Al modo mío

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Aunque la paternidad no se enseña ni se hereda, hay cambios sociales y culturales que inevitablemente intervienen. Invitamos a una familia con tres generaciones de padres para que compartieran sus recuerdos y contaran cómo la época en que les tocó vivir influyó en su crianza.




Primera generación

Mario Contador Meléndez / 98 años

"Me casé el año 1946 y nuestro primer hijo nació doce meses después de casados, así que nadie nos peló, ¡qué tranquilidad! Yo era oficial de Carabineros, ahí hice mi carrera, fui hasta general inspector, el segundo grado más alto, y aunque podría haber tenido una vida de cuartel en la casa, nunca fue así. A pesar de la época, sí cambié pañales, porque como tenía hermanos menores mi mamá nos exigía que participáramos en ese tipo de labores, entonces cuando me casé yo fui el que le enseñó a la Silvita, mi mujer. También, cuando podía, ayudaba en otras labores del hogar, pero tenía poco tiempo la verdad, era harto trabajo en los cuarteles y cuando llegaba a la casa, dependiendo de la época, era para dormir o estar más tranquilo. Como papá era permisivo, aunque también les exigía, no les dejaba la rienda tan suelta, pero creo que no era una exigencia molesta ni tiránica; trataba de que me tuvieran respeto, pero también quería ser un papá cercano, por eso jugábamos ping pong, a las bolitas, al trompo o elevábamos volantines. La verdad es que nadie nos enseña a ser papás, simplemente lo hice lo mejor que pude".

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Segunda generación

Jaime Contador Pemjean / 66 años

"Ser padre es maravilloso, y la relación que tengo con mis dos hijos es increíble. Cuando son chicos uno es el que enseña, pero ahora que son adultos también vienen buenos consejos de parte de ellos. Además, al no haber tanta diferencia (mi primer hijo lo tuve a los 24) tenemos la oportunidad de tener más y variados temas en común", cuenta Jaime. A pesar de no haber hecho nunca mamaderas, ni haber cambiado pañales, porque las tareas domésticas no eran su especialidad, como dice, sí se involucraba en los temas del colegio. "Efectivamente no era como mi papá en eso, a lo más hacía una especie de turnos en las noches para que no le tocara tan duro a mi señora, que había dejado de trabajar justamente para estar con los niños, para criarlos con la ayuda de la nana. Pero durante muchos años fui delegado de curso, me interesaba lo que pasaba en el colegio. Cuando eran chiquititos tuve la suerte de poder ir a la casa a almorzar todos los días con mi familia, y en las tardes jugábamos y construíamos cosas, aunque debo confesar que en esos años entró el Atari, precursor de juegos tecnológicos, y fue difícil reprimirlo. Hoy no veo mi vida feliz sin la existencia de ellos".

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Tercera generación

Felipe Contador Dale / 40 años

"Les gané a mi papá y a mi abuelo; fui papá a los 21, el más precoz. Estaba en tercer año de Ingeniería cuando nació Vicente. Fue heavy porque además de que era chico y no cachaba nada, me separé altiro de su mamá, que era mi polola en ese tiempo. Fue difícil porque lo veía fin de semana por medio, y después fue más porque cuando tenía ocho años se fue a vivir al valle del Elqui con su mamá, y estuvo tres años allá, y obviamente ahí fue más complicado vernos. En esa etapa no pude vivir mucho la paternidad, pero tuve suerte porque pese a todas esas dificultades tenemos una relación muy buena, de hecho hace once años ya que se vino a vivir conmigo, pero, claro, lamentablemente no tuve lo que hoy tengo con la Olimpia (la hija de un año y medio que tiene con la actriz Elisa Zulueta). La paternidad que tengo hoy día es supercompartida. Seguramente todas las mudadas han sido mitad y mitad; las noches, por ejemplo, son más mías que de la Elisa, porque ella tiene menos tolerancia a la falta de sueño, a mí por suerte no me afecta tanto. También, como la Elisa trabaja en las tardes-noches en la radio y ahora además está ensayando, yo me quedo con la Olimpia. A las seis tengo que estar en mi casa y hacemos relevo. Jugamos, después la baño y la hago dormir. Me encanta esta forma de ser papá, es cansador, pero me encanta".

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