Andrea Arístegui (38) no sabe de estereotipos. Es fanática de las artes marciales desde los 12 años, futbolera, hincha de la Católica y roquera por herencia paterna: le gustan Pearl Jam, Iron Maiden, Ozzy Osbourne, Faith No More y Rolling Stones. Hija de un publicista y una tecnóloga en alimentos, la conductora de Estado Nacional, 24 Horas Tarde, radio ADN y panelista del matinal Muy Buenos Días, llegó a TVN en el año 2000, cuando estaba en cuarto año de Periodismo en la Universidad Católica. Al año siguiente, por el atentado a las Torres Gemelas la llamaron para apoyar el área internacional y ahí se quedó hasta ser editora.
La experiencia la ha dotado de gran seguridad y credibilidad y ha protagonizado sonados rounds televisivos con peces gordos de la política como Hernán Larraín y Jaime Mañalich. En todos ha salido victoriosa gracias a sus sólidos argumentos y un estilo directo y punzante. En un momento de ajuste de cuentas cultural en cuestiones de género y de acoso, confiesa que la práctica del taekwondo desde niña le fomentó la capacidad de luchar y de escapar de la docilidad y sumisión que se les exigía a las mujeres en todo ámbito laboral.
¿Quién te incentivó a practicar artes marciales?
Mi papá se adelantó a lo que una tendría que vivir en esa época con el acoso callejero. Me motivó. A esa edad no sentía la necesidad de defenderme de nada, pero practiqué taekwondo, un arte marcial coreano que enseña técnicas de defensa. Me sirvió para sentirme más segura en la calle. Nunca lo he tenido que utilizar, pero me ha generado una sensación de confianza personal que me ha permitido andar con tranquilidad. Mi papá fue un visionario. El acoso sexual callejero siempre fue un tema para mí. No lo naturalizaba y me rebelaba desde tercero o cuarto medio en el colegio. Me perturbaba cuando me decían cosas y me gritaban algo. Me paraba, me daba vuelta y los enfrentaba. Me desgastaba, era desagradable, incómodo y me daba miedo. Hubo situaciones que no las he comentado nunca y que todavía no me atrevería a contarlas porque ni siquiera se las he comentado a mi familia. Increíble cómo una puede arrastrar hasta ya grande algunos recuerdos desagradables sobre ese tipo de situaciones. Me hice más consciente cuando les empezó a pasar a mis hijas.
¿Cómo has criado a sus hijas en el tema de igualdad y feminismo?
Soy mamá de dos hijas, una de veinte años -fui mamá muy joven- que estudia Odontología en la UC y otra de diez. Tengo una mirada protectora para que no se expongan y no les pase nada, pero pienso que el acoso callejero es inaceptable, me pregunto por qué tenemos que aguantar esto y por qué lo hemos aguantado tanto tiempo. Ha sido un tema de conversación en mi casa en muchas oportunidades. Espero que mis hijas alcancen a vivir los efectos de este proceso de cambio y puedan sentirse más seguras en la universidad. Nosotras cuando éramos universitarias teníamos el gran temor de no ser escuchadas.
En la primera mitad del siglo XX se logró el voto femenino, ¿el movimiento actual se concretará en algo tan gravitante?
Estamos en el inicio de un proceso de transformación. Necesitamos un cambio de mirada. Las tomas de las universidades generaron una reacción del Gobierno, una agenda de género que no estaba en su programa. El hecho de que se haga un reconocimiento constitucional del tema es un avance, pero faltan muchas cosas como terminar con la brecha salarial en el mundo laboral, las discriminaciones que no nos permiten acceder a cargos de toma de decisiones y la discriminación a la maternidad. Hay una larga lista de temas pendientes. Fui editora del área internacional y siempre estuve sentada en una mesa con doce personas donde era la única mujer. Más de una vez me dijeron que era muy frontal o que me paraba de igual a igual; algo que es positivo para un hombre, a una mujer se le critica.
¿Las leyes de paridad o de cuota son necesarias?
Las cuotas sirven y son necesarias. Si esperamos que los cambios sean espontáneos vamos a tener que esperar cien años más. El caso más reciente es el nuevo gabinete del Gobierno español, donde hay once ministras y solo seis hombres.
¿Las ordenanzas que castigan el acoso callejero son herramientas efectivas y producen un cambio cultural?
Me gustan como señal. El acoso no es aceptable y las mujeres tenemos el derecho de andar tranquilas por la calle.
El día de su cuenta pública el propio presidente Sebastián Piñera le dijo a la presidenta de la Cámara de Diputados la frase: "Tan linda que se ve y tan dura que es".
Hablé con él ese día, lo entrevisté y creo que esa frase habla de la transformación que vamos a tener que hacer todos, algunos más y otros menos. Es bueno instalar la idea de que hay cosas que se han ido repitiendo durante tanto tiempo, pero que ya no pueden seguir. ¿Qué es lo que hay detrás de esa frase?, ¿que una mujer tiene que ser sumisa y suave? Es un tema generacional. Hay ciertas personas que han vivido toda su vida con cierta mirada hacia las mujeres y que ahora están un poco desconcertadas frente a los cambios y las exigencias que se están haciendo. No creo que haya tenido mala intención el Presidente. Será un proceso en que todos como país nos vamos a ir dando cuenta de que hay cosas que son inadecuadas como ese tipo de declaraciones.
La diputada Maya Fernández le contestó que "el cambio cultural debía partir por La Moneda".
Exacto. La transformación debe partir desde lo más alto y debe incluirnos a todos. Soy feminista y llevo harto tiempo estudiando el tema, pero a veces me sorprendo pensando de manera machista. Con mayor razón les va a pasar a personas que son de otra generación. Lo importante es tener la voluntad de hacer esa reflexión y esos cambios.
¿A todas las mujeres les ha tocado escuchar frases discriminatorias?
Cuando hago Estado Nacional normalmente me dicen: "Tan dulce que se ve, pero tan puntúa… tan jovencita y tan pará en la hilacha", siempre recalcando cómo una mujer debe comportarse o los parámetros a los que debemos responder. El machismo es algo con lo que tengo que lidiar día a día. En política se sigue disminuyendo a la mujer. Hemos tenido varios casos como el de la muñeca inflable o un artículo de La Segunda sobre las ministras que lo único que mostraba eran sus zapatos.
¿La discriminación de las isapres contra las mujeres también es inaceptable?
Es absurdo. Hay un castigo a la maternidad más o menos explícito en el mundo laboral. Muchas veces pensé: ¿será el momento de tener un hijo?, quizá si salgo de mi puesto ahora cuando estoy creciendo profesionalmente me va a costar la carrera. Cómo hacemos para que el sistema no nos castigue a las mujeres por tener hijos. El Gobierno ha dicho que quiere fomentar la natalidad en el país, pero, por otro lado, las mujeres asumimos solas todos los costos de tener un hijo.
¿Qué opina de la lucha de las mujeres chilenas por sus derechos reproductivos y la legislación del aborto?
Me tocó estar en Buenos Aires para el Día Internacional de la Mujer y fui a la marcha. Había una cantidad impresionante de gente en la calle. Fui con mi marido y una pareja de amigos, y me encantó participar. Una de las causas de esa marcha era la legalización del aborto. La realidad es que las mujeres abortan y el tema es en qué condiciones lo hacen, de manera ilegal o vamos establecer condiciones básicas para que puedan hacerlo.
Recuerdo que en el matinal de TVN defendió sus ideas frente a una diputada que promovía la pena de muerte.
Soy firme para defender mis posiciones con argumentos y antecedentes que las sustentan. En el matinal o en la radio tengo espacios de opinión, y ahí el machismo es muy fuerte. A los hombres no se les critica por expresar una opinión y por defenderla. Eso molesta.
¿Es activa en redes sociales?
Uso Twitter por un tema de trabajo y me agota un poco el nivel de agresividad. Tengo un Instagram personal donde subo fotos con mi familia, con mis hijas. Eso yo no lo expongo en forma pública. Uno debe poner algunos límites. Como siempre recibía muchas solicitudes de amistad, entonces creé otro público (@aaristeguia).
El lenguaje construye realidad. ¿Qué le parece la aparición de un lenguaje no sexista en las universidades como 'compañeres'?
No es lo más relevante de la pelea que se está dando, pero es increíble que hasta el lenguaje esté impregnado de una mirada machista. Es un símbolo hacerse la pregunta de por qué siempre hablamos en masculino como un patrón estructural que lo trasciende todo.
¿Estudió en un colegio mixto? ¿Por qué el Instituto Nacional debe ser solo para hombres?
Eso es medieval. Estudié en el Colegio Hispanoamericano, que hasta que yo entré era de puros hombres. En primero básico éramos minoría total, de un curso de cuarenta éramos diez mujeres. Eso me forjó el carácter y me preparó para desenvolverme en un mundo machista. Aprendí desde chica a ganarme un espacio en el patio para jugar o a defenderme, pero también me permitió tener un trato igualitario con los hombres.