"Llevo seis años en el Teatro Municipal siendo el Maestro Mayor Avanzado en Sombreros. Trabajo en el Taller de Vestuario donde cada uno tiene funciones específicas; están los maestros en tocados, zapatería y postisería. Todos formamos parte de un mismo equipo y trabajamos codo a codo. El mundo de los accesorios es muy amplio. Acá yo no sólo hago sombreros sino también corazas, máscaras, guantes, cinturones, lo que sea. Por ejemplo, ahora estoy pintando a mano una malla de cuerpo entero para Cuento de Navidad.
Desde que era adolescente tengo interés por las artes. Estudié en el Liceo Experimental de Arte y ahí aprendí grabado, dibujo, pintura, escultura, cerámica y fotografía. Lo que más me gustó siempre fue dibujar. A mí mamá la tenía loca porque de chico rayaba todos los cuadernos, las murallas. En invierno dibujaba hasta en los vidrios empañados. Así que cuando salí del colegio me licencié en Bellas Artes con mención en pintura. Por años trabajé haciendo máscaras, utilería y fondos escenográficos para compañías teatrales, programas de televisión y películas. Llegué al Teatro Municipal de Santiago hace seis años, y siento que trabajar en el escenario más importante del país es un desafío diario.
En el Teatro la estructura es bien piramidal. Aquí el reggi es quien se encarga de todo, él ve desde la escenografía hasta el vestuario de una obra. En el Taller de Vestuario lo que le ofrecemos son soluciones para ejecutar sus ideas, que son traídas en bocetos hechos por el diseñador. A veces para montar una mega-producción tenemos sólo dos semanas. Una vez que tenemos claridad de lo que vamos a hacer decidimos qué de eso vamos a comprar, qué vamos a reciclar y qué cosas vamos a confeccionar. Si tenemos que hacer un casco romano y no tenemos la posibilidad de trabajar con metal, tenemos que hacer aparecer el metal. Para Norma, por ejemplo, tuve que hacer un casco y los hicimos con fieltro, pero en el escenario parecía metálico.
Lo que más me gusta es resolver los desafíos. ¿Cómo le damos forma a algo? Eso es para nosotros la creatividad. Aunque sugerimos soluciones, nosotros no creamos diseño, ejecutamos. Hay que ser respetuoso porque aquí se trabaja con oficios y con cánones. Las óperas clásicas tienen cosas marcadas que se representan tal como se hizo en su época. Lo mismo con el ballet. Uno muchas veces comete errores, y hay que saber asumirlos.
Más que un hito en mi carrera, todos los encargos han sido igual de importantes porque son todos únicos. Uno acá trabaja en la contingencia. Un segundo puedes estar muy tranquilo y al siguiente esto puede ser un caos. Actualmente, por ejemplo, estamos en una emergencia porque estamos trabajando en tres obras simultáneamente, una obra que vuelve de gira que hay que refaccionar, una que se va de gira y otra que se estrena en marzo del 2019. La clave es estar bien alerta y dispuesto a solucionar lo que pase. Siempre hay algo que se desajusta, siempre algo cede a última hora.
No tengo horario fijo, pero tengo que cumplir ocho horas en el taller. A veces trabajo sábados y domingos, todo depende de la producción. Para empezar necesito un buen café cortado y recién ahí puedo funcionar. A veces me tomo un segundo café mientras trabajo. Trabajamos con música o en silencio. Siempre hay espacio para echar la talla, pero con respeto. Esto es una cadena, yo no trabajo solo. Soy parte de un engranaje muy bien coordinado. Detrás de cada obra no sólo hay cantantes y bailarines, sino también hay tramoyas, montajistas, maquilladores, vestuaristas, iluminadores y diseñadores.
Acá en el Taller de Vestuario, y específicamente en mi área de trabajo, hay varias directrices importantes. Una es que los sombreros sean prácticos. Por ejemplo, para los bailarines los sombreros no pueden pesar porque en el escenario se tienen que sentir ligeros. En el caso de los cantantes, hay que tener ojo, porque las telas porosas absorben la voz. Lo otro es que los sombreros sean bellos, porque lo que está en este escenario es así, bello.
En el Taller de Vestuario se cose, se pega, se trabaja con moldes, se corta, se tiñe, se ajusta, se mide, se ensambla, se pinta, se arma y se desarma. No nos podemos estresar porque, como dice la frase, "el show debe continuar". Trabajar aquí es un privilegio, pero yo no me creo el cuento. No hay que perder el norte del trabajo. En los escenarios, en general, hay egos muy fuertes, pero uno no tiene que auto-engañarse. Todos nos sacamos la mugre para que un espectáculo salga impecable. Hay que pensar en el espectador y la tradición del teatro, pensar en lo que pasa cuando se ve una obra. Este es un lugar de excelencia, y aquí estamos todos al servicio de que lo que pase en el escenario sea mágico".
Sergio Andrés Valdés Moreno (43) es el Maestro Mayor Avanzado en Sombreros del Teatro Municipal de Santiago.