Tengo 30 años y estudié biotecnología y me dedico a investigación y desarrollo en un espacio de cowork científico que se llama Labspace. Funciona como un espacio de trabajo compartido pero específicamente lo que compartimos son laboratorios y equipos científicos. Esta idea nació como a partir de la necesidad de un grupo de universitarios que estudiaron carreras vinculadas con la ciencia y que no querían seguir trabajando ni desarrollando proyectos desde sus universidades. El problema cuando eres científico pero estás partiendo o estudiando es que, al usar los equipos y las dependencias de la universidad, ellos te exigen quedarse con la propiedad intelectual todo lo que tu descubras. La idea de un cowork científico es que permite que estas mismas personas que probablemente no tienen los recursos para equipar un laboratorio por su cuenta, puedan trabajar en un espacio adecuado pero que tengan total control sobre sus descubrimientos y avances.
Acá llegan toda clase de emprendimientos de base científica a arrendar un espacio para poder desarrollar sus investigaciones. Como funciona con un sistema cooperativo, la idea es beneficiarnos todos del trabajo en conjunto y por eso no sólo compartimos el espacio sino que también se prestan asesorías para emprendimientos y compartimos los equipos que cada uno tiene. No tener que comprar equipos, que son muy caros, permite que los emprendimientos que recién están empezando puedan gastar sus recursos en insumos y otras cosas que son súper necesarias para poder desarrollar una idea o un proyecto.
En Labspace actualmente hay varios otros proyectos que se están desarrollando en paralelo como por ejemplo un papel protector para cultivos de uva que tiene una película contra microorganismos que protege la fruta de hongos y otras plagas, o un sistema que permite, a partir de una muestra de DNA de un caballo, predecir cómo será su rendimiento futuro para carreras o para determinar las cruzas entre distintos animales. Yo trabajo en el laboratorio de biología celular y alimentos dónde están elaborando snacks saludables hechos en base a harina de mejillones. También hay un equipo desarrollando productos lácteos, como quesos o yogurt, pero hechos a partir de leche de almendras. El proyecto en el que yo participo directamente tiene como objetivo desarrollar bebidas probióticas para bajar de peso y que funcionan a partir de ciertas bacterias que viven en nuestro organismo y que son capaces de absorber algunos tipos de nutrientes.
La idea de las bebidas probióticas partió porque mi jefe y yo somos muy delgados y en el laboratorio siempre nos molestan porque, si bien comemos bastante y no de forma tan saludable, no subimos de peso. Existe una corriente en la ciencia que sostiene que la microbiota intestinal es lo que determina que una persona que come mucho como yo, no aumente de peso necesariamente mientras que otra persona con los mismos hábitos de alimentación pero con bacterias distintas en su intestino, sí lo haga. Bajo esta idea, estudiamos cuáles eran las bacterias que se habían asociado a personas delgadas y a partir de ellas estamos desarrollando una bebida probiótica que permite que cada persona ingiera este tipo de microorganismos que no son nocivos para el cuerpo sino que por el contrario podrían ser muy beneficiosos.
Lo que más me gusta de la carrera que he seguido es que, si bien está directamente vinculada con la investigación científica, no se queda sólo en la generación de conocimientos. Siempre estamos pensando en la aplicación, en cómo podemos llevar lo que descubrimos a un producto o algo concreto que le sirva a la gente. Poder buscarle un objetivo final a lo que tú haces es lo que más me ha llevado a querer lo que hago. Esa parte creativa es algo que me llena muchísimo y que no se obtiene cuando estás en un laboratorio en una universidad dedicado a la academia.
En el área en particular en la que me muevo yo nunca me he sentido discriminada por ser mujer o por ser joven. Quizás en las universidades hay un ambiente un poco más complicado, no porque haya discriminación hacia el género, sino porque se busca hacer la diferencia entre quienes tienen un grado académico de doctor por ejemplo, y quienes no. Creo que el único prejuicio con el que tengo que lidiar hoy es con el propio hacia los hombres que me parecen un poco desordenados para el trabajo en laboratorio. Por eso me gusta mucho que acá seamos casi puras mujeres. De las 13 personas que trabajamos aquí sólo uno es hombre. En mi experiencia las mujeres somos más ordenadas y como es un espacio compartido es muy importante mantener las cosas en su lugar para que la convivencia sea buena y saber respetar el espacio del otro. Creo que también somos más meticulosas y eso es otra cosa muy importante en la investigación en ciencia.
Para mí la parte más difícil de este trabajo es manejar la frustración. Creo que en todos los ámbitos de la vida uno enfrenta el problema de que las cosas no resulten como uno esperaba pero especialmente cuando se trabaja con experimentos. A veces las bacterias simplemente no crecen, porque no les gustó el medio, o porque el día estaba frío y no se dieron las condiciones óptimas y eso retrasa todo lo que tenías presupuestado. A veces se contamina un medio de cultivo y eso también te retrasa.
Para evitar que pasen ese tipo de cosas el día siempre empieza esterilizando los equipos y el espacio en el que vamos a trabajar. Recién ahí cuando nos hemos asegurado de que está todo limpio puedes empezar con lo que te toque hacer ese día. Yo por ejemplo trabajé hoy aislando microorganismos que se encuentran en la tierra pero que tienen propiedades fijadores de nitrógeno. Una vez que los hemos aislado en placas los ponemos en un medio y los incubamos para darles las condiciones idóneas para que crezcan. Independiente de la tarea a la que estés dedicado, siempre se debe ir anotando muy detalladamente los procesos y el paso a paso de todo lo que haces en el laboratorio en una bitácora. Esa parte es esencial porque si después necesitas generar una patente para tu investigación, la bitácora es la forma de respaldar tus descubrimientos.
A pesar de que nos regimos por un método y de que el trabajo en un laboratorio siempre es muy riguroso, hay cosas que no están en tus manos y tienes que aprender a lidiar con eso. Tampoco se puede caer en la trampa de esperar un resultado específico, por mucho que uno lo quiera así porque en la ciencia, las cosas a veces no son lo que teníamos presupuestado.