En el clásico cuento infantil Hansel y Gretel, los protagonistas utilizaban migas de pan para dejar un rastro que los llevara de vuelta a casa. Y, aunque es de esa historia que proviene el término inglés breadcrumbing –que significa ir dejando migas de pan–, la palabra se refiere más bien a las migas virtuales: a esas muestras de atención o afecto hacia otra persona sin que haya un compromiso real ni una intención de concretar una relación presencial.
El Urban Dictionary lo define así: “es cuando alguien no tiene intenciones de llevar las cosas más lejos, pero le gusta la atención. Así, coquetea aquí o allá, envía señales de vida solo para mantener a la persona interesada”.
Ejemplos hay miles. Alguien que demuestra interés a través de las redes sociales, pero no busca nada más. Dejar un ‘me gusta’ en Instagram pero ignorar los mensajes. Aparecer de vez en cuando con una propuesta en WhatsApp que nunca se lleva a cabo. Un día calor, otro frío. Migas de pan para generar atención y dejar un rastro que no lleva a ningún lugar, pero que sí mantiene la atención. Básicamente el primo menos famoso del ghosting, el término en inglés para definir la desaparición abrupta de la vida de una persona.
“El breadcrumbing y el ghosting siempre han existido en contextos offline, sólo que ahora disponemos de dominios virtuales en los que se pueden poner en práctica. Del mismo modo que la vida virtual ha añadido una nueva dimensión a nuestra vida, estos fenómenos añaden una capa más que hay que tener en cuenta y saber gestionar”, dice la doctora Kelly Campbell, académica de psicología de la Universidad Estatal de California.
Por su parte, en el libro Que sea amor del bueno. Por qué la responsabilidad afectiva es clave en tus relaciones, la psicóloga Marta Martínez Novoa explica que esta situación puede generar angustia, frustración y una sensación de vacío cuando esas pequeñas cuotas de atención desaparecen. Además, dice, relaciones disfuncionales o tóxicas como estas pueden generar adicción.
Este fenómeno también puede trasladarse al ámbito laboral. En Estados Unidos, un estudio reciente de la empresa global de contratación de personal Robert Half mostró que un tercio de los directivos de empresas declaró estar tardando mucho más tiempo en contratar en el entorno actual a pesar de tener acceso a una mayor reserva de talento. Cuando se les pidió que detallaran cómo mantenían a sus candidatos comprometidos durante el proceso, las respuestas más comunes incluyeron la programación de múltiples rondas de entrevistas, pruebas de habilidad entre otras estrategias para mantener la atención de los postulantes.
En el ámbito relacional, los expertos concuerdan en que las personas que van dejando estas “migas de afecto” buscan tener cerca a otras personas ya sea para engrandecer su ego o para llenar otros tipos de vacíos emocionales. Entre muchas otras razones, puede tratarse también de personas inseguras o con baja autoestima.
Para Dana McNeil, terapeuta de parejas y experta en relaciones basada en San Diego, Estados Unidos, hay que considerar otro factor: el breadcrumbing es fácil de ejercer. “Cualquiera puede soltar una respuesta vaga o una respuesta a alguien con un lenguaje elogioso y positivo sin decir realmente nada concreto. La frecuencia y la duración de la respuesta también están controladas por la persona que hace el breadcrumbing”, explica. “Pueden decir cosas como ‘he estado muy ocupado, pero quería decirte que sigo pensando en ti y que me pondré en contacto contigo pronto para planear un encuentro’. Este tipo de respuesta es vaga, pero deja al receptor con una sensación de esperanza y de creer que la persona que envió la nota se preocupa y quiere seguir conectando”, añade McNeil.
¿Cómo saber que una persona está utilizando este mecanismo? Según explica Campbell, hay que tener claro en todo momento que los hechos hablan más que las palabras. “Si una persona lleva semanas enviando mensajes y no ha querido concretar y demostrar su interés por ti, es una señal de alarma”, dice.
Algunas de estas señales pueden detectarse cuando la otra persona hace planes pero siempre los termina cancelando, o quienes parecen demasiado ocupadas para dedicarte tiempo. También cuando nunca sabes qué puedes esperar del otro. Las personas que tienen este tipo de comportamientos suelen ser bastante inconsistentes en el trato personal.
Se puede detectar este modo de vincularse cuando no se reciben señales de vida de la otra persona durante días, semanas o incluso meses. La irregularidad en las comunicaciones provoca que surjan desconfianzas.
Para que una relación florezca de manera positiva, dice Campbell, deber seguir una “progresión orgánica” en términos de tiempo, energía y emociones. “Si no has visto este tipo de inversión por parte de la otra persona, tú tienes que invertir menos. Siempre hay un equilibrio de poder en las relaciones, incluso en las que están empezando. No se siente bien ser la única persona que se preocupa, la que está poniendo el esfuerzo”, dice.
Para lidiar con este tipo de situaciones, la experta aconseja dar un paso al costado. “Invierte en otras cosas, en ti mismo y en las relaciones con los amigos y la familia. Una pareja bien compenetrada dedicará el mismo tiempo a hacer florecer la relación”, explica.
Por su parte, McNeil aconseja abordar el tema de una forma más practica. “Pide una fecha u hora concreta en la que puedan conectar por teléfono o en persona. Indica algunas fechas en las que estés libre y pide un encuentro específico. Si la otra persona espera a responder hasta que haya pasado el evento o no responde a la pregunta formulada, puedes suponer con seguridad que te está breadcrumbing”, dice.