Aunque te quiero, te dejo ir: “En las relaciones de pareja hay momentos en los que lo más responsable es la distancia, aunque duela”
“Imagínate estar haciendo un puzzle con las piezas equivocadas. Cada pieza que quieres encajar la pones a la fuerza, desgastándola, lo que termina con la pieza mal puesta, y seguramente se desencajará más adelante. Cada pieza que pones llevará mucho tiempo, tiempo que no podrás invertir en ti. El puzzle nunca llegará a completarse y tú solo sentirás frustración y decepción, porque ha sido una fuente de sufrimiento. Todo por no haber aceptado desde un comienzo que las piezas no encajaban”. Con este ejemplo la psicóloga española Celia Betrian explica en una de sus publicaciones en redes sociales, por qué es importante que una relación no se fuerce, que se deje fluir. Dice también que en cualquier vínculo la aceptación de la realidad es clave, porque de lo contrario y tal como en el ejemplo del puzzle, con el tiempo las piezas terminan por desencajarse.
Algo que en el papel suena bien, pero tomar la decisión de dejar ir a personas o espacios que aunque sí son lo que queremos, no son lo que necesitamos, siempre es difícil. “Hablamos mucho de conectar desde la responsabilidad afectiva, pero también hay que hablar de cómo desconectar desde ahí, porque hay momentos en los que lo más responsable es la distancia, aunque duela o cueste trabajo hacerse la idea”, explica la psicóloga mexicana Maynné Cortés, creadora de Laboratorio Afectivo (@laboratorio_afectivo en Instagram). Allí ella, como en una suerte de declaración de principios, invita a pensar en la siguiente frase: “Me he dado cuenta de que no puedes darme lo que necesito; y sería violento para ti exigirte que cumplas mis expectativas. Pero también sería violento para mí permanecer en un lugar en donde no recibo lo que necesito”, dice.
Y sigue: “Te tengo que dejar ir y llevo un rato lidiando con eso. Porque no quiero hacerlo, porque te quiero conmigo y porque me gustaría encontrar la manera de quedarme. Pero no puedo hacerlo sin comprometer mi bienestar y eso ya no es negociable. Te quiero y me quiero, por eso te dejo ir; no desde el enojo o el resentimiento, sino desde el cuidado y la ternura. Porque ambos merecemos lugares que nos ayuden a crecer y en este momento no podemos ser eso el uno para el otro. Y no me cierro a conectar contigo en otro momento, cuando estemos en un lugar y con herramientas distintas, porque por ahora la mejor forma de cuidarnos, es la distancia. Así que gracias, te quiero y hasta pronto”.
La idea de dejar este mensaje, así, en primera persona –explica Maynné–, es porque “estamos demasiado acostumbradas a creer que las desconexiones se dan desde el conflicto y el enojo siempre, pero también podemos elegir desconectar desde el cuidado, como una decisión consciente y amorosa que protege a todas las personas involucradas”. Quizás leer estas palabras una y otra vez puede ayudarnos a entender que, aunque en una relación puede haber amor, la incomodidad no puede ser normalizada. “Poder detectar nuestras necesidades y ponerlas al centro al momento de construir relaciones es un proceso complicado, pero muy importante. De pronto pasamos mucho tiempo tratando de satisfacer o acomodarnos a otros, y aunque por supuesto debemos tomar en cuenta las necesidades y deseos de las personas a nuestro alrededor, esto nunca debe ser razón para dejar las nuestras a un lado”, aclara.
Y es que muchas veces cuando estamos en pareja y sentimos que hay amor, nos centramos en lo que queremos y no en lo que necesitamos. Por ejemplo; me llevo bien con mi pareja, nos queremos, tenemos una relación tranquila y sin grandes discusiones, pero a mí me gustaría que él fuese más demostrativo, algo que no es parte de su personalidad y que, a ratos, me genera incertidumbre y ansiedad ¿Debería exigírselo? Sin duda este tipo de situaciones se pueden conversar e intentar avanzar hacia un vínculo en el que ambas personas se sientan cómodas y satisfechas. “Pero también es importante ser realista y no engañarse y engañar a quien tenemos al lado. Y por sobre todo, aprender a construir relaciones que se adecúen a mis necesidades en lugar de adecuarme yo a las expectativas y exigencias de otros”, dice la psicóloga. Y si no se adecúan, lo más sano es soltar, dejar ir, aunque haya amor.
“Así, pensar nuestros acercamientos y distanciamientos desde el amor y la responsabilidad también nos permite tener relaciones más realistas, trabajar nuestras expectativas y hablar abiertamente sobre lo que queremos y necesitamos, así como poner límites y construir acuerdos que nos ayuden, a su vez, a construir espacios de bienestar y cariño”, concluye.
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