El deseo sexual femenino como una rara ocurrencia en oposición al permanente ímpetu del hombre quien, simplemente, quiere tener sexo siempre que pueda. Ese es el cuento que se ha contado hasta ahora respecto de cómo hombres y mujeres funcionan frente al apetito sexual. Y si bien es efectivo que la fisiología de mujeres y hombres determina que el deseo sexual opere de manera diferente en cada uno —se involucran distintas estructuras cerebrales y hormonas— no es menos cierto que las generalizaciones en relación al tema conducen a malinterpretaciones y simplificaciones que pueden costar una relación.
Concebir el cerebro masculino de acuerdo a la clásica caricatura que muestra los intereses —y la importancia relativa— que cada uno de ellos tienen dentro de la mente del hombre no es solo un error de proporciones. Es un error de concepto: porque el cerebro masculino no posee una mítica y enorme área dedicada a pensar en sexo 24/7. Y deshacerse de esa primera idea preconcebida es el puntapié inicial para comenzar a deconstruir las creencias erróneas que hoy hacen que muchísimas parejas se cuestionen el vínculo que han desarrollado. Porque hoy pareciera ser cada vez más común un deseo sexual que no alcanza a cumplir con el estándar, con lo supuestamente esperable. Especialmente cuando se trata de hombres.
En el libro Not Always in the Mood: The New Science of Men, Sex, and Relationships, la investigadora y Ph.D Sarah Hunter Murray, aborda el tema del deseo sexual masculino. Y las concepciones erróneas en torno a este. “El deseo sexual del hombre se ha caracterizado como algo simple y que nunca acaba”, explica el texto. “Pero las nuevas investigaciones en relación al tema muestran que esto está lejos de ser cierto y que una buena vida sexual y buenas relaciones de pareja están sufriendo producto de estas concepciones equivocadas”. Y este fenómeno también lo ha podido observar en nuestro país la psicóloga clínica especialista en terapia familiar y de parejas Carolina Ulloa, como una tendencia creciente entre pacientes. “Hace alrededor de un año he comenzado a ver en la consulta parejas heterosexuales monógamas que llegan buscando ayuda por baja frecuencia sexual”, comenta la terapeuta. Aclara que, en muchos de los casos, es ella quién percibe la falta y él quién presenta bajos niveles de deseo sexual.
Pero este fenómeno ya dejó de ser inédito y, al parecer, se ha convertido en una situación recurrente en nuestro país. Hace ya una década los psicólogos chilenos Alejandra y Antonio Godoy publicaron Te Amo pero No Te Deseo, un libro que aborda el complejo y a veces incómodo tema del deseo sexual en las parejas. Y, tal como ha podido constatar Carolina Ulloa en su experiencia clínica, al contrario de lo que nos llevan a pensar las nociones preconcebidas en torno al deseo sexual, los descubrimientos que ambos especialistas plantean en el libro, dan cuenta de una realidad muy diferente a la caricatura. “La disminución del deseo sexual en la pareja pareciera haberse transformado en una verdadera epidemia. Personas que se aman, pero que no se desean, sufren un sinfín de negativas y dolorosas consecuencias”, explica el texto de Alejandra y Antonio Godoy.
El deseo sexual hipoactivo del hombre
Qué significa realmente un bajo deseo sexual en los hombres es un punto clave a definir para identificar posibles problemas. Porque si bien la creencia popular habla de un deseo incesante, hay ciertos diagnósticos para definir cuándo y como este está dentro de los parámetros de lo saludable. “El deseo hipoactivo es una baja en el deseo y las fantasías sexuales que se presenta al menos durante seis meses”, explica Carolina Ulloa. “Esta disminución no se explica por causas fisiológicas, médicas o por consumo de fármacos ni drogas”, aclara. Sin embargo, más allá del estándar, la especialista aclara que es fundamental considerar la realidad caso a caso. Porque todas las parejas tienen necesidades diferentes. “Se recomienda consultar cuando la falta de deseo está siendo un problema”, menciona. “Si no representa un problema para la pareja o la persona y no hay una necesidad de consultar, está bien. Al final lo que más importa es la satisfacción subjetiva de cada persona y pareja con la sexualidad que llevan”.
Pero cuando el deseo —o la falta de éste— se convierte en un punto de conflicto en la pareja, la especialista recomienda consultar más temprano que tarde. “Cuando ya es tema en la pareja, se recomienda consultar rápidamente para que no se transforme en un gran problema”, comenta. “El hombre suele sentirse atrofiado, que no está rindiendo como debería y, por su parte, la mujer tiende a sentirse poco atractiva, lo que puede llevar a una inseguridad más profunda respecto de ella misma y de la relación”. La especialista agrega que, en este tipo de casos y de forma totalmente opuesta a las caricaturas, aquí son las mujeres quienes empiezan a cuestionarse si están dispuestas a vivir su sexualidad de esta forma, como una carencia.
Una de las preguntas que motivó a los autores del libro Te amo pero no te deseo a investigar este tema, es precisamente cómo ha cambiado la sexualidad en el último tiempo y cómo esto se refleja en el deseo. “Nuestras principales interrogantes fueron: ¿por qué empezó a disminuir el deseo de los hombres?, ¿por qué en los más jóvenes?, ¿por qué solo en los enamorados?”, plantea el libro. Al respecto, Carolina Ulloa explica que el deseo hipoactivo es algo que se suele observar en parejas jóvenes, con un nivel socio cultural sobre la media. “Son parejas en las que él se esfuerza por no ser machista y ella es una mujer de carácter fuerte, que expresa su deseo de forma clara y directa”, comenta la terapeuta. Observa que, en estos casos, los hombres no tienen claro cómo ejercer su masculinidad, tratan de desmarcarse de los cánones patriarcales pero, en el plano sexual, no saben cómo abordarlo. “En la sexualidad no saben bien cómo manejarse sin caer en el estereotipo de la película porno, donde hay un falocentrismo y se concibe a la mujer como objeto sexual”, aclara. “Esto tiene mucho que ver con los roles de sexo/género actuales, y cómo nos están afectando en las esferas más íntimas de las relaciones”.
Carolina explica que, en un esfuerzo por no repetir los patrones patriarcales con los que fueron criados, estos hombres jóvenes tratan de derribar los paradigmas pero, de paso, terminan afectando el deseo hacia sus parejas. “No saben cómo manejarse, cómo expresar su deseo sin caer en machismos, sin forzar a la mujer a tener relaciones cuando quizás no las quiere, sin tomar un rol activo y, por lo tanto, pasan a tomar una posición más pasiva en estos encuentros por temor a equivocarse y no estar a la altura de las circunstancias que se esperan actualmente de ellos”, agrega. Y, lamentablemente para muchas parejas, esta encrucijada es algo que los estanca, no se atreven a abordar el tema y la vida sexual insatisfactoria se termina convirtiendo en una realidad permanente. “Veo con mucha claridad que efectivamente puedes amar a alguien sin desearle”, comenta Carolina. Precisa que es quizás más bien el no saber cómo relacionarse y el sentirse inseguro lo que está llevando a estos hombres a evitar las relaciones sexuales frustrantes y no la falta de amor. “Al final entran en un círculo vicioso”, explica. “No me quiero enfrentar a esto porque me resulta incómodo y me siento insuficiente, pero entre menos me conecto con mi deseo y menos me permito expresarme sexualmente con libertad, más inseguro me siento para el próximo encuentro”. Finalmente es un ciclo que se repite y, cuando no termina por quebrar la relación, lo que queda es un deseo hipoactivo con esa persona que tanto se ama.