Apoyo a la maternidad
La baja sostenida en la tasa de natalidad y el envejecimiento de la población es algo que preocupa a nuestro país desde hace ya varios años. Esto nos lleva a preguntarnos qué hay detrás de estos números: ¿por qué las familias en general, y las mujeres en particular, parecieran no querer tener hijos?
Sin duda, los proyectos y estilos de vida han cambiado en las últimas décadas y hay muchas personas que deciden legítimamente no tener hijos. Nuestra sociedad actual comprende y apoya que existe una diversidad de formas de vivir y que no es “obligación” ser padres, a pesar de que, sobre todo en el caso de las mujeres, esto sigue siendo motivo de cuestionamiento en algunos sectores. ¿Qué pasa, sin embargo, con el apoyo que necesitan aquellas personas, particularmente las mujeres, que sí lo desean?
Hoy en día, a pesar de los avances que existen en la legislación y en la conciencia cultural respecto de la libertad de las personas, muchas mujeres son cuestionadas también cuando deciden convertirse en madres, enfrentándose a problemas o reproches en el trabajo y teniendo mayores impedimentos para surgir en otras áreas de su vida, cosa que no suele sucederle a los hombres cuando anuncian que van a ser padres. Si una mujer ve que otras son juzgadas por sus embarazos, que muchas más van a ver interrumpido su desarrollo profesional por varios años, o que la falta de corresponsabilidad en el cuidado, las va a llevar en mayor medida que a los hombres a transitar a la informalidad laboral luego de ser madres, no es de sorprenderse que se cuestione si acaso la maternidad es una opción compatible con su propio desarrollo y bienestar.
Las políticas de promoción de aumento de la natalidad deben contemplar los incentivos para evitar que la maternidad sea motivo de discriminación para las mujeres, en tanto ésta conlleva exclusión social y económica, afecciones a la salud mental e incluso aumento de la violencia en una de las etapas más críticas de la vida no sólo de la mujer, sino también de los niños y niñas. Se debe buscar generar los cambios culturales necesarios para que el respeto a la maternidad no tenga que ser obligado por ley, sino que se reconozca como un valor social por la sociedad en su conjunto.
El apoyo social es fundamental para que ser padres y madres sea algo atractivo y viable especialmente para las mujeres, y así como a una embarazada se le recomienda estar tranquila, no someterse a estrés ni a cargas pesadas para que ella y su hijo se desarrollen de manera saludable, también es necesario que nuestra forma de relacionarnos como sociedad facilite, y no entorpezca, la gestación de los proyectos de maternidad de las mujeres, que siempre deberían ser motivo de alegría, porque la maternidad es desarrollo social.
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