Siempre pasan cosas buenas cuando un grupo de mujeres desconocidas se juntan. Recuerdo una época en que hacía gimnasia en el agua a una hora en que muchas coincidíamos en el camarín. Después de la reconfortante ducha caliente, frente a un largo espejo, nos aplicábamos crema humectante comentando cosas de nuestras vidas o simplemente sonriéndonos y tirándonos buena onda. Se producía una confianza espontánea y una simplemente sabía que la del lado seguro también tenía una familia, una pareja, un trabajo y mucho que hacer, como tú, y que de alguna manera extrañamente vívida podías contar con ella. No creo que entre los hombres pase algo parecido. Quizás sea eso la sororidad, esa nueva palabra que agregamos a nuestro vocabulario. ¿No es hermoso tener una expresión que solo compartimos las mujeres?
La marcha del Día de la Mujer me trajo de vuelta esos recuerdos. Éramos 400 mil (según el cálculo de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo, a quien le debemos la impecable organización). Cuatro kilómetros de mujeres manifestándose, un río luminoso en el centro de la ciudad y, al medio, tú. Tus hermanas eran las 20 o 30 que marchaban a tu alrededor y las pancartas que ondulaban a lo lejos: tantas consignas, confesiones, llantos, demandas, rabias y tanta belleza. Danzas, acciones de arte, tambores, panderos, cuerpos pintados, performances. Todo tan venusino. Tan respetuoso, pacífico, femenino. Las niñas bailando con sus madres, las viejas observando con orgullo y complicidad, las jóvenes arrojadas empuñando su rebeldía pechuga al viento. Las carabineras silenciosas, asintiendo.
Y los cantos y el ingenio y la poesía.
Intentaron enterrarnos, no sabían que éramos semillas. Sale de Itaca, Penélope, el mar también es tuyo. Ni sumisa ni obediente, soy princesa, soy valiente. Yo soy mía. No nací para ser bonita quedándome calladita. La cantidad de ropa que uso no determina la cantidad de respeto que merezco. No es No, ¿qué parte no entendiste: la N o la O? Arroz con leche yo quiero abortar, en condiciones dignas y en un hospital. Si Dios es patriarcal, homofóbico y antiaborto, quizás el diablo no sea tan malo. Agradezcan que pedimos igualdad y no venganza. Y paren la hue'á: nos matan y nos violan y nadie hace na'.
Fue un encuentro catártico. Pura sororidad. Distintas demandas, diferentes feminismos, pero una causa transversal y urgente: el Patriarcado no está siendo viable. Las injusticias, la desigualdad y la violencia machista nos están aniquilando. Y en esto estamos de acuerdo las mujeres de todos los sectores políticos. Que nadie se atreva a decir de nuevo que es la agenda de un solo sector, porque ese día nos unió algo mucho más profundo que la ideología. Quizás tenga más que ver con la mística, con lo sagrado, con nuestra memoria de brujas quemadas en la hoguera.
Van a seguir resistiéndose. Buscarán razones para que desistamos, dirán más mentiras para inculparnos, y lo entendemos: no es fácil perder los privilegios que tan bien se han cuidado de generación en generación. Pero volveremos a marchar, por nuestras hijas, nuestras hermanas, por las que ya no están y por las que vendrán.