"Llevo casi 19 años practicando yoga Iyengar. Antes probé con otros métodos, como Ashtanga y Kundalini, pero este fue el que más me hizo sentido. Recuerdo que cuando lo descubrí me dije: "Este es". El Iyengar es un método que te enraíza, te hace estar con los pies bien puestos en la tierra, además de entregarte alineación y fortaleza. Es muy exigente a nivel físico y más en lo profundo te entrega estabilidad mental y emocional.
Estudié esta disciplina en India y también acá en Chile con un profesor indio. Después de muchos años aprendiendo comencé a hacer clases, fui tomando seminarios y de a poco me preparé para el proceso de certificación. Este es uno de los métodos más exigentes que existen para la enseñanza, yo recién me certifiqué después de tres años de preformación y 10 años de práctica. Para certificarse uno tiene que pasar por una secuencia de posturas que puede durar entre dos horas y medias hasta cuatro, en la que te observan profesores internacionales de mucha experiencia y una vez que ya has pasado la parte física puedes optar por la enseñanza. Para enseñar Iyengar hay que saber de filosofía y anatomía, y su creador B. K. S. Iyengar hizo que este sistema fuera así de riguroso para asegurar la continuación de su linaje. Ahora ya he pasado por tres de esos procesos y este año voy por otro, esta vez a un nivel más avanzado.
En esta sala sólo le hago clases a gente que haya tenido experiencia con yoga antes. A diario llegan hasta aquí unas 25 personas que mínimo tengan tres años de práctica. Tengo practicantes de 20 años y otros de 70, y eso me encanta porque el Iyengar es para todos. Esta práctica te hace consciente de tus fortalezas y debilidades. Además tiene un lado terapéutico importante, trabaja con enfermedades mentales, emocionales y físicas. Lo que caracteriza al Iyengar es la precisión en la alineación de huesos y musculatura para después ir trabajando hacia adentro. Lo primero es tomar conciencia de cómo uno está parado, aquí se sostiene las asanas por más rato que en otros métodos porque es una meditación en acción. Durante la práctica se entrega una descripción detallada de lo que pasa con el cuerpo para que lo que estés escuchando te permita estar en el momento presente. Por lo mismo hay mucha gente a la que no le gusta este método, porque es harto trabajo.
En Iyengar ocupamos props para trabajar: mantas, blocks, cintos, sillas y bolsters. En general los props se malentienden, porque no son para hacer la práctica más fácil sino que, en realidad la hacen más difícil porque nos invitan a tomar consciencia. Por ejemplo si te digo: "fija la dorsal al máximo" es distinto a si te digo eso con un block en la espalda que te está marcando la zona en que debes trabajar. Esa acción y lo que sentiste, queda grabado con los props. Creo que los props nos obligan a despertar cosas que sin ellos sería difícil de conseguir.
El Iyengar funciona como un espejo, nos muestra debilidades, miedos, angustias y frustraciones. Hay asanas que cuestan mucho hacer porque hay lugares del cuerpo que están cerrados. Esta práctica es una invitación a reconocer esos lugares, preguntarse por qué están cerrados y trabajar en abrirlos. A mí en lo personal me ha servido mucho. Yo tengo una condición genética en la columna y la práctica me sostiene. Si yo no hiciera yoga no sé cómo lo haría. Se trata de aprender a estar.
Los alumnos llegan a clases quince o veinte minutos antes, ojalá sin haber comido nada dos horas antes. C0menzamos con una invocación a Patanjali, que fue quien introdujo el yoga al mundo, que cantamos como una forma de agradecer, no es nada religioso, sino que se honra el camino de los que vinieron antes. Hay semanas en que sólo trabajamos posturas de pie, torsiones o sólo posturas hacia atrás. Las secuencias van variando siemprey a final de cada mes hacemos prácticas restaurativas, más suaves, para recuperar energía.
A mí me encanta dar clases, partí chica enseñando y me gusta mucho porque pasan muchas cosas durante la práctica. Hay gente que en la mitad de la clase, abriendo el pecho, se pone a llorar porque pasan cosas. Me gusta que este sea un método tan riguroso, que se enseña tal como lo enseñó nuestro maestro. Iyengar fue un genio. Él nació muy enfermo y estaba destinado a morir de niño, pero cambió su destino a través de la práctica. Esto lo hizo sanarse a él mismo y ayudar a mucha gente. La práctica es muy personal, hay gente que va con grabadora y cuadernos a los workshops, pero el maestro y las respuestas están en uno. Y en verdad la única respuesta es la práctica. Hay que practicar, practicar, practicar y explorar y descubrir. Eso es.".
Ximena Neder Barzelatto (38) es profesora de yoga Iyengar.