizado el uso de filtros tanto en fotos como en videos e incluso en transmisiones en vivo o lives, los estándares de simetría y armonía de facciones de la cara han alcanzado niveles nunca antes vistos. Al menos no fuera de las pantallas.

Y es que modificar la apariencia física a través de procedimientos cosméticos como inyecciones de rellenos faciales, hilos tensores, tatuajes para delinear labios y ojos de forma semi permanente, microblading, mini lifting, peelings, rellenos de labios o pequeñas liposucciones en zonas específicas de la cara para vernos distintos, puede parecer una forma simple de sentirnos mejor con nosotros mismos. Darnos ese toque extra de confianza o corregir esos detalles que nos han generado inseguridades por años.

Si bien sabemos que ninguna intervención está exenta de riesgos, para muchos, la alternativa de realizarse procedimientos ambulatorios aparece casi como una opción inocua en comparación con una cirugía que implica pasar por un pabellón, una anestesia y un bisturí. Sin embargo, hay un riesgo del que pocos toman consciencia al realizarse este tipo de procedimientos. Y es que, intervenir el cuerpo tiene también efectos en nuestra mente y puede derivar fácilmente en abusos. Tal como ocurre en el caso de la cirugías estéticas, es posible incluso desarrollar algún nivel de dependencia a estos procedimientos. Y ese, es un riesgo que muy pocos consideran.

Carlos Tellez, psiquiatra especialista en adicciones, explica que aunque ni la adicción a las cirugías ni a los procedimientos cosméticos se encuentran incluidas como tales en los manuales de psiquiatría, esto no es un parámetro conclusivo para excluirlas. Tellez explica que la diversidad de elementos artificiales creados por el ser humano y la alta exposición a ellos hace que rápidamente se vayan incorporando nuevas adicciones a los registros médicos. En el caso de los tratamientos de belleza ambulatorios el doctor Tellez aclara que, para que pueda configurarse una adicción, deben conjugarse al menos 3 elementos de manera recurrente: un deseo intenso o compulsión a realizar los procedimientos; la imposibilidad de parar, es decir, repetirlos reiteradamente; la presencia de tolerancia o que el placer de lo realizado dure cada vez menos y se requieran progresivamente de procedimientos más complejos o innovadores para obtener cierto grado de satisfacción; ansiedad significativa por realizar un nuevo procedimiento; abandono de otras fuentes de placer y persistencia en la realización a pesar de las evidentes consecuencias perjudiciales que los mismos tratamientos estén provocando en la persona, tanto a nivel físico como mental. “Para decirlo de manera simple: en la adicción no es la persona la que tiene el control sobre el elemento, sino es el elemento el que controla a la persona”, comenta. Además, agrega que el poder ver cambios físicos inmediatos y notorios produce una gratificación de manera instantánea en los pacientes que también contribuye a alimentar el ciclo de dependencia. “Evidentemente el hecho de ver logros, mejoras, solución a determinados problemas, detalles o imperfecciones, va a generar en la persona un alto nivel de recompensa a nivel cerebral”, aclara.

Tal como menciona Carlos Tellez, la dependencia a las intervenciones cosméticas no está aun considerada como una adicción y, por ende, las investigaciones que existen en relación a este tema son más bien incipientes. Un estudio publicado en el Journal of the American Academy of Dermatology en 2020, que buscaba demostrar comportamientos adictivos en el uso de procedimientos estéticos, logró demostrar que existía un tipo de abuso en el consumo de estos servicios. Mediante un seguimiento a pacientes que se sometieron a tratamientos ambulatorios en clínicas cosméticas, se comprobó que en un 22% a un 26% de los casos, los pacientes presentaban algún nivel de desorden o trastorno relacionado con el abuso de sustancias. En este caso, tratamientos en la piel o intervenciones al rostro.

Nicolas Laucirica es cirujano dentista especialista en armonización oro facial. Hace más de 4 años que se dedica por completo a la realización de procedimientos estéticos ambulatorios. “En la mayoría de los pacientes, los tratamientos estéticos se relacionan con la satisfacción de verse y sentirse bien”, comenta. “Buscan mejorar la autoestima e incluso, tratar complejos que los han insegurizado toda la vida”. A pesar de eso aclara que es común en la práctica ver pacientes que abusan de este tipo de tratamientos. “Según estudios epidemiológicos, entre un 6 y un 15% de los pacientes que asisten a la consulta de medicina estética presentan algún grado de trastorno dismórfico corporal, lo que hace recurrente este tipo de personas en nuestra práctica diaria”. El especialista explica que hay estudios que han comprobado la incidencia de esta patología en los pacientes que concurren a clínicas estéticas y que este trastorno es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar una adicción a las intervenciones cosméticas de cualquier tipo.

Y si bien tanto Nicolás Laucirica como Carlos Tellez coinciden en que el trastorno dismórfico corporal es un factor que influye en las personas que potencialmente desarrollan una dependencia a los procedimientos estéticos, no es el único factor de riesgo. Los especialistas también están de acuerdo en otro punto que afecta a la gran mayoría de la población y tiene que ver con el medio en el que nos encontramos inmersos y del cual es muy difícil abstraerse. Carlos Tellez explica que la influencia del internet, las redes sociales y los medios en general, sumado a los ideales de belleza y la sobrevaloración de los aspectos estéticos como símbolos de juventud, salud y estatus son la combinación ideal para la tormenta perfecta. Agrega que “la necesidad de reconocimiento, la frecuente sensación de insatisfacción tan típica del ser humano y el narcisismo de los tiempos actuales, pueden actuar favoreciendo estos círculos adictivos”.

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