En los últimos años, la salud mental ha pasado de ser un tema tabú a ocupar espacios importantes en las redes sociales. Los trastornos de ansiedad, por ejemplo, se analizan, comparten y debaten en reels e historias de Instagram, los hashtags relacionados a estos temas tienen millones de visitas en TikTok. Y aunque lo aconsejable es siempre consultar con un especialista, se puede decir que el tema se habla con menos tapujos y circula –con mayor alcance– hacia los jóvenes.

¿Pero qué pasa con las personas mayores? La ansiedad es un trastorno de salud mental que está lejos de ser ajeno para ellos: un estudio de 2018 en seis países europeos arrojó que más del 17% de los consultados había experimentado una patología de este tipo en el último año. En Chile, una investigación del Observatorio del Envejecimiento de la UC realizado en 2021 concluyó que casi un 40% de los chilenos mayores de 60 años sufre de depresión y que más de la mitad de ellos vive con un trastorno de ansiedad.

“En los trastornos de ansiedad el eje central del sufrimiento de estas personas está puesto en los síntomas ansiosos. Puede ser el trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad generalizado, los trastornos derivados del estrés y el trauma, las fobias. En distintas partes del mundo se ha visto que son los más prevalentes dentro de los trastornos de salud mental de la gente mayor. Por eso es importante relevar el tema”, dice Susana González, gerontopsiquiatra e investigadora de la Universidad Católica

En Estados Unidos, donde es el trastorno psicológico más común entre los adultos, se le ha puesto especial atención a este tema luego de que un proyecto de recomendación de un influyente panel de expertos independientes –el United States Preventive Services Task Force– encendiera las alarmas. El grupo recomendó que los adultos entre 18 y 64 años deberían someterse a pruebas de detección de ansiedad aunque no presenten síntomas o expresen preocupación por un determinado problema de salud. Sin embargo, el grupo aseguró que en el caso de las personas de 65 años o más, no se encuentran pruebas suficientes entre los “beneficios y perjuicios” para analizar la ansiedad en ellos. “Es un llamado enérgico a la investigación clínica necesaria”, aseguró al New York Times, Lori Pbert, psicóloga clínica que formó parte del informe.

En respuesta, una editorial de la revista académica JAMA Psychiatry,  señaló que solo un tercio de las personas mayores con trastorno de ansiedad generalizada recibe tratamiento en ese país. Un hecho preocupante, explicaron en la publicación, si se tiene en cuenta la relación entre la ansiedad y los accidentes cerebrovasculares, la insuficiencia cardíaca, la enfermedad coronaria, las enfermedades autoinmunes y la demencia.

Más común de lo que se cree

Es frecuente que las personas mayores presenten trastornos de ansiedad, asegura Catalina Tapia, psicóloga y miembro de Bienestar Mayor. Un hecho que se evidenció sobre todo después de la pandemia, período que fue muy estresante para este grupo etario al ser población de riesgo.

Pero además, en esta etapa de la vida hay una serie de cambios que pueden desatar distintos trastornos mentales. La jubilación, por ejemplo, es uno de ellos. “Las personas tiene que enfrentarse a situaciones que no están preparadas para vivir. Cuando se jubilan pasan a tener otro estatus, el de jubilado. Dejan de producir y eso tiene una carga social con una connotación negativa”, dice Agnieszka Bozanic,  psicogerontóloga y presidenta de Fundación GeroActivismo.

La experta explica que existen pocas cifras e investigaciones sobre la ansiedad en Chile, a pesar de ser un trastorno bastante prevalente en las personas mayores y especialmente en las mujeres.

Durante esta etapa también se experimentan pérdidas en los roles sociales, problemas de salud y un fuerte miedo a las enfermedades y la muerte. Se viven además duelos de parejas, familiares y amigos. “Sin embargo, estos estados ansiosos también aparecen por las mismas razones que en cualquier otra etapa vital, entre las que destacan conflictos familiares, vivencias difíciles y/o traumáticas”, explica Tapia.

Otro de los grandes tabúes que pueden generar ansiedad en las personas mayores, detalla Tapia, es la sexualidad. En esta fase de la vida, este tema puede generar inquietud y las incertidumbres se agravan por una serie de estigmas y prejuicios que vuelven el tema invisible.

Confusión en los síntomas

Muchos de los síntomas de la ansiedad –palpitaciones, temblores, dificultad para respirar, ahogos, dolor en el pecho, fatiga, mareos entre otros– en los adultos mayores son erróneamente relacionados exclusivamente a signos y cambios de la vejez. Eso genera que muchas personas no reciban ayuda psicológica a tiempo.  “En cualquier etapa del ciclo vital es importante la salud mental y sobre todo en la identificación de síntomas en relación a estos cuadros ansiosos y depresivos. Muchas veces se confunden los cuadros por lo que es importante contar con profesionales que sepan identificarlos en personas mayores. No es lo mismo un joven ansioso que una persona mayor ansiosa y muchos profesionales se pierden en eso”, explica Bozanic.

Para González esta “tendencia de atribuir cualquier queja a la edad” envía dos mensajes que pueden ser muy destructivos. “Primero, es decirles, esto es lo que toca en esta etapa de la vida y segundo, ya no hay nada que hacer. Así se pasan por alto diagnósticos muy importantes”.

Una de las grandes razones de por qué se cae en este simplismo es por los los estereotipos y prejuicios que la sociedad tiene interiorizada con respecto a la vejez. “Está directamente relacionado con los estereotipos que tenemos acerca de la adultez mayor, y el denominado ‘viejismo’ que hace referencia a la discriminación que sufre este rango etario. Se cree que las personas mayores inevitablemente enfermarán, tenderán a perder la memoria y tendrán dificultades cognitivas y emocionales. Sin embargo, no es así. La adultez mayor significa un inevitable deterioro físico, pero no necesariamente uno psicológico”, dice Tapia. Para ella, es clave integrar la formación de Psicogerontología –especialistas en psicología de la tercera edad– para disminuir las creencias limitantes de profesionales que muchas veces afectan negativamente a la efectividad de los tratamientos.

Además, son las mismas personas mayores las que a veces minimizan sus síntomas por creer que están estrictamente relacionadas a su edad. “Pasamos toda la vida con una mochila de estereotipos y creencias falsas. Llegan mujeres y hombres a los 60 años con una serie de mitos tremendos de cómo es vivir la vejez. Se limitan, se aíslan y minimizan su propia sintomatología que pudiese corresponder a un cuadro anímico y eso es peligroso”, dice Bozanic.

Error en los diagnósticos

Cuando se analiza la salud mental en las personas mayores se suele pensar inmediatamente en la demencia, dice González. “Cuando la gente de salud se enfrenta a una persona mayor de antemano piensa que lo más probable es que pueda tener dos cosas: o tiene demencia o tiene un cuadro depresivo, y hay una tendencia a poner el diagnóstico a la exploración. Entonces se tiende a ir de estas vías más estereotipadas”, dice. “Y como las demencias no tienen un tratamiento curativo se dice, ¿para qué? Es como si hubiera que darle paso a los demás hacia el acceso de los dispositivos de salud mental y eso una tontera”, añade. Para la experta, hay una gran carencia de profesionales de distintas áreas que se dedican al tema.

También hay una serie de prejuicios que se cuelan a la hora de otorgar tratamientos adecuados. “Se dice que la gente mayor no cambia, que es rígida, que son todos iguales. Y no es así. En el ámbito psíquico, si una persona mayor quiere cambiar, va a cambiar. Pero sigue habiendo prejuicios desde el punto de vista del acceso y de las oportunidades a las que pueden acceder. Se sigue mirando a la población mayor como de segunda categoría”, explica.

Las especialistas concuerdan en que es clave tratar la salud mental en todas las etapas de la vida, incluyendo la vejez, porque esto podría mejorar en gran cantidad la calidad de vida de las personas mayores que sufren trastornos ansiosos. “La adultez mayor significa un inevitable deterioro físico, pero no necesariamente uno psicológico. A menos que padezcan de alguna demencia, discapacidad o trastorno. De ahí la importancia de la identificación de síntomas ansiosos y realización de diagnósticos tempranos en esta etapa vital”, dice Tapia.