"En el Laboratorio del Departamento de Conservación y Restauración de la Biblioteca Nacional trabajamos con material bibliográfico que está deteriorado, ya sean libros o documentos. La Biblioteca Nacional tiene distintos departamentos que corresponden a distintas áreas, y nosotros recibimos materiales de todos ellos para ser restaurados. Por ejemplo, ahora estamos trabajando en un grabado único de gran escala hecho por Jimmy Scott, que llegó bien deteriorado de la sección de estampas.
Hay veces en que yo misma voy a buscarlos y otras veces los investigadores encuentran algo deteriorado y nos piden que lo restauremos. Acabamos de terminar la Historia Natural de Brasil de 1648, dedicado a la medicina y la botánica de ese país. Fue bien especial porque mientras lo estábamos restaurando descubrimos que tiene un apartado chileno, con ilustraciones y textos que no aparecen ni en el índice. Ahí hay una ilustración de un mapuche vestido tradicionalmente, pero con espuelas, lo que nos pareció extraordinario.
Ese libro llegó sin esquinas en sus páginas, repleto de hojas faltantes y muchas se tuvieron que hacer de nuevo. Lo que hacemos no se trata de ocultar nada. Nuestro deber es evidenciar la vida que tuvo el libro, pero asegurar su vida para el futuro. El roce y la manipulación de los libros contribuyen a su deterioro. Y si hay humedad, un pergamino como este se puede ver muy afectado.
Por este Laboratorio han pasado incunables, que son los primeros libros que se imprimieron en la humanidad, y que datan del siglo XV. Recuerdo un misal benedictino maravilloso de esa época que tuvimos que restaurar. Aquí trabajamos con libros y documentos muy valiosos. Son especies de joyas, aunque algunos que no lo parezcan tanto. Actualmente tenemos en restauración unos manuscritos de 1600 que se humedecieron y que hablan de leyes geográficas de Tacna y Arica. Su valor económico es calculable, pero no su valor patrimonial.
Simultáneamente en este Laboratorio se pueden estar restaurando entre tres a seis libros. Es un lugar silencioso. Como trabajamos con las manos, cuidamos mucho la actividad física, y prevenimos la tendinitis haciendo descansos y ejercicios porque la restauración es un proceso manual y muy reiterativo.
Cuando un libro llega aquí lo primero que se le hace es una ficha de diagnóstico en que se ven las condiciones en que llegó y se traza un plan de restauración. Se les registra y se va fotografiando el proceso hasta que se hace el registro final. Si las hojas están muy frágiles hacemos refuerzos e injertos en las hojas. Tenemos un banco de papeles, teñidos de todos colores y según la necesidad se van tinturando. Lo que buscamos aquí es lograr que un libro sirva para lo que se pensó; para que sean manipulados y leídos.
El tiempo de restauración de un libro es bien relativo, depende del estado en que llega. Hay algunos que toman meses de trabajo. Una vez que se restaura se le hace una caja con cartulinas libres de ácido para conservarlos y se devuelven a sus respectivos departamentos. Se piensa que la digitalización suple la restauración, pero no es así. Los originales son los originales.
Ahora estamos limpiando de polvo unos documentos y primeras ediciones de Pablo Neruda. La limpieza de una sola página se puede demorar más de un día. Trabajamos con herramientas técnicas de diseño y arte, pero también con objetos cotidianos que adaptamos para esta labor y con instrumentos de dentistas, porque trabajamos con la precisión. Cuando uno trabaja con las manos y con originales requiere concentración y paciencia. Creo que una persona ansiosa no podría trabajar acá porque nunca sabemos cuando vamos a terminar.
Formé este departamento en 1980, cuando vino el Jefe de Conservación de la Biblioteca Nacional de Francia e hizo un informe y como Biblioteca nos vimos en la necesidad de crear un Laboratorio de Restauración. Uno de los proyectos más grandes que hemos hecho fue restaurar el archivo de la Sala Medina, una tarea financiada por la Fundación Andes, en la que trabajamos con restauradores y técnicos por tres años con los valiosos libros y documentos sobre América que están ahí.
Estoy muy orgullosa de todo lo que hemos logrado en estos años. Pienso que somos obreros de la conservación, ya que aquí tenemos que trabajar rápido y las tareas son continuas, nunca nos detenemos. Funcionamos en el tercer piso de la Biblioteca Nacional desde 1995 donde antes trabajaba la Comisión de Censura Cinematográfica, y en un rincón todavía está la caja fuerte donde guardaban las películas. Pocos laboratorios tienen la maravilla que tenemos nosotros de trabajar con luz natural.
Aquí además se preparan los materiales para su exhibición en exposiciones. Ahora, por ejemplo, vamos a preparar libros sobre Nicanor Parra que se inaugura a fines de enero. Lo que hacemos es poner en valor los libros. No hablo de dinero, obviamente, sino que del valor que tienen para nosotros. Y no solo como biblioteca, sino que como país, como historia, como patrimonio. En ellos está nuestro pasado, pero también nuestro presente y nuestro futuro".
María Antonieta Palma es Jefa del Departamento de Conservación y Restauración de la Biblioteca Nacional desde 1980.