Austera

No tiene computador ni menos Facebook. Se compra ropa cuando se le rompe de tanto usarla. Estudió en un colegio caro, pero salió sintiéndose ignorante. Así es Antonia Santa María, la actriz de 26 años que interpreta a Violeta, una niña maltratada brutalmente en El Señor de la Querencia, la teleserie nocturna TVN.




Cuando Antonia Santa María nació, su hermana mayor Constanza, hoy periodista de Teletrece, la adoptó como muñeca. La mudaba y le cambiaba los vestidos rosados que cosía la madre de ambas, una parvularia que dejó los jardines infantiles para criar a los cuatro hijos que tuvo con su marido, un abogado muy lector. Pronto la pequeña Antonia creció y fue la más puntuda de la familia.

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"Pimientita", le decían.

–La Antonia cuestionaba todo y ponía los temas más espinudos sobre la mesa, sin ningún pudor. Su tema favorito, el sexo y la igualdad– describe Constanza Santa María.

Actualmente Antonia es Violeta en El Señor de la Querencia, la teleserie nocturna de TVN. La maltratan a tal punto que el Sernam está atento a que la ficción no se pase de la raya. Objetiva, la hermana periodista le resta importancia a la polémica:

–Tenemos claro que esto es una teleserie, ¿quién podría confundirse?

La madre de Antonia sigue los capítulos religiosamente. Y si no alcanza a verla, la graba. Antonia no vive con ella. Desde hace un tiempo, comparte departamento con una amiga en Providencia. Sin embargo, visita a sus padres constantemente. La hija les cocina delicias orientales aliñadas con curry y coco en una olla marroquí de greda.

–Antonia prepara unos camarones deliciosos que compra en promoción porque es lo más apretada que hay– acusa Constanza, risueñamente.

Además de apretada es matea. Lleva un cuaderno con recortes y anotaciones de la historia de Chile o de cultura pop para armar el contexto de cada personaje que debe interpretar. El de tapas moradas era el cuaderno de Violeta. Lo llenó con historias, dibujos de época y biografía de personajes históricos importantes como Luis Emilio Recabarren. El cuaderno del próximo personaje, una rebelde sin causa que aparecerá en la teleserie del segundo semestre de TVN, incluye recortes de la escarmenada y estrambótica cantante británica de soul, Amy Winehouse.

Al estudio de sus personajes agrega un análisis de eneagrama, un sistema que clasifica las personalidades en nueve arquetipos. Antonia asegura que ella pertenece a la personalidad número uno del eneagrama.

–Estructurada y moralista. Trato de hacer siempre lo correcto. Casi nunca me salgo de lo que creo que está bien. Así me criaron. Así criaré a mis hijos.

El aroma de esta crianza: el de una estufa a parafina mientras ella se quedaba dormida en la alfombra y su mamá cosía sus vestidos. ¿Y la banda sonora? Un cassette de Silvio Rodríguez dando vueltas en la radio del auto familiar donde cabían cinco, pero viajaban seis.

A rodar la cinta.

Nietas de Pinochet

Descríbeme la actuación que más te pedía tu familia cuando eras chica.

Hacer de Yuma Marruá. Mi mejor amiga hacía de Juventino. Hacíamos los protagonistas de la teleserie Pantanal, aunque no la veíamos porque no nos dejaban. Nos aplaudían, éramos un éxito. Éramos muy amigas y siempre pareja de teatro. No sé por qué ella siempre era el hombre y yo la mujer. A mí me costaba más ser el hombre, ella estaba más dispuesta. También hicimos Carrusel, la teleserie infantil mexicana. Y obvio que yo era María Joaquina y ella, Cirilo.

Pobre amiga.

Atroz. Yo me imponía todo el tiempo. En todas partes. En el colegio era de temer.

Estudiaste en el Apoquindo. ¿Cómo era ese colegio?

Derechista, y por eso fue muy complicado para mí. Los 1o de mayo llegaban los militares. Había mucho cuento con Pinochet, porque sus nietas estudiaban allí. A los de mi familia les decían "los comunistas", aunque no me sentía discriminada. Lo pasé increíble.

¿Hablabas con las nietas de Pinochet?

No me tocaron de compañeras. Tampoco me acuerdo haber dialogado con ellas, pero todo el mundo sabía que eran nietas de él.

Pobrecitas.

No sé si pobrecitas en ese ambiente donde todo el mundo –o la mayoría– alababa a Pinochet.

Entonces pobrecita tú, que eras la comunista.

Claro. Pero a mi generación tampoco le tocó tanto. No éramos tan políticos. Para el Sí y el No yo estaba en prekínder.

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Qué raro que tus papás te hayan matriculado allí.

El colegio lo fundó el padre Carlos Schneider, un cura francés que había sido maestro de mi papá. Su idea era educar gente culta y religiosa. Después se masificó el proyecto y entró gente con mucha plata, muy derechista.

¿En qué se notaba la plata?

Era gente que ni siquiera tenía tanta, pero ostentaba mucho. Se fijaban sólo en el auto y la tontera, y menospreciaban la cultura. No todos los padres eran profesionales. No habían ido a la universidad, pero tenían plata. La seguridad estaba puesta en las cosas, no en el conocimiento, y eso se notaba. No quiero criticar, pero mi papá es abogado, gran lector, intelectual, de una familia de intelectuales y artistas. Entonces yo llegaba a mi casa y tenía otra cosa: libros y cultura. Mis panoramas no eran ir a La Parva a esquiar, sino estar en el campo y leer. Así crecí. Eso tengo dentro.

Money

Ahora que trabajas, ¿qué haces con la plata que ganas?

Ahorro, ahorro y ahorro. Típico que entras a la tele y cambias tu estilo de vida, te compras un auto último modelo y botas el viejo. Yo no he hecho eso. No me gusta así la vida. Lo más valioso que he hecho con la plata es irme a vivir sola. Vivo en un departamento antiguo, bien helado, con piso de parqué. La pieza más chica es la mía porque no tengo mucho con qué llenarla. Mi compañera de departamento es diseñadora teatral, así que ella se encargó de amoblarlo.

¿Por qué tan poca onda con la plata? Algo debes comprar…

Sí, tengo dos cosas: un cuadro que le compré a una amiga, incluso antes de tener dónde colgarlo. Ese cuadro fue mi motivación para buscar casa: quería tener un living propio para ponerlo. Si lo colgaba en la casa de mi mamá, ahí se iba a quedar. Lo otro que tengo es un sillón del Persa Bío Bío, hecho a partir de un respaldo de cama, y que retapicé con terciopelo morado y florcitas.

Me imagino que tampoco eres trapera.

Tampoco. No soy consumista. No cacho en qué tiendas hay ropa linda. En general, tengo que pedir ayuda. Cuando me llego a comprar algo le doy hasta que se rompe. Las cosas lindas las uso tanto que pasan a ser cotidianas. La mayor parte del tiempo ando en jeans y zapatillas.

Supongamos que te doy el día libre y un turro de plata para gastar. ¿Qué haces? ¿Para a dónde te vas?

A mi cama, a dormir. ¡Me encanta! Soy absolutamente buena para la pestaña y espero seguir siéndolo. También me gusta comer rico. Soy buena para el sushi y la comida peruana. El sushi lo hago yo, eso sí. También haría un plato de camarones con almendras, que en mi familia es muy aplaudido. Tengo ollas especiales y todo.

¿Te enseñaron a cocinar en tu casa?

Ahora mi mamá cocina exquisito, pero antes sólo hacía arroz con carne. Y yo decía "Agggkkk: ¡de nuevo arroz con carne!". No podría volver a comer eso, me pondría a llorar. Menos mal que mi mamá se puso a cocinar. Aunque se fue al otro extremo, todo muy sofisticado. ¿Te has fijado que hoy comer camarones es de lo más normal? Antes parece que no era así. Quizás antes era la época del arroz con carne. Ahora es la época de la comida de restorán.

¿Tú vas a restoranes?

No tanto, porque me lo comería todo. Prefiero cocinar yo. Además, es muy caro ir.

La hermana mayor

¿Cómo te llevas con tu hermana mayor, Constanza?

La adoro. Le pregunto todo porque es mi referente. No siempre hago lo que me dice, pero me importa su voz. Cuando yo era chica dormíamos juntas, así que sabía toda su vida a una edad donde no tenía que saber tantas cosas.

¿Te contaba todo?

Sus amigas dormían en la casa y estaban ahí en la pieza, entonces yo paraba la oreja.

Por eso saliste tan agrandada.

Sí, yo creo que por eso.

¿Nunca te tiró ser periodista como ella?

¡¡No!! Siempre quise ser actriz. Desde chica lo tenía muy claro. ¡Ella tenía que estudiar tanto! Tengo la imagen de llegar a las cinco de la mañana y verla estudiando, con tremendas ojeras. Me acostaba, me despertaba y ella seguía estudiando.

¡Qué matea!

Insoportable.

Antonia, ¿qué personaje eras tú en tu familia? ¿Qué decían tus padres de ti? ¿Tus hermanos de ti? ¿Tu abuela de ti? ¿Tú misma de ti?

Que era agrandada. Por eso siempre estaba metiendo la pata. Cruzaba los cuentos de mi hermana o le contaba algo que no debía decir a sus amigas. Enredaba todo.

¿Tienes amigas?

En general me entretengo más con los hombres que con un grupo de mujeres. Me aburren. Antes me aburría más, eso sí. Ahora las paso más.

En tu colegio separaban a los hombres de las mujeres. ¿Cómo te las arreglabas para ver a los chiquillos?

El colegio estaba dividido en sector "hombres" y sector "mujeres". Nos separaba una reja. Para juntarnos había que cruzarla.

¿La cruzabas?

Por supuesto. Vivíamos esperando el recreo para pasarnos al otro patio.

Y al revés. ¿Ellos cruzaban el patio de mujeres?

Nos juntábamos en la reja, pero en general las mujeres cruzaban más hacia el patio de los hombres. Era muy raro ver a un hombre en un recreo de mujeres. La excusa era ir a comprar al quiosco de ellos o mirarlos jugar a la pelota. Ahí había que esperar a que te fueran a comprar un maní para conversar.

Entre maní y maní, ¿pinchaste?

Siempre. Mi primer pololo fue en tercero básico.

Qué fresca.

Ahí empecé a preferir a los hombres. Era amiga de ellos. Les daba besos en la cara, lo más perno del mundo. A los dos meses, esperaba un chocolate de regalo de aniversario de pololeo.

¿Conseguiste muchos chocolates?

De tercero a séptimo básico sí, pero después nunca pololeé. Era "la amiga". Después pololeé cuando salí del colegio. Ahora llevo tres años con un hombre muy especial.

¿Vives con tu pololo?

Antes vivía con mis papás y ahora estoy en la etapa de que quiero vivir con mi amiga. Él es muy bien recibido en mi casa, pero tenemos harto tiempo todavía. En el fondo soy más conservadora de lo que digo. No es que tenga rollo de vivir con alguien, pero no viviría con cada pololo. Me gustaría irme a vivir con el hombre de toda mi vida. Pero me voy con calma, ahí me sale lo conservador.

Nintendo Wii

¿Qué te parece que la sociedad esté dividida en clases sociales?

Las clases existen y quizás van a existir siempre. Menos mal que a mí me tocó vivir en una generación que busca que no se note la diferencia entre las personas. Somos jóvenes de clase alta que a veces nos vestimos como raperos. Uno puede decir ¡qué tonto!, pero venimos de unos padres a quienes les tocó tan fuerte el clasismo con la UP y Pinochet que nosotros queremos igualarnos, que no se note la diferencia.

¿Dices que los apellidos no importan?

Digo que ojalá nadie sepa tu apellido. A mí nadie me dice "¿La Antonia cuánto eres tú?". Nadie pregunta eso, da vergüenza. A nosotros no nos importa de dónde viene la gente. Qué importa.

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¿Tampoco importa de qué colegio uno sale?

Con todo respeto, preguntar de qué colegio vienes ¡qué importa!

¿Crees que se logra esa igualdad?

No sé si se logra que no se note, pero hay unas ganas tremendas de parte de los jóvenes de que no se note.

Compara la educación pública con la privada. ¿Se parecen?

Tengo dudas con echarle la culpa de todos los males a la educación pública. En la escuela de Teatro se suponía que yo venía de un muy buen colegio, pero me sentía totalmente ignorante e inculta. A nosotros no nos enseñan a pensar ni a reflexionar, por lo tanto no teníamos la motivación de investigar y estudiar. Yo, en parte, le echo la culpa a internet. Si bien es una muy buena herramienta para acceder a la información, frena radicalmente la reflexión. Aceptamos no más, sin comprobar ni cuestionar.

En serio ¿te sentías ignorante en la escuela de Teatro?

Había gente de colegios públicos que me dejaban para atrás. Había que ponerse a estudiar nomás. Un colegio no te garantiza conocimientos, uno es quien tiene que buscar lo que se mete en la cabeza.

¿Qué te metían a ti en el Apoquindo?

Enormes pedazos de texto dictados. Mientras escribía, me decía a mí misma, en silencio: "¡qué cosa más fome!". Después, menos mal que tuve un profesor de Historia que contaba historias buenas y quizás sus anécdotas no eran tan reales, pero al menos entusiasmaban. Me hacía imaginar y después me daban ganas de comprobar si todo era cierto. Así se avanza.

¿Cómo criarías tú a un niño?

Igual que como me educaron a mí en mi casa. Yo me basaría en el amor y en la cultura, nunca en la plata, aunque haya plata.

O sea que sin play station, por ejemplo.

Soy anti play station. Soy anticonsumo. No tengo computador. No, no, no. Uso el de mi pololo para ver el mail. No sé ni bajar música.

Menos tienes facebook.

Yo soy anti todo eso. ¿Chatear? No sabría ni cómo hablarle a alguien. A mí nadie me dijo que el play station era malo, pero me acuerdo que tuvimos un nintendo y al mes nos aburrimos.

¿Y si tus hijos quieren un Wii?

Si lo quieren y puedo hacerlo… pueder ser, pero me tinca que se van a aburrir igual que yo.

¿Tuviste una Barbie al menos?

Sí, dos: una de pelo negro hasta los tobillos y otra que se peinaba sola. No tengo trauma con la Barbie. No recuerdo haber querido parecerme a una. Tampoco hice la relación Barbie-es-igual-a-anorexia. Me la regalaron para la Navidad del año en que atropellaron a mi hermana Constanza, cuando ella tenía 15 años. Pasamos Pascua y Año Nuevo con la Cony en la clínica. Yo tenía mucho miedo. Y aún así no quedé traumada.

¿Dónde armarías tu hogar cuando tengas familia y esas cosas?

En ningún otro lugar del mundo que no sea Chile. Me imagino en Buenos Aires o en Holanda, pero un rato no más porque soy apegada, no tengo rollo en asumirlo. Cuando estuve en Nueva York pensé: "Esto es una locura". Pronto aluciné con andar en el metro a las cuatro de la mañana con un negro rapero al lado cantando. Yo de cabra chica me creía dueña del mundo, pero mi lugar sé que está en Chile, no en Estados Unidos. Soy antiimperialista, no miro para allá. Además, con el idioma inglés no tengo onda. Soy mala para el inglés.

¿Te gusta la Presidenta?

La han criticado tanto a la pobre. Encuentro que le falta autoridad. No tiene que ver con el género, porque yo en mi vida tengo figuras femeninas y masculinas muy fuertes. Eso no tiene que ver con ser hombre o mujer. Pero falta que nos guíe más. Que sea más autoritaria.

Entonces elígete a una Presidenta nueva. Ahora. Al tiro.

La Cony. Mi hermana.

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