Paula 1245. Sábado 10 de febrero de 2018. Especial Amor.
En junio de 2017, al término del periodo de exámenes del plan común de Ingeniería en la Academia Politécnica Militar y mientras el curso afinaba los detalles del asado al que asistirían junto a sus familias, el mayor a cargo preguntó si alguien tenía algo que decir.
–Yo quiero salir al frente –dijo la capitán Maribel Mesías, levantando el brazo.
Se paró. Le transpiraban las palmas de las manos. Vestida con su tenida de combate y bototos color ocre, el pelo tirante y amarrado atrás, dijo:
–He compartido hartas cosas con ustedes y quiero transparentar algo que sé que saben porque es un secreto a voces…
Sus compañeros la seguían en silencio, atentos con la mirada. Ella tomó aire.
–La verdad es que estoy con Helda, que es mi polola.
"Los compañeros me aplaudieron, felicitaron, abrazaron", cuenta Maribel y se emociona. Está sentada en un café cerca de la Escuela Militar, donde estudió durante cuatro años, y a su lado está Helda González (34), su polola, quien es enfermera y la mira mientras habla. Dice Helda: "Fue muy valiente la Mari en realidad". Llevan casi dos años juntas y fue el amor por esa mujer lo que le dio valor a Maribel para transparentar primero su orientación sexual con su familia, cuando tenía 34.
Dice que se anima a contarlo en una revista porque quiere mostrarle a la gente que ha tenido la oportunidad de desempeñarse profesionalmente y que para el Ejército su orientación sexual no ha sido un tema. "Me han aceptado como soy. Desde que transparenté la situación recibí muchos mensajes bonitos de mi línea de mando y compañeros".
Desde que ingresó a la Academia, en marzo de 2016, a todas las actividades familiares de su unidad, a la que van los oficiales con sus señoras e hijos, Maribel asiste con Helda. En esas actividades no andan de la mano ni hacen demostraciones de cariño, al igual que las demás parejas, porque no está permitido por protocolo interno. El 21 de diciembre del año pasado fue con su novia, como su pareja oficial, a la cena de fin de año de la Academia. Ella vestía su uniforme y llegaron tomadas del brazo. "Me acerqué a donde estaba mi mando directo y dije: 'Helda, ella es mi pareja'. La saludaron como a cualquier otra persona. No pusieron cara", relata. Su mando, es decir, el jefe de curso, el subdirector y el director de la Academia –este último es coronel–, se enteraron en la fiesta, por la misma Maribel.
La capitán es la primera mujer oficial en hacer pública su orientación sexual. Y cree que el modo en que se ha manejado internamente es una señal de cómo la institución se ha adaptado a los nuevos tiempos. "En el Ejército, porque hay que hablar de la gente que lidera en este momento, me han abierto las puertas para poder ser yo y me siento libre de hoy hacer mi trabajo sin ningún cuestionamiento".
Rastreando bombas
Maribel es porteña y vivió su niñez en Puerto Montt. Supo que lo suyo era la carrera militar cuando estudiaba en un colegio de monjas y acompañaba a su padre, Harold Mesías, que era periodista, a las actividades del Círculo de Amigos del Regimiento Sangra, en esa ciudad. "Mi papá me llevaba a los campeonatos de tiros", cuenta Maribel. Su madre, Mercedes Alcayaga, era dueña de casa y criaba a cinco hijos: Maribel es la menor.
A los 18 años le dijo a su papá que quería entrar al Ejército. Era quitada de bulla, tenía buenas notas y el anhelo de Harold Mesías era que estudiara Ingeniería Comercial en una universidad. Dio la PAA, le fue bien y volvió a la carga con su padre: le pidió un preparador físico y prometió que estudiaría para la pruebas de ingreso a la Escuela Militar. Se preparó durante un año; entrenaba tres veces al día. "En el transcurso de eso falleció mi papá. Nunca me vio de uniforme", recuerda hoy.
Ingresó a la Escuela Militar en 2001, con 19 años. Y su generación inauguró la carrera de cadete de cuatro años para mujeres, en igualdad de condiciones con los hombres. "Participábamos de todas las actividades de la formación profesional a la par con los hombres: las campañas, las marchas, con el mismo equipamiento". Tras cuatro años de estudio, egresó en 2004 con la especialidad de Arma de Ingenieros, como se llama a quienes hacen instrucción a los soldados conscriptos. "El Arma de Ingenieros se dedica a la construcción de puentes, habilitación de caminos; trabajábamos con explosivos, con desminado humanitario, levantando minas en las fronteras", explica.
En 2007, con 25 años, le tocó levantar minas antipersonales y antitanque en Arica, en la frontera con Bolivia, convirtiéndose en la primera mujer soldado en cumplir esta tarea. Por esto, le hicieron una entrevista en la revista del Cuerpo Militar del Trabajo de la institución en la que aparece, en una foto, con casco y un robusto traje gris, de protección, con una pierna sumergida en la tierra y una mina antitanque al lado, que ella había sacado. "Fue una súper buena experiencia. Marcó un precedente y después ya entraron otras mujeres a trabajar en desminado humanitario".
En Arica también hizo un curso de conducción de tanques y, tiempo después, y durante un año y medio, dirigió a una cuadrilla que se dedicaba a desenterrar minas antitanque y antipersonales. Más tarde fue destinada a Los Ángeles, donde trabajó en la reconstrucción de Dichato tras el terremoto. Ahí estuvo a cargo de una compañía de 100 hombres.
Hoy cursa tercer año de Ingeniería con la idea de especializarse en el Ejército y poder seguir carrera. Está en plan común y a mediados de este año elegirá la especialidad de mantenimiento. "Los que no se especializan no pueden seguir ascendiendo y su carrera dura 20-25 años". Para el 2027 se proyecta que el Ejército tendrá a mujeres en su alto mando alcanzando el grado de general de brigada. Maribel integra esa promoción, la primera de mujeres que entró a la institución en igualdad de condiciones con sus pares masculinos.
"En el Ejército, porque hay que hablar de la gente que lidera en este momento, me han abierto las puertas para poder ser yo y me siento libre de hoy hacer mi trabajo sin ningún cuestionamiento".
Haciendo match
Maribel y Helda se conocieron en Tinder. Hicieron match en marzo de 2016. Ambas venían saliendo de una mala relación que querían dejar atrás. Helda, quien entonces trabajaba en un hospital en Viña del Mar, recuerda sus primeras impresiones: "Cuando me contó por Tinder que trabajaba en el Ejército para mí fue un susto. No tengo ningún familiar directo cercano ahí e igual estaba un poco atemorizada por la imagen que tenía del Ejército durante la dictadura y por desconocimiento. Pensé que era una mujer gigante, grande, como ruda", cuenta Helda.
Hablaron casi un mes a través de Whatsapp antes de conocerse personalmente: charlas sobre su lugar de origen, gustos y valores que compartían, como que no perdonarían una infidelidad, por ejemplo. El 8 de abril de 2016, Maribel pasó a buscarla en auto a la salida de un seminario al que asistía Helda en Santiago por su trabajo. Le llevó rosas rojas, las mismas flores –y de la misma florería– que le regala hasta hoy y cenaron en Lastarria. El 17 de abril comenzaron a pololear. Y hace seis meses viven juntas; Helda dejó su casa en Viña del Mar y se mudó a Santiago.
La Navidad pasada fue la primera que pasaron solas, en el departamento que comparten. Ahí, sobre un tren navideño de adorno, Helda dejó una cajita con dos anillos y sorprendió a Maribel con propuesta de matrimonio. Hoy cada una lleva su argolla de compromiso con la mitad de un corazón y una piedra amatista, de color morado, que es el favorito de ambas.
Piensan casarse en enero de 2019. Aunque falta un año ya definieron algunos detalles: ambas usarán un vestido blanco, firmarán el Acuerdo de Unión Civil y la ceremonia y la fiesta será en la V Región, porque ahí se dieron su primer beso.