"Mi pasión por la cocina tiene que ver con mis abuelos maternos, ambos turcos. A mi abuela Dora la vi cocinar durante toda mi juventud; fue ella quien me enseñó a incorporar especias y moldeó mi paladar. Al morir, nos dejó un cuaderno con sus recetas típicas, muchas con berenjena, tomate, cordero, aceite y garbanzos, ingredientes claves para mí. Ese cuaderno es un referente de vida; en varias partes dice "tantear, probar, ver al ojo", en vez de especificar las medidas. Y de esa manera enfrento todo. No sigo manuales ni reglas rígidas; pruebo, me equivoco, improviso y parto de nuevo. Así enfrento mi profesión -soy arquitecta, pero pinto murales- y mis procesos productivos, en los que la creatividad y la espontaneidad son el motor principal.

Además de la fuerte herencia cultural -quienes entran a esta casa saben que hay orígenes turcos y judíos y que el hummus es un acompañamiento infalible-, de chica me diagnosticaron resistencia a la insulina y eso condicionó mi manera de percibir la gastronomía. Decidí que no sería un problema e hice de mi condición algo positivo. En esta casa no se habla de dietas -mi hija mayor tiene 13 y el peso no es tema- y la comida es un pretexto para generar buenos hábitos; no se prohíbe nada, inventamos la alternativa saludable y sin azúcar procesada, comemos juntos y no se botan las sobras. Ahí me sale la influencia europea posguerra de cuando reinaba la escasez y de la nada se armaba algo delicioso".

Karen Lehmann (44) es arquitecta, artista y mamá de cuatro.