Aquí trabajo yo: Fernando Guajardo

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Hace 18 años con mi señora compramos esta casa en Avenida Brasil para instalar nuestro taller de enmarcado de cuadros y restauración de marcos antiguos. Antes de venirnos a este barrio, tuvimos nuestro negocio por varios años en la calle Lastarria en Santiago Centro donde también habían muchos otros talleres de restauradores y tiendas de antigüedades. Finalmente con el paso del tiempo hemos terminado todos acá, cerca de la Estación Mapocho.

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Los clientes llegan a nuestro taller por referencia de otros clientes. Trabajamos con muchos coleccionistas de arte y con museos porque nuestra especialidad es encargarnos de la recuperación de marcos antiguos. Los marcos con los que trabajamos tienen más de 100 años y fueron fabricados en una época en la que un artista tenía mucho tiempo para dedicarse a elaborar el marco. Son producto de un trabajo manual muy meticuloso y detallado y por eso para repararlos hay que ser muy cuidadoso.

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Yo me he dedicado toda la vida a este oficio porque lo aprendí de niño de mis tíos que trabajaban en lo mismo. Recuerdo que cuando era joven tuve la oportunidad de visitar talleres de restauración de pinturas con una larga trayectoria y me di cuenta de que nadie restauraba los marcos de las obras. Cuando llegaba el invierno, los marcos los quemaban por montones así que había un enorme trabajo que se estaba perdiendo. Piezas antiguas y únicas que con el paso de los años se habían ido dañando y que nadie estaba rescatando.

Mi trabajo como restaurador es la recuperación de lo antiguo y por eso intervenimos las piezas lo menos posible, replicando los mismos procedimientos originales. Usamos materiales de la época como láminas de oro o de plata en vez de pintura. Solo reconstruimos lo que está dañado porque la idea no es alterar el trabajo original.

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Cuando recibimos un marco para restaurar la primera etapa consiste en limpiar o eliminar la purpurina que muchas veces tapa el recubrimiento original. La mayoría de las piezas que nos llegan ya han sido intervenidas por otras personas que las pintan o las tiñen. Ese es un proceso delicado porque hay que aplicar la concentración de diluyente precisa para eliminar las capas superiores de pintura, sin dañar el material original ni su recubrimiento.

En muchos casos las piezas que recibimos vienen con daños en el diseño que que generalmente se fabricaba en yeso. Como son patrones muy intrincados, para replicarlos hay que crear un molde del diseño original con plasticina. A partir de ese molde se fabrica una pieza que reemplaza la parte dañada. Una vez que está seca, se limpia y se adhiere al marco original para luego pintar o aplicar una lámina de oro o plata.

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La mayoría de las piezas con las que trabajo fueron fabricadas en Italia o Francia y eran traídas a Chile en la época del boom del salitre. Los barcos que exportadores a principios del siglo XX se iban cargados de materias primas y volvían a Valparaíso con las bodegas llenas de muebles, pinturas y objetos decorativos como marcos para las pinturas. Un buen marco complementa cualquier obra y la lleva al nivel que realmente se merece.

Con el tiempo he acumulado muchísimos marcos pero también otro tipo de antigüedades. De a poco uno va desarrollando una sensibilidad especial para distinguir cuándo un marco es realmente una antigüedad valiosa y cuando no. Aún si están dañados o tapados con pintura, el ojo entrenado de un restaurador puede ver el potencial de una pieza incluso cuando la apariencia exterior lo esconde.

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Fernando Guajardo es restaurador de marcos antiguos y trabaja junto a su señora en su taller de Av. Brasil 1020.

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