Carolina Santibañez (41) tiene 34 semanas de embarazo. Se atiende es una clínica del sector oriente de Santiago que hace un par de semanas le avisó por mail que se suspenderían las horas médicas y ecografías. Inmediatamente le escribió a su doctor. Le preocupaba no tener apoyo médico en una etapa tan importante.
La respuesta fue una carta tipo generada desde la clínica que, entre otras cosas, decía que dada la crisis por coronavirus y por disposición de la autoridad sanitaria, se cerraban las consultas electivas en la clínica y se tomaban las siguientes medidas con las pacientes embarazadas:
- Se suspende el control de rutina de embarazo.
- Las pacientes que necesitan controles por ser embarazos de mayor riesgo, como las hipertensas, cardiópatas, embarazos con fetos pequeños o con síntomas de parto prematuro, deben comunicarse con su médico tratante, quien orientará sobre qué hacer.
- Habrá dos médicos ginecólogos atendiendo las consultas de lunes a sábado, los cuales serán elegidos por una rotación que fija la jefatura. No hay un turno fijo.
- Habrá un ecografista para resolver lo necesario que vean los médicos en el punto anterior, pero no se harán ecografías de rutina.
- En la urgencia habrá un ginecólogo que no puede moverse del sector físico. Ellos atenderán lo que llegue fuera de horario y lo que amerite ser visto según los médicos tratantes.
- En cuanto a los exámenes de rutina como la toma de estreptococo vaginal en la semana 36, se suspende debido al riesgo que significa venir al laboratorio. Hay un protocolo de manejo para el momento del parto.
- Además se asignó una rotación diaria de dos ginecólogos que estarán 24 horas seguidas en la clínica encargados de todos los partos en ese periodo. Pasarán visita, darán altas y se ayudarán entre ellos si es necesario operar a alguien.
- Las matronas también tendrán un sistema de rotación, no habrá control de preparto con matronas y a las pacientes les tocará la matrona asignada por rotación.
Todo este protocolo se enmarca en la información oficial que ha circulado desde la OMS que indica que aún se están investigando las consecuencias de la infección por Covid-19 en las mujeres embarazadas. "Disponemos de datos limitados, pero no hay pruebas para afirmar que corren mayor riesgo de enfermedad grave que la población en general. Sin embargo, debido a las transformaciones que experimentan sus cuerpos y sistemas inmunitarios, sabemos que las mujeres embarazadas pueden verse gravemente afectadas por algunas infecciones respiratorias", dice el sitio web del organismo. Además agrega que, respecto de la transmisión, "todavía no sabemos si una mujer embarazada puede transmitir el virus a su feto o bebé durante el embarazo o el parto. Por ahora, no se ha detectado el virus en muestras de líquido amniótico o leche materna".
Cuando Carolina pidió más explicaciones por la carta que le enviaron, la respuesta literal de parte de su doctor fue: "Es lo que nos tocó vivir". "Me sentí abandonada tanto por la clínica como por el doctor. Pensé en cambiarme a otro centro médico, pero solo me faltaban dos semanas para salir de prenatal, así que pedí que por favor me dieran una hora para coordinar lo de la licencia y les dije, que según mi registro, me tocaba una última ecografía que no estaba segura si era importante o no", cuenta. Logró que la recibieran por el tema de la licencia y en esa oportunidad le hicieron la ecografía que le correspondía, porque como ella sospechaba, sí era importante hacerla en esa fecha. Carolina tiene una diabetes gestacional y por eso se debe controlar constantemente.
A pesar de eso no ha vuelto a la clínica. Cuando pidió que le asignaran a una matrona, le dijeron que no se podía. "Me he sentido mal, porque he estado con muchas contracciones y no sé si es normal. Yo tengo una hija, pero no me acuerdo de nada de lo que me pasó en ese primer embarazo. En esta etapa son muchas las dudas que una tiene, y en definitiva, no hay respuesta, lo que genera más estrés y angustia".
Como ya le queda poco tiempo, el parto es lo que más la agobia. "Me dijeron que cuando tuviera los síntomas me fuera a la urgencia, lo que significa que me va a atender el doctor que esté de turno. Si es el mío, buena suerte, pero si no, voy a tener a mi hijo con un desconocido", dice. "Todo esto ha sido muy difícil para mí y mi familia. Estar encerrada también. Mi mamá a veces me llama llorando porque no va a poder conocer a la guagua y mi marido no ha podido volver a trabajar porque si se contagia o está en contacto con alguien contagiado, no podrá entrar al parto. Y eso sí que sería triste, un parto solitario, sin mi doctor, mi matrona y mi marido. Ruego a diario que eso no pase. Y es que no me queda más que confiar y entregarme a las manos de Dios".
La importancia de la información
La enfermera matrona de la Universidad Católica, Pascale Pagoda, ha estado recibiendo consultas y ha hecho talleres online de preparación de parto. "He podido tener un poco de feedback de cómo están viviendo esta situación y en general es bien estresante por el miedo. Es muy ingrato estar ad portas de un momento tan importante en la vida y sentir tanto miedo", dice. Las mujeres –según lo que ha visto– confían en el proceso de parto, pero le tienen miedo a la incertidumbre sobre el futuro, qué pasa si se contagian y entonces las tienen que separar de su guagua o si son portadoras, si eso significa o no, que les tengan que hacer cesaria.
Como no hay protocolos unificados en todos los centros de salud del país, es muy relevante hacer un trabajo de información. "Que lean la evidencia porque no se ha confirmado que la transmisión sea vertical, de madre a hijo. Tampoco está en la leche, por tanto el contacto piel con piel se sigue recomendando más que nunca, si se toman todas medidas de seguridad como el lavado de manos y el uso se mascarillas", dice.
"La mujer necesita que la traten bien, que la acompañen y que la cuiden en este proceso. Si la mujer es sana y hasta antes de que empezara esto todo estaba bien, creo que no es necesario tanto control médico y ecografía por si acaso. Más importante es entregarles la información necesaria para que estén tranquilas y confíen en su cuerpo", dice.
Así al menos les ha pasado a Valentina Jorquera (33). Es primeriza, tiene 27 semanas de embarazo y fecha de parto para fines de julio. "Conocí a mi ginecólogo recién hace un par de semanas. Al principio fui yo la que no me decidía por uno, pero cuando lo hice –justo cuando comenzó el tema del contagio– él me dijo que mejor nos viéramos más adelante y que por mientras me tomara los exámenes y se los enviara por WhatsApp", cuenta.
En la clínica donde se atiende no han suspendido todos los controles, pero se están haciendo muchos menos de lo habitual. Cuenta además que por suerte ella tiene una hermana que es matrona. "Ella me va diciendo semana tras semana lo que se debería hacer en un contexto 'normal'. Me hace una orden y yo por mi lado me hago exámenes y se los mando al doctor. Pero es un privilegio que no todas tienen".
Como es la primera vez que está embarazada tiene miles de dudas. "Todas las cosas que voy sintiendo son extrañas en mi cuerpo. Se me aprieta la guata y no sé si es una contracción u otra cosa. Por eso cuando tengo dudas llamo a mi hermana y me tranquiliza. Si no estuviera ella no sé a quién recurriría", dice.
Reconoce estar muy nerviosa con este tema. "Al principio, son muchas sensaciones y emociones. Jamás pensé que mi embarazo lo iba a vivir así, en el contexto de una pandemia, en cuarentena y sin poder ver a mi familia. Es raro y triste que ellos no vean tu proceso. Les he dicho que no me van a conocer embarazada porque la próxima vez que me puedan ver voy a tener a mi hija en brazos. También es estresante tener que salir, que la mascarilla, que no te apoyes, que no te acerques. En el embarazo una anda con las hormonas y la sensibilidad a flor de piel, todo se te puede venir encima, entonces es un trabajo grande que he tenido que hacer, de hacerme la fuerte. Porque a veces no tengo ganas de nada , estoy triste. Lo único que me calma es tener a mi hermana cerca y saber que cualquier duda, ella la va a responder".