Karoshi es el término que se utiliza en Japón para referirse a las muertes ocasionadas por la sobre carga de trabajo y el estrés asociado a ella. Se trata de un fenómeno que se registró ahí por primera vez a fines de la década de los 70 y que, a pesar de los esfuerzos por implementar políticas laborales más balanceadas, aún no se ha logrado erradicar. En un reporte elaborado por el gobierno de ese país en 2016, el 20% de los trabajadores encuestados registró más de 80 horas de trabajo extra en el último mes.
Sin embargo, el estrés laboral es un fenómeno que traspasa fronteras y, en Chile, según el estudio Zoom al trabajo elaborado en 2019 por la Escuela de Psicología de la UAI, un 42% de los encuestados dice sentir estrés producto de la carga laboral. Porcentaje que supera con creces al 26% que afirmaba sentirse estresado el 2018.
Uno de los principales riesgos asociados al estrés laboral es que este se vuelva crónico, generando un síndrome que se conoce como el burnout. "No es solamente una reacción estresante frente al trabajo, sino que es un estrés prolongado y genera este síndrome de estar fundido", explica la psicóloga laboral y coach del MBA de la Universidad de Chile, Claudia Zamora. "Es producto de un estrés crónico, es decir, se produce cuando llevas periodos prolongados en una situación de estrés, has ignorado los síntomas y las consecuencias y sigues trabajando".
Si bien el término fue acuñado por primera vez hace décadas, recién en 2019 la Organización Mundial de la Salud la consideró dentro de su clasificación de enfermedades como un síndrome ocupacional. Y lo caracterizó con tres rasgos principales: la sensación de falta de energía o agotamiento; una efectividad reducida en el ámbito profesional y un distanciamiento mental hacia el trabajo o sensación de negatividad respecto de este. "Debido al agotamiento extremo se produce un aplanamiento emocional", explica Claudia Zamora. "La persona toma distancia y se muestra frío frente a las cosas como si no le importaran".
La especialista agrega que, además, los pacientes que presentan cuadros de burnout tienen una actitud retraída, se ponen cada vez más callados o contestan con monosílabos. "El cuerpo reacciona como cuando a un switch eléctrico le saltan los tapones y cortas el cable en la parte emocional y empiezan a volverse un poco cínicos o adormecidos emocionalmente", explica. La especialista comenta que este síndrome es común en personas que tienen ocupaciones como choferes de buses, que trabajan en colegios de alta vulnerabilidad social o profesionales de la salud.
"Son personas que en algún momento se emocionaban mucho con su trabajo o se vinculaban mucho con lo que ocurría, pero el alto nivel de estrés hace que de alguna manera comiencen a tomar esta distancia y pareciera como que ya no les importara mucho", aclara. Y ante a ese mismo estímulo que en un comienzo los hacía vincularse de forma muy personal con su trabajo –de un paciente muy crítico o de un niño con muchos problemas de conducta– ya no sienten como antes el estremecimiento emocional, la motivación o el vínculo, según comenta la especialista.
En tiempos en los que muchos han tenido que modificar drásticamente sus rutinas de trabajo para implementar el home office como dinámica laboral, el estrés y el síndrome del burnout podría aparecer como una amenaza para quienes no sepan cómo parar de trabajar desde sus casas. Claudia Zamora aclara que el teletrabajo puede –como cualquier otro tipo de trabajo– producirnos burnout si es que no somos capaces de detectar las señales de estrés a tiempo.
"El trabajo remoto puede ser más o menos estresante que el trabajo presencial", señala. Y es que el tele-trabajo tiene ciertas ventajas para algunos, como disminuir los tiempos de traslado o el contacto con la jefatura, si eso es algo que generaba estrés, y en ese caso, señala la especialista, alguien podría sentir que con esta práctica está disminuyendo sus niveles de estrés total. "Por otra parte, efectivamente no hay un espacio dónde poder trabajar. Estamos con la familia, tienes que hacer múltiples tareas, no hay un horario definido ni una conexión óptima", comenta. "El teletrabajo en sí mismo puede ser igual, mejor o peor en términos de estrés y todo dependerá de las condiciones y de la persona que esté enfrentándose a esta situación".
Una de las creencias o mitos que es necesario derribar en relación al burnout es que este síndrome no tiene que ver con el volumen de trabajo ni con la dinámica propiamente tal, sino con lo que sentimos frente a nuestro trabajo y la carga laboral. "Hay gente que tiene mucho trabajo pero que lo asume como un desafío y se felicitan a sí mismos por sus logros o están en un grupo que de alguna manera los contiene emocionalmente", explica Claudia Zamora. "El volumen de trabajo puede ser alto, pero si tengo un buen equipo que me apoya eso actúa como una especie de colchón que hace que esa carga se lleve de buena manera".
Según ella, un factor determinante para prevenir el burnout es detectar el estrés a tiempo y contenerlo antes de llegar a un estado de sentirnos completamente quemados. ¿Cómo manejar el estrés laboral? Recordar para qué estamos trabajando: si tenemos objetivos personales o metas que queremos cumplir conectando con otras personas en nuestro rubro o área que compartan nuestras experiencias y vivencias diarias incluso si trabajamos en ocupaciones más solitarias o no tenemos un equipo de trabajo. "Es clave poder tener un espacio de contarse las cosas y conectar con otros. Eso funciona como apoyo y nos da la sensación de trabajo en equipo", explica la psicóloga.
Otro de los puntos clave es cuidar nuestro diálogo interno. Claudia Zamora comenta que muchas veces los pensamientos que tenemos mientras hacemos nuestro trabajo son mucho más determinantes en nuestra sensación de estrés incluso que los factores externos, como la carga o la presión de un jefe. "Si mis pensamientos constantemente son 'tengo que hacerlo perfecto', 'tengo que hacerlo ahora ya o me van a echar', 'no soy la mejor de los trabajadores o 'siempre lo hago mal', aquellas creencias erróneas son las que más generan estrés", aclara. "Más aún que lo que pueda estar pasando afuera, lo que uno se dice acerca de lo que le pasa genera sensaciones. Ese pensamiento puede llevar a una emoción estresante y la emoción se manifiesta en el cuerpo en dolores de guata, tensión o dolores de cabeza".