"Hace unos 10 años empecé a limpiar vidrios a nivel de suelo para ayudar a pagar mis estudios de kinesiología, y cada vez me empezó a gustar más. Poco a poco me fui metiendo en el trabajo de cuerdas y la limpieza en altura, hasta que se convirtió en mi empleo estable. Hoy me dedico a esto de lunes a sábado y lo complemento con mi profesión.
Este es un oficio muy bonito, hay mucho que estudiar y que aprender. Muchas personas piensan que es como limpiar cualquier vidrio, pero requiere de mucha técnica, trabajo físico, precisión y rapidez. Cuando llegamos al lugar que debemos limpiar, subimos con nuestros equipos a las cornisas de los edificios desde donde nos preparamos y comenzamos el descenso. Cuando estoy colgado llevo mi balde de limpieza, mis dispositivos de seguridad, como el arnés y el casco, y otros implementos de emergencia en caso de que se requieran. El tiempo que toma hacer la limpieza de ventanales en un edificio depende mucho de la cantidad de personas trabajando y la expertiz de cada uno. La idea es completar lo antes posible el trabajo, pero siempre manteniendo la calidad.
El momento más crítico de la limpieza en altura es cuando sales de la cornisa y quedas en suspensión. Para mí es el momento de mayor tensión, porque tengo que estar muy concentrado. Aunque ya lleve varios años en esto, siempre hay una cuota de temor, sobre todo en ese momento. Ahí pienso en mi familia y en mi hijo y me prometo llegar a mi casa sano y salvo, por eso trato de ser muy cuidadoso. Una vez que estoy suspendido el miedo se va.
Para nosotros las cuerdas son todo, por eso siempre tenemos que protegerlas de los cantos, de la abrasión, del desgaste. Cualquier roce con algún elemento puede ser como un cuchillo. Por lo mismo usamos protectores que las cubren y resguardan. Este es un trabajo que no permite mucho margen de error porque ese error te puede costar la vida. Para reducir esos riesgos ocupamos dos cuerdas en caso de que una falle, además tenemos varios implementos de seguridad, pero aun así es súper riesgoso. Como regla general el descenso nunca se hace solo, siempre tenemos que estar acompañados por si hay algún problema o por si alguien necesita ayuda. Una parte importante de nuestro entrenamiento es capacitarnos para ayudarnos, y si hay algo más complejo se llama a otra entidad, como Bomberos. Cuando no estoy colgado, estoy abajo supervisando a mis compañeros y asegurándome que todo esté bajo control.
Lo más alto que he estado es a unos 100 mt. de altura cuando trabajaba en el norte limpiando aerogeneradores. Ahí, además de la altura, podíamos pasar entre seis o siete horas colgando. Estábamos todo el día porque subíamos a eso de las 10 de la mañana y bajábamos pasadas las cinco de la tarde. Creo que ese ha sido el trabajo más pesado.
Lo que más me gusta de este oficio es trabajar en las cuerdas. Requiere de mucha concentración y precisión. Generalmente uno no se da cuenta cuando ya está abajo. Vas tan enfocado que muchas veces no hay espacio para conversar ni siquiera con los compañeros de al lado. A pesar de que es un trabajo que requiere de mucha rigurosidad, siempre hay alguien que tira la talla y que distiende el ambiente".
Diego Hermosilla Coñonir (29) es kinesiólogo y técnico en acceso por cuerdas. Actualmente es jefe de operaciones de la empresa Grupo Vertical.