Hace algunos años llegó a la consulta de la terapeuta ocupacional Blanca Zegers, una niña con mutismo selectivo. Blanca intentó tratarla con la terapia de siempre, pero no logró avanzar. Se sentía atada de manos. En ese momento se le ocurrió preguntarle a la mamá de la niña si podía llevarla a su casa, pues allá tenía unos caballos y ella sabía que “los caballos hacen muy bien”. La mujer aceptó y en la primera sesión vio más avances que en todo el tiempo que llevaban en terapia. El caballo despertó en ella lo que necesitaba para desplegar su lenguaje, su contacto visual, su posibilidad de expresarse en el mundo. “Para mí fue un mensaje bastante claro”, dice sobre los comienzos de Fundación Bayos, el proyecto que impulsó en ese momento.
Pero nada de esto fue al azar. Blanca creció entre Santiago y El Paico, una localidad que está entre Melipilla y Talagante. “Los caballos siempre fueron parte de la cultura familiar. De hecho después seguí cerca de ellos con el deporte, hice equitación de adolescente y más adelante me capacité como entrenadora de niños y niñas”, cuenta. Era tal su pasión por estos animales, que cuando llegó el momento de elegir una carrera, empezó a pensar en cual podrían aportar los caballos. “Comencé esta búsqueda vocacional impulsada por mis papás que siempre han tenido el discurso de hacer lo que te haga sentido. Así fue como llegué a un congreso de Hipoterapia, cuando era niña aún, estaba en la enseñanza media. Creo que era la única con uniforme escolar en ese evento. Al final levanté la mano y pregunté qué tenía que estudiar para hacer eso. Y así fue como llegué a la Terapia Ocupacional”, cuenta.
Sin embargo, por diversas razones pasaron 13 años antes de que juntara su carrera con los caballos como era su sueño. De hecho vivió en Santiago hasta los 30 años cuando nació su segundo hijo. “En ese momento se me hizo patente que la vida que estaba llevando no era lo que quería. Estaba todo el día trabajando fuera de la casa y llegaba tarde. Trabajaba con infancia, pero no veía a mis hijos. Así que decidimos partir al sur”.
En Pucón montó su primera consulta, a la que llegó la niña que la hizo cambiar el curso de su carrera, y de su vida. “Creamos la Fundación que está dedicada a la atención terapéutica y acompañamiento de niños, niñas y jóvenes que presentan alguna dificultad en su etapa de desarrollo, ya sea de carácter sensorio motor, emocional, de aprendizaje o comunicación. A través de herramientas basadas en la naturaleza, guiadas por un equipo terapéutico clínico especialista en su área, buscamos que cada persona despliegue su propia individualidad, alcanzando sus potencialidades con gozo y contención”.
Desde la atención de esa niña, hasta lo que es hoy Fundación Bayos –cuenta– ha sido un proceso de aprendizaje para todos los que de alguna manera están ligados al proyecto. “Partí sola, pero luego me di cuenta de que el proyecto alcanzaría su máximo potencial si lograba articular un equipo interdisciplinario. Y es lo que hice, con el objetivo de llegar a más personas y, a la larga, generar un modelo que se pueda replicar en más lugares”.
¿Cuál es el rol de los caballos en una terapia?
Los caballos aportan una experiencia sensorial, motriz y vincular, muy completa. Llevan tu sistema nervioso central a su mejor nivel de alerta y desde ese lugar, los objetivos que te propongas, son más fáciles de alcanzar. Además nosotros tenemos una especie de circuito en el que también hay un bosque. Éste, por su parte, te lleva a la presencia plena, al presente, a la calma, a la curiosidad y atención. Sucede lo mismo que con los caballos. Desde esa experiencia puedes trabajar aquello que más te cuesta, sin darte cuenta. Son herramientas que hoy se necesitan más que nunca.
¿Cómo es una sesión de Hipoterapia?
Consiste en el uso del movimiento del caballo para alcanzar objetivos funcionales. Es la rama más clínica de la equinoterapia. Los niños y niñas llegan, saludan a los caballos y los preparan, es decir, los cepillan, les limpian las patas. Todo esto ya tiene desafíos sensoriales y vinculares super importantes. Y el ambiente en sí mismo genera un montón de oportunidades para estimular y despertar esas áreas. Y después viene el trabajo montado, donde uno va graduando el movimiento del caballo para alcanzar los objetivos que quieres. Y lo que hemos visto es que el trabajo con caballos dispone tu sistema nervioso central a su mejor estado y eso es por el movimiento. Es lo mismo que hago cuando mezo a una guagua. Tiene que ver con el sistema vestibular, ese movimiento conduce a los niños y niñas a que su nivel de alerta esté en óptimo. Así, ese sistema nervioso central que está en su mejor estado cuando los niños y niñas se bajan del caballo, permite trabajar de mejor manera aquello que en otro estado les resulta más difícil.
¿El contacto con la naturaleza también influye?
Allá no hay mucha conexión a Internet y la naturaleza te obliga a estar en el presente que es lo que más nos está faltando hoy. Cuando uno está en el presente, conectado con su cuerpo y su respiración, con lo que sucede ahí, no se distrae y por lo tanto la terapia y los aprendizajes son distintos. De hecho llegan niños y niñas de Santiago a hacer periodos intensivos y vemos cambios rápidamente, se puede acceder a ellos de otra manera.
¿Por qué es tan importante y necesario buscar diversas maneras de apoyar a los niños y niñas en su desarrollo?
Porque una dificultad chiquitita puede tornarse discapacitante. Un retraso en el desarrollo puede generar una dificultad en el aprendizaje, una baja de autoestima y terminar en un problema emocional significativo en la adolescencia. Mientras más amplia es nuestra capacidad de intervenir y apoyar, mejor. Y la naturaleza y los caballos te ofrecen eso: desde una promoción de desarrollo sano, hasta una intervención en el tono muscular de un niño con parálisis cerebral.
Y es interesante que mientras yo pensaba en todo esto, investigaba y estudiaba la forma de hacerlo, me fui encontrando con que esto calza efectivamente con necesidades profundas de nuestra sociedad actual, así como con marcos más macro. Por ejemplo, en los objetivos de desarrollo sustentable ODS 2030, la “rehabilitación” emerge. No estaba en los anteriores, porque antes se orientaban a sobrevivir básicamente. Hoy se necesita vivir mejor, cuidar el planeta, generar equidad, disminuir la discapacidad.
Haces esta entrevista con tu tercer hijo de ocho meses en brazos. ¿Cómo has logrado sacar adelante este proyecto en medio de la propia crianza?
Esto ha sido un proyecto familiar. Junto a mi marido, Sebastián y nuestros tres hijos, partimos con esto en casa, haciendo todo nosotros. El cuidado de los caballos, las sesiones, el entrenamiento, etc. Recién al tercer año se comenzó a armar el equipo y con ello la fundación. Vivirlo como familia ha sido una experiencia profunda que creo que cala hondo en cada uno de nosotros y nos llena de gratitud.