Normalicemos el acto de amamantar en público

amamantar en público paula



Hace unos días nos llegó el mensaje de una lectora que decía: “Soy chilena y vivo en Barcelona. Estoy planificando un viaje a Chile con mi guagua de meses y conversando con algunas amigas chilenas, me han dicho que en Chile dar pechuga en lugares públicos sigue siendo tabú; me dicen que hay que taparse. Me cuesta creer que sigan viendo algo tan natural como alimentar a un bebé, como un gesto exhibicionista”.

Una conversación que no es nueva. En 2014 en Reino Unido hubo un caso emblemático: Louise Burns, una mujer inglesa de 35 años, gatilló un debate cuando un garzón de un lujoso hotel londinense le pidió que se tapara con una servilleta mientras amamantaba a su hijo de 12 semanas. Argumentaron la solicitud explicando que se trataba de una política de la empresa. El caso revolucionó las redes sociales y las protestas no tardaron en llegar. En las afueras del hotel de cinco estrellas Claridge’s, unas 100 mujeres organizaron una manifestación a favor de la lactancia materna libre a través de una “tetada”.

En Chile, en 2019 se hizo público el caso de Paula Gómez, una mujer que denunció que fue expulsada de un restorán en Quillota por amamantar a su hijo públicamente. El hecho provocó que 300 personas protestaran en la Plaza de Armas de esa ciudad y gatilló el proyecto de ley 21.155, que establece medidas de protección a la lactancia materna y su ejercicio. “Regula expresamente el derecho de la madre de amamantar en cualquier lugar que se encuentre (...) y sin que ello pueda ser restringido, ni condicionado a un ocultamiento de la acción”, dice el documento.

Sin embargo, una ley no parece ser suficiente. En 2022 durante las campañas presidenciales, la ex jefa de campaña del comando de Gabriel Boric, Izkia Siches, recorrió el país con su guagua de ocho meses en brazos y no tuvo ningún problema en amamantarla cuando ella lo quisiera o necesitara. “Lo que se vio en ese momento con Izkias a mí, como psicóloga perinatal y como mamá, me llenó de emoción. Poco a poco, estos últimos dos años, la maternidad ha dejado de ser invisible a los ojos de la sociedad. Y en toda la segunda vuelta, una puérpera, con la garra que solo una puérpera puede hacer crecer desde dentro, se paró y lideró la ruta siempre con su guagua en brazos. Izkia es el reflejo de miles de mujeres que día a día hacen lo impensado solo porque sus hijos crezcan sanos y felices”, dice la psicóloga clínica y activista Pamela Labatut.

Vivimos en una sociedad profundamente hipócrita, que al mismo tiempo que cosifica el cuerpo de la mujer y sus senos, y los sexualiza, se escandaliza cuando una madre amamanta a su bebé en público, dice Esther Vivas.

Pero no todas las personas estuvieron de acuerdo con esta práctica. En ese momento Izkia recibió algunas críticas en redes: “Me parece bien que amamante a su hijo, pero tapándose un poquito, encuentro que las mujeres tenemos que ser más recatadas y más femeninas” o “no me molesta que amamante, pero sí que sea cuidadosa y que se ponga su pañito antes”. Y es que, a pesar de que los tiempos han cambiado, hay cuestiones que están profundamente arraigadas en la sociedad, y una de ellas es que la lactancia es un tema íntimo y privado.

“En esta sociedad individualista y patriarcal, hemos normalizado que la maternidad es una cuestión privada y que es básicamente una tarea y una responsabilidad de la mujer madre. Y esto es un grave error, porque la maternidad es una tarea fundamental e imprescindible para la reproducción humana, y como tal, debería ser considerada una responsabilidad colectiva de mujeres y hombres, y debería tener al mismo tiempo un carácter público que le diera el valor que esta práctica tiene y le ha sido negado”, dice la periodista española y autora del libro Mamá Desobediente, Esther Vivas.

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Según Esther, vivimos en una sociedad profundamente hipócrita, que al mismo tiempo que cosifica el cuerpo de la mujer y sus senos, y los sexualiza, se escandaliza cuando una madre amamanta a su bebé en público. “Amamantar en público incomoda porque los pechos lactantes son la antítesis de los pechos cosificados por este sistema mercantilista, y desafían la función social que el sistema patriarcal les ha otorgado, que es dar placer a los hombres”, dice. Y agrega: “Creo que es muy importante sacar la maternidad real del armario; sacar la experiencia materna y todo aquello que la rodea como el embarazo, el parto y la lactancia, de lo privado a lo público. Y es fundamental que figuras públicas lo hagan, porque esto coloca en el centro del debate social y político a la experiencia materna, y señala que esta experiencia debe ser responsabilidad y un compromiso de todos y todas”.

Cuestión con la que concurerda Pamela Labatut: “Necesitamos que se releve el hecho de que la maternidad es un acto político. Y es que para que la maternidad sea saludable requiere de una tribu, eso significa que es colectiva, y si es colectiva, significa que está atravesada por el contexto sociocultiral y político; requiere de políticas publicas como la ley de lactancia, porque legislar en esta materia permite que se visibilice el ejercicio de la crianza como uno vital para el desarrollo de los futuros adultos que serán parte de nuestra sociedad”.

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