Trabajo en Textiles Siena hace más de 10 años, pero tengo compañeros que llevan más de 20 en este lugar. Soy diseñadora y me dediqué al diseño de textiles cuando esa especialización todavía se dictaba en la Universidad de Valparaíso. Antes de eso probé con otras carreras como Arquitectura y Diseño enfocado en el desarrollo de productos, pero rápidamente me di cuenta de que no era lo mío diseñar. Lo que me capturó del diseño de textiles desde mi época universitaria fue la tremenda posibilidad de experimentar y ser creativa.

En Textiles Siena trabajamos aproximadamente 20 personas. Es un negocio familiar que ha pasado de generación en generación, y la mayoría de los que trabajan aquí llevan muchos años en este rubro. Los tejedores, urdidores y anudadores han aprendido sus oficios en la práctica. Muchos de ellos en esta misma fábrica, porque alguno de sus padres trabajó aquí antes que ellos y les traspasaron ese conocimiento. A pesar de eso, el traspaso de los oficios se ha ido acabando porque la mayoría de los trabajadores de la fábrica han querido darles la oportunidad a sus hijos de estudiar y de elegir sus propios caminos. Las carreras textiles que existen están muy enfocadas al vestuario, y por eso es difícil encontrar personas que puedan operar las máquinas y trabajar en una fábrica sino han aprendido el oficio por herencia familiar.

Somos una de las pocas fábricas de textiles que quedan en Chile y que no se dedican a la confección de prendas de vestir. Lo nuestro es la tapicería. Trabajamos con distintos tipos de telas como el polycotton o viscosa, pero nuestra especialidad es el lino. Cuando comenzaron a importarse telas desde China o India muchas empresas locales cerraron porque competir con los precios era prácticamente imposible. Nosotros decidimos diferenciarnos y por eso nos hemos especializado en los textiles confeccionados con lino completamente chileno. No solo fabricamos para nuestra tienda de telas acá en Santiago sino que exportamos mucho de lo que producimos y todos los años lanzamos colecciones para nuestros clientes en Estados Unidos a dónde se va la mayor parte de nuestra producción.

El proceso de diseño de un textil parte con una etapa creativa. Buscamos inspiración desde distintos lugares y a partir de eso definimos lo que queremos hacer. Para crear una tela hay que diseñar cada pasada y cada hilo, y para eso se utiliza un programa especializado que te permite dibujar en cada uno de los pixeles. De esa forma se puede programar no sólo el color y el diseño, sino que además los ligamentos, que son la forma de construir la tela propiamente tal. Es un trabajo muy minucioso y detallado que requiere de mucha rigurosidad porque si el diseño no queda bien hecho en esa etapa, cuando la información se transmita a las máquinas tejedoras la tela no va a quedar bien. A pesar de que le dedicamos harto tiempo y trabajo a esta parte del proceso, la confección de telas es ensayo y error, y muchas veces nos damos cuenta de que nos hemos equivocado en algo cuando lo vemos en el tejido. Una vez que tenemos el diseño listo, lo primero que se hace en la fábrica es el urdido, con una máquina especial para eso. Aquí se cargan todos los conos de hilo y el urdidor determina la cantidad de hilos necesaria para cada telar. Dependiendo de la cantidad de hilos por centímetro, una tela puede ser mucho más densa que otra y mucho más pesada. Eso después se monta en un polín que es una especie de carrete gigante.

Una vez terminado el proceso de urdido, se lleva a los telares, donde se amarra este nuevo urdido con el antiguo que ya está en la tejedora. Esas amarras pueden hacerse de forma manual, hilo por hilo, o con máquina. Cuando eso está listo, recién podemos empezar con el tejido en sí. Dependiendo de la tela que vayamos a producir se usan tejedoras distintas. Hay algunas de telar plano que pueden crear telas lisas y otras que tejen jacquard, es decir, telas con diseños más intrincados. Para eso se utilizan más de dos mil agujas que se mueven de forma independiente para plasmar en la tela los dibujos y patrones que se hayan diseñado en la etapa creativa.

Una vez que las máquinas terminan de tejer, hay una última parte del proceso que no es tan conocida. A pesar de que nosotros trabajamos con telares industriales que se programan, a veces hay errores. Las encargadas de solucionar eso son las revisadoras. Ellas se dedican exclusivamente a detectarlos y repararlos cuando la tela ya está lista. Es todo un arte, porque lo que se hace es que si falta un hilo en el entramado, ellas lo incorporan manualmente en la misma evolución como ese hilo está tejido.

Lo que más me gusta de la tejeduría es la parte creativa. Uno normalmente se imagina que tejer es un proceso de hilado y ligamento de fibras, pero desde la universidad que partí experimentando con elementos distintos para tejer textiles como bolsas u otros desechos. Si bien en mi trabajo nos dedicamos a fabricar telas con fibras, creo que uno siempre puede desafiarse a mantener esa curiosidad y creatividad independiente de lo que hagas. Si ese impulso no viene desde uno mismo, todo se vuelve cotidiano y repetitivo.

Nadinne Tortora (43) es diseñadora textil y además de su trabajo en Casa Siena ha desarrollado su propia línea de joyas Warp, hechas con desechos que se obtienen del proceso de hilado del lino.