"Desde chico era bueno para armar y construir cosas. A los 17 años empecé con marcos de bicicletas y con el tiempo se me fue cruzando gente que me enseñó de todo, desde tornería a manejar acero inoxidable, así que aprendí a armar y desarmar. No sé si me interesaba, pero fue pasando. Tuve como maestros a personas que sabían construir autos o máquinas y creo que yo tenía una facilidad para aprender y para manejar piezas. Así descubrí que no soy muy expresivo con mi voz pero sí con mis manos.
Trabajo haciendo máquinas de tatuajes, pero ahora estoy en un momento en que apareció con todo la joyería en mi vida, lo que me tiene muy feliz porque es un arte difícil de dominar. Cuando tenía 26 años conocí a José Barrenechea, quien fue mi maestro de vida y me mostró lo que era la joyería. Con la joyería mi vida creció, aparecieron las matemáticas, la física, la química, la gemología. Se me abrió un mundo nuevo. Me di cuenta que todo lo que había aprendido hasta ese momento se podía complementar a estos nuevos conocimientos.
Partí haciendo ejercicios de soldadura y ejercicios de corte. En esto nunca los resultados son los mismos y hay que ser bien metódico. La joyería son ejercicios que se repiten todos los días. Esto requiere técnica, consistencia y control de la fuerza. Para mí la joyería es un trabajo con una dimensión muy espiritual. Por ejemplo hoy en la mañana estuve cortando con la sierra y para eso necesito tener una postura correcta, saber respirar y manejar la precisión. Saber cómo hacer que la hoja completa toque el metal no es un asunto puramente físico, hay algo más.
Me he ido perfeccionando con los años. Fui aprendiz del maestro José Barrenechea por largo tiempo hasta que el 2018 él murió. No me dedico a vender joyas, lo mío es la joyería de compromiso que implica una minucia y una técnica muy específica. Hay cosas que desde el principio de la joyería se hacen como se hacen hoy y eso hay que estudiarlo a fondo. Yo además me he ido especificando, estudié diamantología y cómo esculpir con buril. Me considero un herrero moderno.
Este lugar es mi taller y prácticamente mi casa. Trabajo a una cuadra de mi departamento y la verdad es que acá estoy todo el día desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche. Llego temprano, después de haber tomado desayuno. Mes a mes vivo de las máquinas que hago para tatuar y tengo que preocuparme de estar al día con esas entregas porque tengo varios pedidos semanales. Puedo hacer entre 20 y 25 máquinas mensuales. Trabajo con citas y los mismos tatuadores me explican qué quieren: pintar, sombrear o hacer líneas, y dependiendo de eso se modifica la fórmula.
Para aprender de estas máquinas tuve que hacer dos cosas: tatuarme y viajar. En Chile había uno o dos constructores que no compartían sus secretos y me tuve que ir a hacer preguntas fuera. La estructura de la máquina de tatuar es relativamente simple, pero afinarse cuesta. Mis primeros intentos fueron bien fallidos, llenos de errores, pero mejoré. Mi primer tatuaje me lo hice a los 16 en la espalda y dice The Beatles porque es mi banda favorita. Hoy me queda sin tatuar sólo una parte de la pierna y de la costilla. A veces los miro y quisiera no tenerlos, es que tengo un hijo de doce años y cuando lo voy a buscar al colegio a veces me miran raro.
Yo no fui al colegio, mi papá me dejó ser educado en casa, llegué hasta octavo básico y desde ahí aprendí por mi propia cuenta. Por lo mismo gano mi plata desde muy chico. Todo lo que he ido aprendiendo me ha llevado hasta aquí, a este ahora, que es lo que más me gusta. Desde chico sueño con la joyería, a veces soñando se me aparece una imagen y después despierto y trabajo hasta conseguirla. Antes tenía miedo, aprehensiones con hacer esto, pero ahora tengo herramientas para concretar mis sueños. Cuando uno toma decisiones piensa que va a haber gente pendiente de lo que uno haga, pero la verdad es que a nadie le importa. Hay que confiar en los instintos.
Me encantan mis días aquí; una mañana puedo estar enfocado en una joya y una tarde en una máquina, cuando me duelen las manos cambio. Me ha ido bien, pero para mí ganar plata es sólo consecuencia de estar haciendo bien tu trabajo. Tengo una rutina diaria de estiramiento de manos y dedos, y si no los hago me da tendinitis, sufro harto de eso. Este espacio donde trabajo es muy mío, acá están mis herramientas, mi música y las cosas que me gustan. En los muros hay arte de tatuaje japonés y americano. Joyas, máquinas de tatuajes. Pareciera que es mucho lo que hago, pero la verdad es que en este trabajo nunca se termina de aprender. Espero seguir viviendo para seguir aprendiendo y seguir mejorando. Para mí eso es el progreso".
Armando Ruiz (32) es diseñador y constructor de joyas y máquinas de tatuajes.