En junio del año 2020 tuve la oportunidad de realizar un live por Instagram con la psicóloga experta en trastorno de la conducta alimentaria Ignacia Burr. Quisimos entregar un espacio de conversación, ya que observábamos que si bien la salud mental se iba a ver mermada e interferida por todo lo que estábamos viviendo, teníamos una especial preocupación por nuestras adolescentes y cómo esto iba a impactar en su emocionalidad. Nos movió a hacerlo, sobre todo la sospecha de que aumentarían los trastornos de la conducta alimentaria.
Se empezaba a percibir que el grupo etario de adolescentes, cuyo impulso natural es salir de casa en búsqueda de su identidad, se veía obligado a estar confinado en esta etapa del ciclo vital que invita a salir hacia afuera. La pandemia las y los obligaba a estar con ellos mismos, mirarse, literalmente, gran parte del día en una cámara, presentarse a sus pares a través de una pantalla y enfrentarse con aquello que no les gustaba de su físico de manera más intensa. A esto, se sumó la reducción de los espacios y posibilidad de realizar ejercicios físicos, aumento de tiempos de ocio y vacíos, que en muchos casos se rellenaban con comer o cocinar, con ansiedad, miedo, incertidumbre y un sin número de efectos en la salud mental.
Si bien no se puede dar un número exacto del incremento en pandemia de los Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), los expertos hablan de que las consultas por dicha patología se han duplicado o triplicado, siendo dentro de ellas las más frecuentes la anorexia, bulimia y atracones. Sin embargo, hay un abanico de conductas alimentarias poco sanas que están estrechamente vinculadas a la relación que se tiene con la comida.
Durante años, décadas y siglos se han impuesto estereotipos corporales que en la actualidad están más presentes que nunca a través de las redes sociales como la tipología corporal de las embajadoras o influencers o la falsa idea de que podemos modificar partes de nuestro cuerpo que no nos gustan, engañándonos al creer que solo se trata de bajar unos kilos. En estos tipos de trastornos hay una disconformidad e impacto en la auto imagen que no se soluciona con la baja de kilos y tampoco con la idea infantil de “amar el cuerpo”, sino más bien con la capacidad de integrar a nuestra identidad la aceptación corporal y física, con lo que nos gusta y con lo que no nos sentimos cómodas. Así como también poder reforzar y completar nuestra autoestima con otros aspectos de nuestra personalidad, lo que permite que la validación de nosotras mismas no se centre solo en lo corporal. También es muy importante tener presente, que vienen acompañados de otros tipo de trastornos, ya sea ansiedad, depresión, angustia, entre otros.
Estamos en una cultura en la que se ha normalizado hablar del cuerpo de nosotras mismas desde la crítica, como también del cuerpo de otros. Frases como “estas flaca” que se cree que es un cumplido, son comunes en nuestro vocabulario, y se las heredamos a nuestras hijas, así como contar las calorías, realizar dietas en vez de trabajar por una relación sana con la comida, tomar agua en exceso, poner de moda el ayuno o limitar nuestra sanidad corporal a comer solo algunos alimentos. Las adultas muchas veces no nos damos cuenta cómo nuestras palabras pueden crear realidades en nuestra propias hijas en torno a la validación corporal, y cómo las llevamos a realzar la belleza física, sobre otros aspectos.
Hoy día hay muchos expertos exponiendo sobre estos tipos de trastornos, teniendo nosotros los padres, una oportunidad para ayudar a nuestros hijos e hijas. Los trastornos de la conducta alimentaria muchas veces pueden demorarse en diagnosticar o que los visualicemos, por lo que es muy importante estar alertas y observar la relación con la comida que están teniendo, cuánto se centran en este tema, su disconformidad a vestirse, sus comentarios hacia ellos mismos, actividades que han dejado de realizar, personas que siguen en las redes sociales; y sobre todo el modelo que nosotros, sus padres, estamos traspasándole no solo en como comemos, sino en cómo hablamos del físico de los demás y como aceptamos nuestro propio cuerpo.
Josefina Montiel es psicóloga clínica.