Ansiedad como una herramienta

Ansiedad como herramienta



La ansiedad se ha convertido en el nuevo villano cuando hablamos de salud mental. En ese enemigo invisible que nos hace preocuparnos de forma excesiva y persistente respecto del futuro o incluso de situaciones cotidianas. Se trata de una aprehensión desmesurada que no se condice con la realidad, según la cual, todo parece más grave de lo que realmente es. La Clínica Mayo enumera como síntomas de ansiedad la sensación de inquietud persistente, dificultades para dormir, irritabilidad, sensación de cansancio constante, problemas de concentración e incluso somatizaciones físicas como problemas gástricos, ritmo cardíaco acelerado, sudoración y temblores.

Si bien todos cargamos con una cuota de ansiedad que es parte natural de la vida, cada vez es más común escuchar de personas que, producto de sus síntomas, ven afectadas sus rutinas y su vida cotidiana. En casos como esos, esta sombra que acompaña constantemente a las personas ansiosas, deja de ser simplemente una emoción y pasa a ser un trastorno de personalidad incorporado en el DSM-5. El manual psiquiátrico que compila enfermedades de salud mental reconocidas por la comunidad médica explica que, un trastorno ansioso, implica mantener esta permanente sensación de preocupación excesiva durante la mayor parte del tiempo por al menos 6 meses. Además, ésta debe generarse a raíz de distintos eventos y no solo a partir de una situación puntual. Los detonantes de la ansiedad pueden ser de toda índole: trabajo, la vida familiar, estudios, situación económica, etc. La persona es incapaz de controlar el sentimiento de preocupación y presenta al menos 3 de los síntomas propios de la ansiedad.

Sin embargo, esta emoción que posee una carga profundamente negativa, puede tener también otra cara. En su libro Future Tense: Why Anxiety Is Good for You (Even Though It Feels Bad), la investigadora y Ph.D en psicología clínica especialista en regulación emocional Tracy Dennis-Tiwary, explica que la ansiedad no necesariamente tenemos que percibirla como una emoción dañina o debilitante. Y en su libro, la especialista norteamericana aborda precisamente la idea de la ansiedad entendida desde otra perspectiva: como una cualidad adaptativa de los seres humanos que nos permite ser resilientes. En el texto desarrolla el cómo aprender a navegar de forma estratégica esta emoción, dejándola ir en las instancias en las que no es de utilidad o en las que se sale de control y se vuelve una preocupación desproporcionada.

Y es que, en un mundo que pareciera estar inundado por la ansiedad —según un reporte de la OMS los niveles de ansiedad y depresión han aumentado un 25% desde el inicio de la pandemia—, es más importante que nunca contar con herramientas para manejarla. Pero no solo eso. Tal como sugiere la terapeuta norteamericana Tracy Dennis-Tiwary, podemos incluso aprender a usarla a nuestro favor.

La psicóloga clínica Verónica Aliaga concuerda con que existe un fuerte estigma hacia la ansiedad. “Socialmente es vista como un problema, una limitante, que genera malestar a nivel emocional, físico, cognitivo y conductual. Naturalmente, nadie quiere sentirse así”, comenta. Y agrega que, en su experiencia clínica, muchos de sus pacientes llegan a consultar precisamente por síntomas ansiosos y porque lo perciben como un problema que tienen que eliminar de sus vidas. Sin embargo, Verónica explica que intentar erradicar la ansiedad de nuestras vidas genera el efecto opuesto. Si la combatimos se vuelve aún más intensa. “La ansiedad no necesita que la controles o la evites, necesita que la escuches”, agrega.

La psicóloga explica que la ansiedad funciona como un sistema de alarma que nos avisa y nos alerta de cosas que no andan bien para protegernos y prepararnos. Comenta que, una buena analogía para entender lo que pasa cuando suprimimos la ansiedad por completo es lo que ocurre con el despertador de un teléfono que posponemos eternamente. “La alarma sigue sonando, nos interrumpe el sueño y entre más pospongamos, es peor”, aclara. “Lo mismo ocurre con la ansiedad. Si no conectamos con su mensaje y no la escuchamos, cada vez se hace más fuerte y el malestar aumenta”.

Pero sentir ansiedad es mucho más que simplemente incomodidad y miedo al futuro. Una investigación realizada en el Instituto Francés de Salud e Investigación Médica observó los efectos de la ansiedad en el cerebro de los seres humanos. Los resultados mostraron que las personas ansiosas procesan las situaciones amenazantes en regiones diferentes del cerebro. “Antiguamente se creía que la ansiedad solo conducía a una sobre sensibilidad a las señales de peligro”, explica el documento. Sin embargo, la nueva evidencia dejó en claro que la forma en la que las personas ansiosas procesan este tipo de información, tiene un propósito útil. “Las personas con ansiedad utilizan regiones del cerebro que son responsables de generar acción cuando se trata de situaciones amenazantes”. En otras palabras, la ansiedad puede ser usada como una señal de alarma para alejarnos de situaciones potencialmente peligrosas, o como un catalizador para movernos hacia nuevos proyectos y objetivos. Y este segundo aspecto es precisamente el foco que debemos darle a la ansiedad según explica la Ph.D en Psicología Tracy Dennis-Tiwary. “Cuando entendemos la ansiedad como información que nos energiza en vez de asustarnos y desgastarnos, puede ayudarnos a ser más innovadores y creativos”, comentó la especialista en una entrevista para la consultora McKinsey & Company.

Verónica Aliaga agrega que, para que poder darle una vuelta a la ansiedad y utilizarla a nuestro favor, la clave está en la gestión emocional. “Es fundamental el autoconocimiento. Aprender a identificar cómo se manifiesta la ansiedad en mí, por qué se produce, cuándo, de qué forma, etc. Todo esto nos proporciona información súper valiosa, que permite entender y aceptar lo que nos está pasando y conectar con el mensaje tras la ansiedad”. La psicóloga enumera una serie de técnicas que, desde la psicoterapia, puede ayudar en el proceso gestión de la ansiedad. Algunas de ellas son la exposición progresiva al estímulo, el autoconocimiento y técnicas de respiración y relajación o mindfulness. Pero sin duda una de las más importantes es la reestructuración cognitiva, que según explica la especialista, apunta a cuestionar las creencias base de la ansiedad.

Y es que como explica el propio título del libro de Dennis-Tiwary, la ansiedad puede ser buena incluso si nos hace sentir mal. En una entrevista para el diario británico The Guardian, la autora explicó que la ansiedad se diferencia del miedo porque en este último caso, la emoción es la respuesta a un peligro que es real e inminente. “La ansiedad en cambio es sobre la incertidumbre”, explica. “Es la sensación de que algo malo podría pasar pero no sabemos si va a ocurrir o no”. El punto clave está precisamente en esa incógnita que nos da una esperanza y un impulso para actuar. La posibilidad de peligro nos hace movernos para reducir esas probabilidades. Si sentimos que podríamos reprobar un ramo y el examen final nos genera ansiedad o si tenemos una conversación pendiente con un jefe o un colega respecto de un tema que nos genera esta sensación de malestar, el efecto puede ser paralizante. Pero también puede ser interpretado como un llamado de alerta para actuar. Motivarnos a estudiar o a prepararnos para esa conversación para ser elocuentes y claros en el mensaje. Porque el problema, según Dennis-Tiwary, no es la ansiedad en sí misma, sino que son nuestras creencias en relación a ella y nuestra obsesión por erradicarla de nuestras vidas. “La ansiedad está diseñada para hacernos sentir mal”, explica. “El corazón se agita, los vasos sanguíneos se contraen. Eso hace que te pares y escuches con atención”. Pero el que sea incómoda e incluso angustiante no implica que sea algo negativo. Por el contrario, es la emoción que nos permite situarnos adelante en el tiempo e imaginar posibles futuros. En este sentido, más que el villano de moda en lo que a salud mental se refiere, la ansiedad puede ser una emoción para actuar y crear. Todo depende de cómo interpretamos esa ansiedad.

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