Cuando Alejandra y su marido, padres de Vera, ya iban a cumplir dos años durmiendo poco y nada por los múltiples despertares nocturnos de su hija, decidieron contratar a una “entrenadora de sueño” que en sus redes prometía a madres y padres alcanzar el anhelado descanso a través de técnicas respetuosas para enseñarles a dormir a sus hijos. Pidieron hora en la apretada agenda de la afamada profesional; la sola primera entrevista costaba casi $200.000 pesos chilenos. No fue hasta que tuvieron que rellenar el primer formulario para comenzar el plan de trabajo y se dieron cuenta de que su “exitosa técnica” se basaba en cortar la leche materna y dejar llorar al bebé hasta que aprendiera a dormir. Desistieron de la idea sin poder cobrar su dinero de vuelta. Algo parecido le ocurrió a Karem, otra madre desesperada por no dormir que Alejandra conoció en la plaza donde pasean juntas a sus hijas. “A los tres meses sin dormir contratamos un plan de educación del sueño, nos salió como $170 mil, nos hicieron un manual y consistía en dejarla llorar hasta que pasaran 3 min sin parar, si paraba comenzaba el conteo del tiempo desde cero. No pudimos aplicarlo y botamos la plata”.

Volver a dormir no es la única solución que padres y madres buscan desesperados en Google y redes sociales, porque las incertidumbres de la crianza son muchas. Que no me alcanza la leche y me duele amamantar, que mi hijo llora demasiado y no sé cómo controlarle las pataletas, que le quiero sacar el pañal o no me resulta ponerlo en el fular. En una sociedad que invisibiliza estos temas, silenciándolos en al ámbito privado, y para una generación que intenta no repetir los métodos conductistas y a veces violentos de su infancia, la búsqueda de soluciones prácticas y respetuosas se ha convertido en una verdadera mina de oro para los profesionales, coach o influencers de crianza, quienes pueden llegar a cobrar importantes sumas de dinero prometiendo hacer de la maternidad algo más sencillo. Pero aunque muchos agradecen que se esté socializando más contenido en redes sociales sobre este tema, y un poco de contención e información puede ser de gran ayuda, los peligros de caer en estafas o malas prácticas son cada vez más frecuentes. ¿No sabes cómo quitarle el pañal? Lógralo en 4 días por solo $50.000. ¿Quieres ser una mamá exitosa? Lleva tu guía de siete pasos para el éxito ¿Conoces la crianza respetuosa? Sígueme en mis redes para más consejos y compra mi guía de autocuidado por solo 20 mil.

¿Cómo mantenerse alerta para no verse atrapado en las redes de un gurú de maternidad?

La educadora y doula Blanca García, especializada hace 11 años en la promoción de crianzas respetuosa, dice que este fenómeno es producto de altísimos niveles de abandono, debido a condicionamientos culturales y ausencia de políticas públicas en materia de sistema de cuidados. “En los últimos 5 años, con el gran acceso a redes sociales, se visibilizan algunos liderazgos académicos y, también, surgen los llamados “influencers”, atrayendo audiencia a la difusión de contenidos y al posicionamiento de marcas en las temáticas de crianza y la perinatalidad. Este fenómeno hace eco directamente en la soledad, abandono y necesidad de compañía de las madres, padres y cuidadores”. El problema que observa Blanca es que algunos de estos liderazgos se están estableciendo desde una relación de jerarquía y ‘modelo a seguir’, “lo que genera creencias, expectativas, condicionamientos y dogmas que influyen en la forma en que concebimos la perinatalidad, la crianza y los cuidados, y que omiten las miradas subjetivas, ecosistémicas e interseccionales que cruzan estas experiencias”.

El problema de los “gurús” no solo se queda en la estafa o en malos consejos, también puede escalar incluso a situaciones más graves, como negligencias o abuso de poder. Fue el caso de la diseñadora Alejandra Apablaza, quien motivada por tener un parto natural decidió atenderse y seguir al pie de la letra todas las indicaciones de una conocida matrona chilena, líder y especialista en parto natural y respetado, quien finalmente puso en riesgo su vida y la de su hijo al aplicarle peligrosas maniobras -como la de Kristeller- las cuales ella no se atrevió a cuestionar debido al experiencia de la reconocida profesional. “Todavía tengo las marcas, 9 años después”, cuenta Alejandra. Como otro ejemplo, hace algunas semanas, se destapó el caso de un afamado psicólogo infantil chileno, experto en abuso infantil y promotor de la crianza respetuosa, que fue acusado de abuso sexual por dos de sus seguidoras, las cuales afirman que las invitó de manera privada a su alojamiento en una gira internacional, en la cual vivieron incómodas situaciones de cercanía física con él. “El maltrato encuentra tierra fértil en situaciones de vulnerabilidad, como la sumisión y la soledad”, dice Blanca. “Las madres y los padres, en nuestra sociedad, nos encontramos particularmente abandonados física, anímica y socialmente, convirtiéndonos fácilmente en víctimas de este tipo de personas que abusan de su posición de poder”, aclara.

Otra de las psicólogas dedicada a la salud mental perinatal, Agustina Bosio, que llama siempre en sus redes a estar atenta a este tipo de situaciones, cuenta que cuando comenzó a especializarse en temas de crianza y maternidad, se encontró con un polarizado universo en redes sociales. “’La guerra de las mamás’ le llamaban, una especie de binarismo entre las corrientes de crianza natural o consciente y todas sus variantes y las corrientes de crianza más tradicionales o “a la antigua”, en donde los derechos del niño no son un asunto relevante. Me encontré con peleas gigantes entre mamás de un bando y mamás de otro bando, mucho juicio hacia un lado y hacia el otro, como si en realidad se tratara de sólo dos maneras opuestas de criar y no de una trama mucho más compleja.” A raíz de esto, observa que muchos portales de crianza se constituyen como referentes intocables que muchas veces tienen estilos ligados al momblaming y el momshaming, es decir, culpabilizan y avergüenzan a las madres por la forma en que están criando, dejando de lado factores estructurales y sistémicos que las atraviesan como su historia personal, las opresiones que sufren (género, clase, raza) y centrándose exclusivamente en la educación como forma única de abordar las problemáticas alrededor de la maternidad y la crianza, dice Agustina. “Algunas veces, estos “gurús de la crianza” responden de manera violenta o irónica los comentarios y consultas, lo cual genera una avalancha de interacciones cargadas de agresividad por parte de quienes siguen a estas personas en redes y lo que es mas preocupante, son ubicados en un lugar de poder incuestionable, con todo lo que eso conlleva. Muchos de estos espacios carecen de perspectiva de género, lo cual me hace mucho ruido, porque la niñez no puede ser abordada de manera aislada.”

Como consejo para estar preparados frente a este tipo de liderazgos de crianza y maternidad, tanto Blanca como Agustina ponen en el centro el saber escucharse a uno mismo. “Como madres y padres tenemos que estar conectados con nuestra propia verdad, con nuestras fortalezas y debilidades, contextualizadas en quiénes somos, qué sabemos, qué hacemos y dónde habitamos. Sólo así podremos escuchar nuestra voz interna, esa que nos habla de nuestra sabiduría y nos levanta las alertas de protección hacia dogmas, condicionamientos y depredadores, que sólo buscan abusar de nuestras necesidades no resueltas y nuestros miedos más profundos.” dice Blanca. Agustina agrega que “es muy importante, además de estar informadas, estar atentas a la forma en que esta información nos es entregada y sobre todo a cómo nos sentimos con esto. Confiar en cómo nuestro cuerpo reacciona en presencia de estas personas es esencial”. Para esto, Agustina propone hacernos ciertas preguntas básicas antes de caer de manera enceguecida en un profesional o líder en el tema: ¿Nos sentimos contenidas, escuchadas y validadas? ¿La voluntad de acompañar nuestros procesos va acompañada de vergüenza, juicio, incomodidad y culpa? ¿Tiene este espacio un abordaje desde la perspectiva de género, interseccional, que me acompañe a revisar mi historia? ¿O aborda la situación de manera aislada sin mayores antecedentes? ¿Las interacciones con estas personas se dan en un marco de respeto o me siento pasada a llevar por su estilo comunicacional?

Blanca cierra con un consejo que considera básico y fundamental: “Si alguien, sin escuchar quién soy y qué necesito, quiere superponer su verdad por sobre la mía ¡Huye! ¡Ahí no es! Eso es abuso, no es compañía.”