Agustín Alvear-Blau (34) y Paula Zamora (40) tienen dos hijos y llevan 16 años de una relación que, hasta hace cuatro, era monógama y “tradicional”. Sin embargo, luego de una separación decidieron que querían intentarlo nuevamente, pero de una manera distinta: abriendo su relación, pues se habían dado cuenta de que la monogamia, que era el modelo con el que se estaban relacionando, ya no les hacía sentido para nada.
“Nos dimos cuenta de que estaba la voluntad para seguir construyendo y trabajando todos los problemas que se habían presentado previo al quiebre y además había amor, que sabemos que no todo lo puede, pero fue importante porque nos unió en ese ideal que teníamos en común: abrir la relación.
En el tiempo en el que estuvimos separados, que fueron como dos o tres meses, conocimos a otras personas y nos dimos cuenta de que la monogamia ya no nos hacía tanto sentido. Evaluamos la relación que habíamos tenido, así que cuando volvimos, quedamos con una relación abierta. Fue un par de meses en que no le dimos mucha vuelta al asunto, no hablamos de normas ni acuerdos y tampoco se llevó mucho a la práctica, pero sí nos estábamos cuestionando las dinámicas de la monogamia que no nos gustaban y que repetimos por años”, cuenta Agustín.
Pero no fue sino hasta que llegó Johnny, el tercero en esta relación poliamorosa, que comenzaron a hacer acuerdos, a poner límites y hablar de aquello que les molestaba o los incomodaba, una conversación que revolucionó la idea que tenían de ellos mismos y de sus parejas porque, finalmente, se habían tenido que preguntar ¿quién soy? o ¿qué necesito?, algo que los hizo darse cuenta de que ya no eran los mismos que hace 16 años.
“Cuando apareció nuestro tercer vínculo, y apareció porque no fue algo que anduviéramos buscando, llegaron también las dudas y las inseguridades, y nos cuestionamos incluso si es que tener este tipo de relación, de a tres, se nos estaba permitido, cuando en realidad, nadie nos tenía que autorizar. En ese momento nos enfrentamos juntos a la caída de ese castillo de Disney que construimos en nuestras cabezas cuando éramos monógamos, que incluía el pensamiento de que podíamos estar echando por la borda lo que habíamos construido con, en ese momento, 12 años de relación”, dice Agustín.
Y es que estar configurado en monógamo, dice Paula, les generó dificultades al principio. “La monogamia con la que vivimos nuestra relación por años nos acarreó un montón de cosas que ahora miramos de una forma muy constructiva, porque el comenzar con el poliamor, pudimos reestructurarnos individualmente para descubrir quiénes éramos a esta altura de nuestras vidas, qué queríamos, lo que nos gustaba, algo que también instó a que fuéramos verbalizándole al otro esas cosas, que parecen súper obvias, cotidianas y que hay que hacerlo, pero no se hacen. Entonces esos acuerdos fueron en el camino construyéndose con la experiencia del momento”, relata.
Las dificultades a las que se enfrentaron como trieja –relación entre tres personas–, fueron desencadenándose en la medida en que se dieron cuenta de que no se comunicaban tan bien como creían, de que no eran tan abiertos de mente y de que las expectativas que le ponían a la relación ya no corrían para este nuevo modelo de vida. Pero para sortear estos problemas no tenían todas las herramientas emocionales que necesitaban para comunicar y la escucha no estaba siendo activa para realmente ofrecer soluciones y hacer acuerdos. Fue a partir de esa necesidad que nació @Poliamorchile, una de las primeras plataformas en el país que habla de esta dinámica relacional y que fue creada por la trieja para construir comunidad y nutrirse de la experiencia de otros y otras.
“Cuando esta relación partió, era inevitable sentir el apretón de guata cuando Agustín y Johhny salían solos, pero después lo hablábamos y sabíamos que el miedo y la inseguridad eran parte del proceso, pero los autocuestionamientos provenientes del sistema monógamo aparecían igual, sobre todo cuando no teníamos claro de qué se trataba: ¿será mejor que yo? ¿le gustará más estar con él que conmigo?”, se preguntaba Paula.
Pasaron dos meses y así, al igual que como se conocieron, por casualidades del destino, Johnny se fue a vivir con Agustín, Paula y sus dos hijos, a los que –como era probable que se evidenciara que había una relación más que amistosa en la trieja–, decidieron contarles. “Siempre hemos intentado que los niños sean parte y que tengan voz y voto en las decisiones de la casa; criarlos muy respetuosamente, entonces cuando llegó Johnny, a pesar de que igual querían esperar a tener más seguridad de la relación, decidimos contarles y nos sorprendimos gratamente ante su reacción, porque probablemente ya habían escuchado el término poliamor muchas veces y sabían perfecto qué significaba”, asegura Agustín.
Al igual que como les contaron a sus hijos, paulatinamente le fueron contando a sus familiares y la sorpresa fue aún mayor: el recibimiento fue con asombro, pero con aceptación y apoyo: “Le conté a una de mis hermanas primero y después mi mamá, que me preguntó si los niños sabían. Cuando se lo confirmé, para ella estaba todo bien, porque sabía que si nosotros manejábamos bien esto con los niños, daba lo mismo lo que a ella le pasara con esta noticia”, dice Paula. Pero la incomodidad de estar ocultando algo en el trabajo le comenzó a pesar a Agustín, que era profesor en un colegio. “Cuando me preguntaban con quién vivía, decía que vivía con mi pareja y con un ‘amigo’, hasta que me di cuenta de que no tenía porqué ocultarlo y le conté a los alumnos que tenía una relación poliamorosa. Los niños entendieron perfectamente e incluso ya tenían referentes de poliamor. Y yo creo que ese fue el punto de inflexión que nos impulsó a llevar un activismo por el poliamor mucho más abierto y público, con la intención de tener una incidencia política, normalizando las relaciones poliamorosas”, apunta Agustín.
Y es que el normalizar la relación poliamorosa también fue un aprendizaje para ellos; criados bajo un sistema monógamo, de a poco comenzaron a generar dinámicas que les permitían cultivar su relación uno a uno e integrar también a Johnny en esta dinámica familiar con los dos hijos. “A veces se daba que yo salía con Johnny por algo puntual y Paula se quedaba con los niños y cuando ella salía con Johnny yo me quedaba con los niños, pero éramos los tres y no necesitábamos buscar a más gente, porque no se trataba de tener más sexo, estábamos bien así”, cuenta Agustín.
“Nuestros acuerdos, pensando en los tiempos, funcionaban como funcionan las parejas. Cuando tu tienes hijos, una casa y trabajas, también tienes que organizarte para poder pasar tiempo con tu compañero. En nuestro caso nos favoreció mucho que Johnny viviera con nosotros porque se transformó en parte de la dinámica. Salíamos todos en familia, tomábamos once y usábamos esos tiempos de reunión familiar para estar juntos también. Buscábamos además espacios para salir los tres solos sin los niños y Johnny con los niños también, porque nosotros le decíamos que fuera parte de la crianza, y en cierto sentido así fue”, recuerda Paula.
Esos acuerdos, que les permitieron llevar una relación saludable y honesta, nacieron a partir de la vulnerabilidad de decir todo aquello que les pudiera doler y la claridad de las necesidades que pudieran tener. “Hay que ser honesta con una y con el otro. Una cree que tiene claro quién es, pero irse redescubriendo a partir de saber qué quiero realmente es potente, al igual que atreverse a decir qué me incomoda, porque también a veces uno no dice esas cosas porque la mononorma nos enseñó a callarlas, pero creo que a pesar de que esta vulnerabilidad te pone en una posición difícil, también te da certezas”, dice Paula.
Sin embargo, la monogamia que no practican, y una diferencia de planes de vida, les pasó la cuenta y produjo el quiebre de la relación con Johhny. “La monogamia es mucho más que dos personas sean exclusivas, es un sistema que oprime y que te dice cómo debes relacionarte y cómo debes ir actuando en torno al género y la posición que se otorga, entonces es normal que aparezcan inseguridades que tienen mucho que ver con el sentido de pertenencia del otro y en él seguía existiendo una sensación de estar arruinando nuestro matrimonio, cuando en realidad no era así”, cuenta Paula.
Hoy están tranquilos construyendo su relación y encaminando sus proyectos de vida familiares. Agustín se encuentra estudiando psicología y actualmente, gracias a una certificación en terapia de relaciones y couching, ofrece consejería sexual y de relaciones especializada en no-monogamias y lleva, junto a Paula, el Instagram @poliamorchile.