Revisar las redes sociales de tu pareja, comunicarse constantemente cuando no están juntos y plagar de normas la relación, son ejemplos de conductas asociadas a los celos, dice la psicoterapeuta Dominique Karahanian (@psicologianarrativa). Uno de los orígenes de estos, se atribuye a los patrones de relación que vemos en nuestros papás. Y es que el cómo se relacionan entre ellos y con nosotros mientras somos niños y niñas, influye en la idea que tenemos de qué es y qué no es amor. “Esos patrones se van replicando, apoyados con la cultura, que normaliza los celos como una forma de amor, bajo esa idea, amar es tener al otro”, agrega.

Hace veinte años el dicho “el que te quiere, te aporrea” era muy popular. Tanto así, que llegábamos a relacionar la violencia con que el otro pudiera estar enamorado de nosotras. Hoy, ocurre algo similar, pero con los celos. Y es que se ha normalizado estos, y además el hecho de ser la prioridad de la pareja, significan amor, dice Karahanian. “Hay muchas veces que sentimos que si el otro no es celoso conmigo, en realidad no me quiere tanto, en vez de pensar que el vínculo que he construido es tan sólido, que no necesito que estén constantemente encima mío preguntándome, por ejemplo, dónde estoy, para sentir que me aman”, asegura.

Sumado a estos factores, hay algo que nos hace más o menos propensos a tomar conductas posesivas y celosas. Se trata de nuestro estilo de apego. Así lo confirma la ciencia. En el estudio “Adult Attachment and Relationship Jealousy” (Hazan & Zeifman, 1994), las personas con un estilo de apego ansioso mostraron niveles más altos de celos y una mayor preocupación por el abandono en comparación con las personas con estilos de apego seguros o evitativos. Asimismo, el estudio “Attachment and Jealousy: The Mediating Role of Attributional Processes” (Lay et al., 2003) reveló que las personas con un estilo de apego ansioso tendían a hacer atribuciones más negativas y a interpretar eventos ambiguos en el contexto de sus relaciones románticas de manera más amenazante, lo que aumentaba la experiencia de los celos.

La teoría del apego

Esta teoría, en psicología, explica cómo las relaciones cercanas entre los bebés y sus cuidadores influyen en su desarrollo emocional y social. Según ella, los bebés desarrollan un apego emocional hacia sus cuidadores principales, generalmente los padres, que les brinda seguridad y protección. Este apego se forma a través de interacciones repetidas y sensibles, donde los cuidadores responden de manera consistente a las necesidades del bebé. Los diferentes estilos de apego, como seguro, ansioso o evitativo, se desarrollan en función de las experiencias tempranas y pueden influir en cómo nos relacionamos con los demás en la edad adulta, incluyendo la forma en que experimentamos los celos y la intimidad en nuestras relaciones románticas.

Las personas que tienen un estilo de apego inseguro ansioso tienden a sentir constantemente la amenaza de perder a su figura de apego, explica Carolina Ulloa, psicóloga clínica especialista en terapia familiar y de parejas (@terapiafamiliaryparejas). “Son las experiencias que vivieron en su infancia, donde aprendieron que los cuidadores o figuras de apego son inconsistentes: van a estar y no van a estar, son impredecibles. Y esto dificulta que se sientan seguros. Entonces son adultos o adultas muy demandantes, muy exigentes, que se sienten amenazados por señales que no necesariamente son amenazantes y no se responsabilizan además de que estos celos, estas llamadas de atención que tienen hacia el otro, provienen de su historia, sino que se lo atribuyen a su pareja”, dice Ulloa.

De esta forma, explica la psicoterapeuta Karahanian, el cómo reaccionemos frente a una amenaza en este ámbito, tiene que ver con la forma en la que hemos establecido nuestro vínculo amoroso. “El tener un vínculo más seguro, inseguro o ansioso, tiene que ver con una misma. Con el que, por ejemplo, cuando por largos periodos de tiempo durante el día no sé de mi pareja, de inmediato me pase o no la película de que está con otra persona. Si me siento segura en el vínculo en ese sentido no voy a necesitar de la reafirmación constante.

Hay una tendencia con la historia de las relaciones que se va repitiendo, pero es porque lo aprendimos y por supuesto que hay que desaprenderlo, hay que deconstruirlo. Es, en el fondo, desmontar la idea de qué es amar. No estoy diciendo que sea fácil, y al contrario, es complejo porque te cuestiona la sociedad. El “cómo dejas a tu marido salir solo de noche” es fiel reflejo de eso. Entonces hay que estar muy seguro de la relación y ser capaces de soltar la importancia de lo que los otros piensen para finalmente tener un vínculo sano”, explica.

Esta necesidad de exclusividad de los afectos y la atención no necesariamente siempre tiene que ver con carencias. Y es que, como en cualquier relación, hay una cuota de reciprocidad esperable, que es totalmente normal, explica Carolina Ulloa. “En las relaciones monógamas hay una jerarquización de los vínculos, donde yo espero ser tan importante para mi pareja como lo es mi pareja para mí. Eso es natural en un vínculo de apego, donde hay una mayor conexión y dependencia. Allí me regulo con esta otra persona, cuento con ella. Es muy útil pensarlo desde la imagen de un cargador de celular. Como si fuéramos celulares y esta persona especial, mi cargador. Es mi refugio, mi lugar de contención. Necesito de esa conexión para poder recargarme y luego volver a salir al mundo con autonomía. Así como yo lo doy, espero tu atención, afecto y exclusividad, porque así lo hablamos, porque así hicimos nuestro contrato de pareja. El problema surge cuando nos desregulamos y vemos cosas donde no las hay”, concluye.

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