Paula.cl

El 2012, días después de titularse como comunicadora audiovisual, Amanda Puga (28) se subió a un avión rumbo a Cuba, con un pasaje solo de ida. Chilena, de Puerto Varas, se fue a hacer un curso universitario de un par de semanas y luego aprovechó de recorrer Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, sin acompañante más que su cámara.

Por siete meses transitó por diferentes ciudades. Se quedó en casas de desconocidos y recogió testimonios de las personas y de su forma de vivir para saber cómo era realmente cada país. Estuvo en medio de la guerrilla en Colombia, en una manifestación pro-chavismo en Venezuela cuando el ex Presidente Hugo Chávez estaba agonizando, y también le tocó quedarse sola en una noche en Caracas, donde no había nadie más en la calle y la tensión se palpaba.

El resultado de este viaje fue el libro Mi norte es el sur, que no estaba en su planes, pero que surgió cuando se dio cuenta de todo lo que había escrito en su blog, que a su vez nació cuando un amigo le dijo que dejara de mandar mails tan largos contando sus historias del viaje. Pero el proyecto que la tiene ocupada hoy es la realización del documental, con el mismo nombre, que ha estado en producción desde fines de 2014 y que espera tener listo para mediados de este año.

Según lo que viste, ¿qué está diciendo Latinoamérica, qué le falta?

La gente busca más espacios de libertad. En Cuba la libertad está coartada, a nivel burocrático y económico, pero también en Ecuador, Colombia, Venezuela, Chile, Perú, en cuanto a la posibilidad de hacer con mi vida lo que yo quiera. Nos han metido en la cabeza que dependemos de entes gubernamentales y económicos para lograr algo. La culpa siempre la tienen los otros: Bachelet, Chávez o Rafael Correa. Sin embargo, donde yo estuve las personas no están culpando a otros, sino que están decidiendo por ellos mismos. Entonces, el Estado debería permitir esa libertad. Que quienes quieran emprender, estudiar o ser artistas, puedan hacerlo. Pero también faltan espacios de comunicación que digan que eso sí es posible. Nos han dicho que los otros tienen la culpa, en vez de que cada uno diga "yo puedo lograr esto", que cada ser humano se crea el cuento.

¿La realidad latinoamericana es muy diferente a la que vemos en los medios?

Totalmente, es muy distinto cuando uno está allá. No creo que los medios digan algo que no sea real, sino que informan de un espacio más superficial. Y lo más probable es que lo que yo cuente a través de mi libro y del documental, tampoco explique todo lo que pasa allá. Al contrario, lo que quiero es llamar a que la gente tenga su propia experiencia, que no se queden con lo que nos dicen, sino que vayan a conocer y de ahí generen una opinión. Es fácil opinar sentado en el sillón de la casa mirando la tele.

¿Este viaje cambió la percepción que tienes de Chile?

Completamente. A nivel identitario, me di cuenta que el chileno es como el suizo latinoamericano. Somos fríos, aclanados, pero al mismo tiempo somos buenos amigos. Si no te conozco, es difícil que te hable. Pero una vez que te conocí, vas a ser mi amigo para siempre, lo que no se da en los países caribeños.

Y los mismos chilenos son súper rápidos para criticar Chile.

Cuando yo volví era la defensora oficial de Chile. Es positivo que nos autocritiquemos, porque eso nos hace avanzar y no estar conforme con lo que tenemos. Pero también nos falta decir que sí hemos mejorado, considerando que hace 30 años estábamos en dictadura. Hoy, la gente que era pobre es clase media, las personas -nadie entiende cómo- tienen carreras universitarias, lo que no pasa en otros países ¡donde la educación es gratis!

En el libro hablas de no sentirte extranjera en países latinoamericanos.

Creo que los pueblos nos sentimos mucho más latinoamericanos. Hay un problema gubernamental. Cuando estaba en Ecuador, por ejemplo, no me sentía igual de extranjera que un alemán. Porque todo es similar: la historia, las raíces, la cultura, la forma en la que nos relacionamos.

Mencionas también la idea de una unión latinoamericana. ¿Por qué?

Si en Europa, siendo países de habla y culturas distintas, que han tenido guerras entre ellos, lograron hacer una Unión Europea, ¿por qué en Latinoamérica, que hablamos el mismo idioma y tenemos la misma historia, no somos capaces de creernos todos latinoamericanos? Deberíamos unirnos, tanto a nivel económico como cultural. Aquí está todo: el agua, la fruta, el café, la alegría, pero seguimos peleando por leseras, en vez de hacernos amigos.

Mi norte es el sur está disponible en Santiago en las librerías Qué Leo (Ñuñoa, Forestal, Italia), Lolita, Takk, Livin y del GAM. También a través de la página de Libros del amanecer. A $15.000. www.minorteeselsur.com