Angélica Bulnes perdida en Londres

La periodista, autora de Elmedioblog, relata cómo descubrió la capital británica.




"Hace años estuve en Londres en invierno y fue un fiasco. Después de un par de días oscuros y lluviosos me aburrí de las calles desoladas y me retiré indignada a París, que al lado de los precios de la isla me pareció casi Patronato.

A mediados de este año volví en verano. Si la otra vez había sido una especie de refugiada de museos, esta vez tuve que hacer esfuerzos para entrar a uno. Tiré las guías y me dediqué a callejear. Cuando andaba sola, mi método era el siguiente: cada vez que alguien me llamaba la atención, lo seguía –siempre a una distancia prudente– hasta que me aburría o me tropezaba con alguien más interesante, ejercicio que resultó muy educativo.

A donde llegué recomendada, fue al mercado de Spitalfields, en el East End, que dicen que es el barrio cool de la ciudad. En ese Franklin de país desarrollado, además de mucha ropa, accesorios y chucherías, hay un mercado de flores espléndido y se come excelente. Ahí también me golpeó el choque de las civilizaciones al ver que cuando cerraban los puestos y las turistas y londinenses estilosas desaparecían, salían las musulmanas muy tapadas camino a la mezquita.

Buena parte del tiempo me la pasé sentada en pubs y cafés, como por ejemplo en la terraza del museo Somerset House, en donde uno se siente la dueña del mundo mirando al Támesis, o en Holland Park y, sobre todo, en Hyde Park, donde fui una vil calcetinera y, junto a unas amigas, perseguí a Bill Murray, quien después de pasearse un rato con la misma cara de desconcierto de Perdidos en Tokio, se tiró al lago a flotar mientras yo quería darme cabezazos contra los árboles por no andar con traje de baño y poder ir a comentarle lo mucho que me gusta la vida acuática".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.