Intentó con Monalisa, pero ese apodo ya existía. Después se le ocurrió Cleopatra y luego Nefertitis, pero también estaban ocupados. Su amiga le recomendó Catwoman, pero dudó, porque le pareció que ese nick name no tenía nada que ver con su personalidad. Finalmente cedió. En ese momento Rosario Diez (46) pasó a ser Gatúbela en el mundo de DatingChile, un sitio web destinado a buscar pareja (www.datingchile.cl). Luego rellenó su perfil con sus datos y una descripción. "Soy protagonista de mi vida yme hago responsable de lo bueno y lo malo sin culpar a nadie", puso entre otras frases. La foto la subió de inmediato: pelo castaño, ojos verdes, delgada. No le dio pudor. De inmediato recibió un correo que decía "Te deseo". Se rió y siguió navegando.

Rosario es publicista, diplomada en Gestión Financiera y tiene tres hijos. Se separó hace nueve años y en 2008 se vino de Concepción a Santiago para trabajar como operadora de finanzas y pagar la educación de sus hijos, ya que su ex marido nunca le ha dado un peso. Lleva un año haciendo citas a través de Dating. Conoció esta opción cuando con una amiga vieron en la tele un reportaje sobre los buscadores de pareja. "No lo pensé dos veces. Me entusiasmé porque necesitaba conocer gente y esto era una puerta que se abría". Incluso estuvo dispuesta a pagar para ir más allá del chat y comenzar a recibir y mandar mensajes internos. Rosario se comprometió a una cuota de cinco mil pesos mensuales, que es lo que vale la membresía. Le pareció razonable. El coqueteo online resultó ser mucho más intenso y desinhibido de lo que imaginaba. Al día siguiente, recibió más de diez "besos". Los besos eran virtuales, por cierto. Los mandan usuarios del sitio esperando que quien los recibe se los devuelva o le envíe un email interno. También encontró ocho correos de interesados en contactarla.

Su primera cita fue en un bar y se produjo una semana después de haber tomado contacto con el candidato. Era un ingeniero de 46 años, es decir, su misma edad. Movida por la ilusión le dijo al hombre que la pasara a buscar a su casa, lo que hoy considera una actitud demasiado arriesgada. "Me dio nervio haberle dado tanta confianza al tiro. Estaba tranquila-nerviosa. Relajada, por un lado, porque soy lo que hay, es lo que tengo para ofrecer y no pretendo aparentar, pero también con el nerviosismo de querer gustarle a la otra persona". Y así fue. Apenas lo vio le gustó y la conversación fluyó. A la vuelta, él la fue a dejar y ambos coincidieron en que habían tenido una noche agradable. La próxima cita llegó una semana después. "Luego del primer encuentro yo pensé que iba a pololear con él porque teníamos mucha química", relata Rosario. Se compró ropa nueva, ropa interior, incluso, aunque no pasó nada. En la cuarta cita, cuenta, las cosas empezaron a enfriarse porque, según ella, a él "le faltaba poder de decisión". "Me hubiera gustado que fuera más atrevido. Me dio un poco de rabia, pero después me llegaron otros correos, empecé a salir con otra gente y dije: 'total no me gustaba tanto'".

En el año que lleva en Dating, Rosario ha salido con más de treinta hombres, en su mayoría ingenieros y empresarios, pero también médicos y abogados. "Si quiero pololear, ¿cómo lo hago, si soy tan regodeona? Tengo que salir y conocer, conocer, conocer gente. Hasta que encuentre a alguien con quien podamos tener una relación estable y duradera. Ojalá forever".

El negocio del amor

Rosario está tranquila: no teme encontrarse con un sicópata o un delincuente. Sabe que los administradores del sitio tienen estrictas medidas de seguridad. Cuando una persona se crea un perfil, estos de inmediato chequean la foto y el texto, para que no tengan elementos que induzcan a la pornografía o que entregue información confidencial. Un hombre, por ejemplo, no puede aparecer con el torso desnudo, a no ser que esté en la playa. Se exige que la fotografía muestre la cara y que no esté borrosa. Y si la imagen no cumple con los requisitos, se bloquea el perfil hasta que el usuario la cambie. En Dating, incluso, si tienen dudas sobre lo que realmente está buscando el cliente, le piden que suba el carné de identidad. "Es un trabajo duro pero hay que hacerlo, porque si fallamos en eso la seriedad del sitio queda en entredicho", asegura su administrador, el danés Sebastian Hofman, quien en 2007 creó este buscador de parejas junto a su hermano. Un sitio pagado y con seguridad garantizada, lo que ha convocado a usuarios de buen nivel educacional. Dicen que se dieron cuenta de que los chilenos solteros, separados y viudos estaban muy aislados, trabajaban sin parar y tenían muy pocas posibilidades de conocer gente. Y, lo más importante, pasaban todo el día frente a un computador.

"Pensé que si se les entregaba la seguridad necesaria, los usuarios, aunque fueran de estratos socioeconómicos altos, podrían considerar internet como un lugar para encontrar pareja", cuenta Sebastian. Y así fue. Este danés sabía del éxito que tienen estos sitios en su país. De ese modelo imitó las políticas de seguridad y la idea de que debían ser locales, porque "la gente quiere salir con las personas que vivan en su misma comuna". Además, contaba con un dato fuerte: Mathias, su hermano, conoció a la chilena con quien se casó en un chat. Hoy DatingChile tiene 350 mil usarios y 40% de los que viven en Santiago son del sector oriente.

Pero este no es el primer sitio de este tipo en Chile. Desde 2004, existe otro similar: Match.com-Chile, perteneciente a la estadounidense Match.com que en todo el mundo tiene 5 millones de usuarios. El negocio es rentable. Match se financia únicamente por membresías; DatingChile obtiene ganancias, además de las membresías, por eventos y publicidad.

Coqueteo profesional

"En mí pueden encontrar un partner, un amigo para disfrutar todo lo que la vida tiene: salir, viajar, cocinar, bailar, disfrutar de una siestecita… arriésgate, no te arrepentirás". "Me gustan los

hombres brillantes y/o sensatos, que haga pocas estupideces (todos las hacemos de vez en cuando, je) o que se dé cuenta de ello". Estos son algunos de los manifiestos que usuarios de Match

ponen en su perfil. Son 500 mil, de los cuales 38% tiene grado de licenciado universitario y 6% tiene un doctorado.

Para la gran mayoría lo más difícil de armarse un perfil es decidir si poner foto o no, porque la apariencia es, sin duda, un elemento decisivo. A Carolina, matrona de 45 años, separada hace 12, le costó dar el paso: "Pasé un tiempo sin foto, pero después capté que es lo que se estila en todos los países desarrollados". Según datos de DatingChile, una persona que sube su foto recibe hasta 10 veces más mensajes que una que no lo hace. Luego de que los profesionales buscan comuna, edad y nivel educacional toman contacto con los posibles candidatos y ahí la voz es otro criterio que pesa. "Escuchando la voz ya te das cuenta de los modismos, de cómo habla, y puedes darte cuenta si es más o menos de tu nivel", afirma Pablo (42), publicista, divorciado, cuya foto es discreta.

Mide 1,91 y tiene estudios de postgrado, por lo que recibe, por lo menos, un correo diario de alguna interesada. Los usuarios dicen que a la primera cita van relajados. Aunque Carolina tiene sus aprensiones: "Me da temor arrepentirme de haber ido. Tienden a pasar ciertas ideas por mi cabeza como a qué clase de pastel podría conocer. (…) También me da vueltas que me vean como un objeto sexual y no como una persona para amar y cuidar". Pablo, por su parte, asegura que para la primera cita "uno se pone expectativas. Que sea bonita, simpática, inteligente. Uno se hace una ilusión y cuando la ves lo primero es la parte física pero de ahí empiezas a hacer una especie de check list".

Fina selección

Durante los primeros seis meses que estuvo en Dating, Rosario tuvo hasta tres citas semanales con completos desconocidos. "Estaba feliz, me encantaba. Casi quería dejar de trabajar para poder ver los correos. Volví a los 15 años. Llegaba a la casa a prender el computador y ver quién estaba online". Ahora está más relajada y solo entra al sitio una vez por semana, pero el asunto le sigue gustando y no renuncia al sueño de encontrar alguna vez al amor de su vida. Todos los días recibe al menos un correo electrónico de algún desconocido. Dice que los hombres más jóvenes quieren juntarse al tiro, mientras que los mayores pueden pasarse meses chateando y preguntando cosas antes de querer tener un encuentro en vivo. Asegura que la primera vez que se junta con un hombre no le da tanta importancia a la apariencia. Se arregla, se pinta, se pone bonita, pero no más de lo habitual. Según ella, si se repite la salida con la misma persona, ahí sí se prepara. "El llamado para la segunda cita siempre me sube el ego. Si salgo con la persona de nuevo quiere decir que es una persona importante, que me pareció bien". Entonces, sí es común que se vaya a comprar un perfume o ropa. También, dice, para la segunda cita está más abierta a tener un encuentro sexual.

Eso sí: siempre que cumpla con los requisitos. Dice que lo bueno del sistema es que es ella quien elige. "Ahora es mi momento de escoger. Porque no soy un cacho para nadie: soy una mujer independiente, me autofinancio bien, soy sana, informada, soy un aporte para cualquier hombre". Lo primero que hace es observar bien la foto del candidato, "porque ahí cachai al tiro qué onda". También se fija en la redacción: "Si tiene faltas de ortografía, chao, y si no tiene educación universitaria, fuera. Para qué voy a perder el tiempo". Los hombres muy enrollados también le dan lata: "Una persona que escribe y detalla miles de cosas la descarto. No me sirve un hombre que se complique por todo. Yo quiero un hombre sin rollos, sin problemas", afirma. Ella vive en Las Condes y, en general, selecciona hombres que vivan en el sector oriente.

Rosario cuenta que hace poco estuvo saliendo con un hombre que le gustó harto. Su nick name era edu1962. El señor revelaba de inmediato su año de nacimiento. Con él duró tres meses, todo un récord. "Pero no fumaba, no tomaba, hacía yoga… Entonces, no estoy para el convento. Era estupendo, culto, gerente de una empresa, pero fome, fome. Conclusión: nunca he encontrado a alguien que cumpla con todos los requisitos".

Engaños y decepciones

Para muchos los buscadores de pareja son una nueva manera de saltarse el coqueteo en un bar. Y eso les acomoda. "Es como tener un pub en tu computador, con todas las mujeres ahí. Y les

puedes decir que no y nadie se siente", dice Jorge (50), ingeniero comercial, quien se define como tímido, aunque no parece serlo. Él mismo va más allá en el tema: "Yo encuentro que ésta es la mejor opción, mejor que ir a conocer gallas en un lugar para bailar, donde te enganchas con la que está sola o la que está medio copeteada. Además, de noche, las encuentras a todas bonitas,

entonces te llevas la desilusión al otro día. Aquí no. Aquí la cosa es sin trago, de día. Es mucho más práctico", dice.

A pesar de su éxito, esta modalidad de buscar pareja sigue siendo un tabú. Sobre todo para los profesionales, quienes temen ser descubiertos porque, según ellos, son muy conocidos o los clientes se pueden espantar. Rosario asegura: "Es algo muy mal visto". De hecho, existe cierta complicidad entre los usuarios de estos sitios; si ven a alguien conocido en la página, no les importa porque están en la misma situación. Pero hacen lo imposible para que nadie más se entere.

Además, hay que tener cuidado porque, a pesar de que no se han registrado delitos a través de estas páginas, –así lo confirma el subcomisario Cristián González, de la Brigada del Cibercrimen– el engaño está a la orden del día. Por eso los usuarios hacen su primera cita en lugares públicos y, por lo general, no revelan donde viven. Pablo advierte que ningún sistema es tan seguro: "Puedes conocer una persona en un bar y también corres riesgos", dice. Pero a él mismo lo han engañado en el chat. En una oportunidad estuvo en contacto con una mujer que decía ser directora de una compañía en El Golf. Quedaron de juntarse pero ella se excusó. Luego de cambiarse varias veces la fotografía accedió a reunirse. Cuando Pablo llegó al lugar de la cita la llamó al celular y vio que la persona que contestaba el teléfono no se parecía en nada a la mujer de la foto. "Se notaba al tiro que no era ni ejecutiva ni menos directora. El peinado era terrible. Tenía un mechón verde a un lado y otro rojo al frente. Me di la vuelta y me fui".

En la otra vereda, la "trampa" más común de los hombres es aumentarse unos centímetros. A Carolina le pasó. Dice que en una ocasión esperaba encontrarse con un hombre guapo y alto pero se encontró con "un pitufo". Pero ella también ha engañado: tiene 45 y en su perfil aparece con 41. "Algunos hombres son tan ilusos, que buscan de 35 a 40, entonces yo estaría casi fuera".

Un final feliz

Todos buscan; pocos encuentran. Marco Herrera (31) y Loreto Neira (28), se enamoraron a través de Dating y llevan 2 años casados. Pero no se conocieron en una cita común, sino en el Speed Dating, un evento organizado por el buscador de pareja, en el que 12 mujeres conocen a 12 hombres. Al entrar al bar donde se realizaba, les entregaban una tarjeta con su nombre y les daban el número de su mesa. Luego comenzaban: tenían 3 minutos para hablar con cada uno de los del sexo opuesto. Les pasaban una tarjeta para ir marcando un sí o un no. Cuando terminó de conversar con el tercer candidato, Loreto marcó un sí; era Marco, un ingeniero civil mecánico.

"Todos mis amigos estaban en pareja. Ya llevaba un año solo y no tenía tiempo para conocer gente. Vi la página en el metro, me inscribí y a la semana me llamaron para invitarme a este Speed Dating. Lo encontré entretenido", recuerda Marco. Para Loreto, que es de Concepción, fue un juego. Dice que se metió para conocer gente. Sus planes eran trabajar un tiempo en Santiago y pronto

irse a estudiar fuera del país. No tenía el amor en carpeta. Pero después de unos días todos sus planes cambiaron. Les llegó el reporte de Dating, que les decía con quiénes habían coincidido en el Speed Dating. Marco contactó a Loreto por chat, luego de ver su coincidencia. Un año después estaban casados. "Lo que resultó entre nosotros fue pura casualidad", reflexiona Loreto, ingeniera civil en electrónica, mientras Marcos asegura: "En tres minutos te das cuenta al tiro de cómo es la otra persona. Esto te ahorra pasos y tiempo. Porque si te acercas a una mujer y te rechaza ya perdiste

el tiempo y a lo mejor te estás perdiendo al amor de tu vida".

Las cifras

Según encuestas de Match.com: 36% de las parejas modernas se conocen en el trabajo o estudio.

26% lo hace a través de un amigo.

17% se conocen a través de sitios de citas online.

42% de los usuarios de sitios online disfruta de conocer personas que no conocería normalmente.

A 29% le interesa conocer más sobre la persona antes del encuentro.

A 29% le gusta no tener que ir a discotheques y bares.

38% de los usarios es licenciado universitario.

5% tiene un diplomado.

6% tiene un doctorado.

2% ha realizado estudios de postlicenciatura/máster.