La industria de la belleza es una de las que genera mayor plástico de un solo uso, y un gran porcentaje de sus ingredientes pueden ser nocivos para el planeta, especialmente para el océano. Pero existen muchos movimientos que buscan hacer de esta industria un lugar más sostenible para el cuidado del medioambiente. Por mencionar algunas de estas corrientes, se destacan Green Beauty (Belleza Verde) o Clean Beauty (Belleza Limpia), las cuales básicamente se apoyan en el cuidado de la piel utilizando productos que contengan ingredientes naturales o evitando aquellos que sean considerados tóxicos, cancerígenos o dañinos para el medioambiente, sean naturales o no.
En 2018, Jeannie Jarnot, fundadora de la tienda Beauty Heroes, inició un movimiento global para celebrar a las marcas de belleza que se esfuerzan por mejorar el planeta, así como también a los consumidores conscientes y los primeros partidarios de las empresas que allanen el camino. Lo llamó Blue Beauty (Belleza Azul), en referencia a las prácticas de este tipo de industrias y sus efectos sobre los ecosistemas acuáticos. Esta corriente ha llamado la atención por fijar una mirada más allá de lo que lo hace la llamada belleza verde, pues además de incluir ingredientes amigables busca encontrar formas para potenciar la belleza orgánica y vegetal, minimizando su impacto medioambiental.
Según destaca la revista Forbes, los empaques de los productos de belleza y cuidado corporal llegaron a 142,6 mil millones de unidades en 2017, incluyendo plásticos rígidos, empaques flexibles, envases de papel, metal, vidrio y otros. Y de acuerdo a WWF, la producción de desechos plásticos podría aumentar en un 41% para el 2030, y la cantidad acumulada en el océano podría duplicarse en ese mismo año, alcanzando los 300 millones de toneladas.
Por otro lado, se sabe que algunos ingredientes de productos de cosmética o cuidado personal son nocivos para los océanos. Destacan dos ingredientes incluidos en algunas cremas de protección solar, oxibenzona y octinoxato, los cuales producen un gran daño a los arrecifes corales y afectan la vida marina. Lo mismo ocurre con los parabenos o los microplásticos; de estos últimos, que están presentes en algunos productos exfoliantes, se calcula que hay entre 8 y 14 millones de toneladas en el fondo de los océanos, de acuerdo a un estudio realizado por la Agencia de Investigación Gubernamental Australiana (CSIRO).
Algunas de las prácticas que propone la belleza azul para inspirar a las marcas son usar ingredientes no transgénicos, orgánicos y recolectados en la naturaleza; utilizar un embalaje exterior mínimo o envases biodegradables, reciclados o reutilizados; obtener certificaciones de carbono neutral o empresa B-Corp; trabajar con agricultores y proveedores locales, optar por material de embalaje donado o reciclado, entre otros. Además, se comprometen a crear contenido que eduque, inspire y celebre las iniciativas y el progreso azul. Su deseo es tener una conversación continua con los consumidores conscientes mientras se continúa explorando lo que significa “volverse azul”.