De acuerdo con el Benchmark Report 2022 publicado por la consultora Influencer Marketing Hub, se estima que este año el mercado de los influencers en redes sociales sobrepasará los 16mil millones de dólares y que más de un 75% de las empresas dedicadas al marketing tienen contemplado invertir presupuesto en publicidad para sus marcas a través de influenciadores. Además, según el informe, el nicho más popular entre los creadores de contenidos en Instagram es aquel que se relaciona con lifestyle, rutinas diarias y la vida cotidiana. Superando por casi el doble a la siguiente categoría que son las publicaciones vinculadas a maquillaje y belleza.

Tal como las monedas de oro al final del arcoíris, estos lifestyle influencers que promueven suscripciones, productos y servicios de toda índole, prometen recompensas sacadas de cuentos. Pero solo para quienes consuman ese green smoothie por la mañana, sigan rigurosamente la rutina de ejercicio de moda, no se olviden de la secuencia de respiración milagrosa que calma la ansiedad y se levanten antes de que salga el sol a escribir 3 cosas por las que agradecen estar despiertos.

El objetivo de poner en práctica todas estas estrategias y consumir todos estos productos es el autocuidado. Y como consecuencia, a través de estos tips infalibles y recomendaciones comprobadas según sus usuarias, debiésemos ser capaces de cultivar altos niveles de autoestima y un amor propio a prueba de todo. Pero ¿es humanamente posible tener una autovaloración de nosotros mismos tan alta como la que predican influenciadores en redes? ¿Cuando nos evaluamos a nosotros mismos podemos aspirar realmente a la nota máxima todo el tiempo?

En términos generales autoestima puede entenderse como una evaluación ya sea positiva o negativa de nuestra valía personal. Y si bien se trata de una idea ampliamente abordada en círculos especialistas, lo es pero también en conversaciones cotidianas, lo que hace que muchas veces se distorcione su significado e implicancias, para las ciencias sociales y la psicología especialmente, es un concepto claro. Tanto es así que existe una escala ampliamente utilizada para medir nuestros niveles de autoestima y que fue creada a fines de la década de los 80 por el profesor de sociología de la Universidad de Maryland Morris Rosenberg. La escala de Rosenberg tiene como meta medir de forma objetiva la autovaloración que tiene de sí mismo un individuo. Y, si bien establece un puntaje máximo que podría entenderse como una autoestima ideal o perfecta, lo hace a través de afirmaciones cuya valoración fácilmente puede variar día a día, dependiendo de nuestro ánimo e incluso de las circunstancias en las que nos encontremos. Nuestra nota en el test de autoestima puede cambiar enormemente.

La psicóloga y Magíster en Psicología Erika Elsner confirma que la autoestima se refiere a un juicio global del valor de uno mismo. En términos menos científicos y más clínicos explica que “la autoestima está más relacionada con tu percepción de ti mismo. Es una confianza en la capacidad de uno mismo de actuar, de hacer, de transformar el mundo de forma a que resulte una experiencia más satisfactoria”. Aclara además, que la autoestima y el amor propio muchas veces se confunden pero son conceptos diferentes. “Psicológicamente el amor propio abarca una consideración y apreciación positivas por el verdadero yo. Es la persona en su estado actual. ¿Lo complicado? El sentido de amor propio y valor propio a menudo se mezcla con el tema de la autoestima”.

La especialista agrega que amor propio es algo más inherente al ser humano y al aprecio y valor que uno puede tener por uno por el simple hecho de existir. “El amor propio está más relacionado con la noción de auto valor o self-worth que no necesita logros externos como sí los necesita la noción de autoestima, que se alimenta de ellos”, aclara.

Y es que a diferencia de lo que comúnmente se ve en internet, donde ambos términos se usan de manera intercambiable, como explica Erika Elsner tener una autoestima alta y además amor propio son cosas muy diferentes. Tanto así, que la psicóloga aclara que desde principios de la década de los 90 se había logrado mostrar en estudios que una persona puede tener baja autoestima y aun así tener amor propio. Un ejemplo de esto según explica la especialista Erika Elsner sería considerarse una buena persona -amor propio- pero estimar que sus notas en la universidad o en el colegio no son buenas -baja auto estima-.

Pero esta confusión en la representación que hacen las redes sociales de autoestima y amor propio es solo el comienzo de los errores. Aspirar a valorarnos de manera óptima y tener una confianza plena en nuestras habilidades todo el tiempo como se muestra y se incentiva a las seguidoras de muchos perfiles asociados a estilo de vida en plataformas como Instagram, Youtube o TikTok, es simplemente irreal. “Científicamente es importante saber que la autoestima se estudia como un continuo que fluctúa y no una medida absoluta”, explica Elsner. Y agrega que puede variar según el tema: tengo baja autoestima en el ámbito laboral pero me siento bien respecto a mis relaciones de pareja por ejemplo.

Pero incluso si se trata de un aspecto de la vida en particular del que nos sintamos especialmente confiados y seguros, siempre cabe la posibilidad de tener días en que nos cuestionamos a nosotros mismos. “Si se piensa en alta autoestima como sentirse bien todo el tiempo y proyectar eso en su actitud, en su auto cuidado, en su auto confianza, relaciones, vocabulario, actitud y amor propio la respuesta a si se puede mantener siempre es obviamente que no”, aclara la especialista. “Ni los super héroes aspiran a tanto”. Y es que el problema precisamente de vivir en un entorno que nos invita a soñar con este ideal es esa aspiración de un estándar imposible de alcanzar. “Es ponerse una presión constante y nunca lograrlo, porque no es posible”, explica Elsner. Lo que ocurre en la práctica es precisamente lo contrario. “Recibo preguntas a diario de eso y mucha culpabilidad por no saber qué significa realmente y por no lograr amarse”, comenta la psicóloga. En su experiencia clínica las pacientes que persiguen estos ideales confundiéndolos con una preocupación y una forma de cuidado de su salud mental, terminan causando más daño. “Bajan su auto confianza y entran en un cuestionamiento porque no logro llegar y, por ende, no valgo, no soy bueno, no merezco y, en consecuencia, mi auto percepción y estima se va bajando, disminuyendo”.

Y es precisamente en ese círculo vicioso en el que nos atrapan las redes. Nos mantienen consumiendo contenidos y productos. Por una parte buscamos en ellas herramientas, tips y consejos para llegar a una perfección inalcanzable. Nos aferramos a la idea de que quizás esa nueva aplicación para meditar nos es la muestra de autocuidado que nos hace falta. O que esa tenida deportiva nos va a hacer sentir realmente cómodas con nuestro cuerpo. Que hacer parte de nuestras mañanas todos esos rituales diarios nos dará la confianza y seguridad a toda prueba que sí tienen nuestras influenciadoras favoritas a pesar de sus imperfecciones. Y esa misma búsqueda por una aceptación de nosotras mismas 24/7 que en la realidad no existe, es la que nos lleva a generar más insatisfacción y cuestionamientos.