"Llegué a este estudio por una cosa bien mágica. Todo calzó perfecto porque yo tenía que dejar el lugar en el que estaba y me enteré que estaba este espacio disponible justo en ese momento. Además hace unas semanas me había venido a vivir a dos cuadras de aquí. Ya llevo casi un año en este estudio y es una combinación muy ideal porque si bien tengo un lugar que uso exclusivamente para trabajar, está muy cerca de mi casa. El tiempo que estoy acá es completamente dedicado a mi trabajo. Se genera una especie de inmersión en lo que estás haciendo porque este espacio es casi como una caverna, un poco oscuro, con paredes grises. Eso me ayuda a enfocarme en lo que hago y a sentir que el resto de las cosas quedan fuera. En una primera etapa de mi carrera tuve un estudio en el mismo departamento en el que vivía y eso es bien complicado. No se lo recomendaría a nadie porque se hace muy difícil separar el trabajo de lo personal. Toda tu vida está en un mismo lugar y eso hace que hayan muchas distracciones.
La música siempre ha sido para mí un trabajo de medio tiempo. Soy periodista y cubro música en distintos medios pero mi propia música es algo que hago en paralelo. Este año que recién pasó me salí un poco de lo que he hecho hasta ahora como artista y me acerqué más a la música disco. Sentía que Santiago estaba un poco oscuro y que había un ambiente de disputa constante en la gente. Por eso sentí que era momento de hacer un cambio. Es peligroso caer en pilotos automáticos en cualquier cosa que uno haga y es importante cada cierto tiempo replantearse las cosas. El 2018 fue un año para eso, para resetearme por completo.
Este espacio ha sido para mí el lugar en el que hago catarsis. Mi trabajo como periodista es increíble y lo disfruto muchísimo pero como cualquier trabajo normal tiene presiones y tienes que responderle a alguien. Acá yo soy mi único jefe y solo tengo que responderme a mí mismo. Por eso mismo creo que no tengo una rutina establecida sino que más bien voy adaptándome a los eventos y metas que tengo más cercanas. Si no estoy trabajando en mi propia música o en buscar canciones para alguna fiesta, me dedico a aprender cosas nuevas como tocar piano o a usar un sintetizador nuevo. Todo es autodidacta y lo hago desde acá yo mismo, probando y equivocándome. Me he vuelto adicto a aprender cosas. Pareciera que después de los 30 uno deja de aprender y el conocimiento que ya tienes es lo que te acompaña por el resto de tu vida. Yo no estoy de acuerdo con eso. Es difícil pero a la vez muy entretenido desafiarse a seguir aprendiendo cosas nuevas todo el tiempo.
Además de hacer mi propia música trabajo como dj en eventos. Eso me genera una sensación de adrenalina que me fascina. Estar en el escenario es algo que siempre me llena de energía a pesar de que ya llevo diez años en esto. Creo que ese nervio se genera porque cuando uno se sube al escenario no sabe qué es lo que va a pasar exactamente. En mi caso yo nunca llevo sets completamente armados a las fiestas. Elijo temas antes y en base al ambiente que haya ese día voy seleccionando las canciones. Hay veces en las que lees muy bien la situación y funciona perfecto. Otras veces no fluye y no recibes el feedback que esperas y terminas vaciando la pista de baile. Parte de lo emocionante es poder tomar esas decisiones en vivo e ir probando lo que resultar. Ver cómo responde la gente a la música.
El ambiente de fiesta en Chile está marcado por una sensación de catarsis, la gente viene a botar la tensión y el estrés de la semana a la fiesta. Para mí, mis mayores logros se relacionan con esa complicidad que se genera entre el artista y el público que es bien fuerte. Es muy gratificante llegar a tocar a un lugar donde no te conoce nadie y conectar con las personas a través de la música. Creo que los festivales y ese tipo de instancias son más bien un premio, es el resultado de un trabajo previo.
Me gustaría sacar el estigma de que esto es solamente un hobby. Ser dj es un trabajo que necesita tiempo y una preparación que es rigurosa. Yo me siento tan músico y tan artista como alguien que toca guitarra. Hay que tener un tipo de personalidad especial para poder dedicarse a esto porque es difícil tener una rutina en la que trabajas siempre los fines de semana y además en la noche. Eso hace que uno se pierda muchas cosas con la familia y los amigos y eso me cuesta porque yo soy súper conectado con mi entorno. El problema es que si no tocas no ganas y además hay una presión muy grande porque no sabes cuándo vas a tener una nueva oportunidad para tocar.
Hay gente que nunca logra entender del todo que uno se dedique a esto. Es complicado cuando tienes que estar constantemente explicándote y aclarando lo que haces. Hay personas que hasta el día de hoy me pregunta si yo me dedico a apretar botones. No solo tiene que ver con un tema de generaciones sino que también con un tema de estilos de vida. Hay muchos prejuicios en torno a la idea del dj como alguien enamorado de la fiesta y del carrete más que de la música. Para mí esto es un trabajo y si las fiestas en las que toco fuesen de 9 a 6 de la tarde lo haría igual. Me tomo mi trabajo tan en serio como cualquier persona.
Creo que la sociedad no está lista para pegas como la mía y creo que pasa en otras áreas también como la fotografía o la pintura. Vivimos en un mundo que está muy obsesionado con hacer plata y uno siente que tiene que justificarse cuando esa no es tu principal preocupación. Además hay que pelear con uno mismo y con la inseguridad que genera vivir una vida no convencional. Hay que tener cuidado con el autosabotaje, con los miedos relacionados a que no te pesquen, a que lo que haces sea irrelevante. Esa es un pelea personal que no solo pasa por los cuestionamientos de otros sino que por los de uno mismo. Es necesario estar bien mentalmente para poder convivir con la incertidumbre y para no rendirse a la primera porque el éxito de un día para otro, en cualquier cosa que uno se proponga, no existe".
Nicolás Castro (34) es periodista y conduce de lunes a viernes el programa Lado Zero de Radio Zero. Además, es dj y productor musical hace más de diez años.