Cabeza lúdica

Es autodidacta. Solo fue un año a la universidad, pero ha sido directora de arte de las revistas Paula y Fibra. También diseñó la primera campaña presidencial de Bachelet y fue quien rescató la tradicional Lira Popular como la imagen del bar Liguria. Actualmente a cargo de la agencia creativa Felicidad, su último chispazo es Mira tú. Guía para perderse en Chile, un libro de historias curiosas y sitios patrimoniales chilenos en el que ella aporta la estética y el juego visual.




Paula 1160. Sábado 8 de noviembre de 2014.

Una casa en Ñuñoa con patio interior, mesa de ping-pong, terraza con frondosos árboles, pizarrones llenos de ideas y gente joven trabajando en sus computadores portátiles. Así es la oficina de Felicidad, la agencia de contenidos creativos que la diseñadora Piedad Rivadeneira (43) armó hace 10 años, después de pasar por las direcciones de arte de revista Paula y la transgresora revista Fibra. Con su agencia ha llevado a cabo numerosos proyectos: la primera campaña presidencial de Michelle Bachelet, la imagen del bar Liguria basada en el rescate de la Lira Popular y la dirección de arte de 31 minutos. Todo esto, a pesar de que solo estudió un año y medio Diseño en la universidad porque en su casa no había plata para poder seguir pagándole los estudios.

Piedad es creativa por donde se la mire. Y busquilla e inquieta, desde siempre. En la adolescencia hacía vestidos con géneros comprados en las telas por kilo que les vendía a sus amigas, a los 18 decoraba vitrinas de algunas tiendas, a los 20 era asistente de un director de arte de comerciales. Y a los 24 ya era directora de arte de revista Paula. En pocas palabras: es una mujer que se ha formado a sí misma, mirando, haciendo, practicando.

Suele estar detrás de algún proyecto entretenido. El último: Mira tú. Guía para perderse en Chile (Hueders), un libro atractivo, de diseño dinámico y muy lúdico que recorre 12 sitios patrimoniales del país, como el centro de Iquique, el Palacio de la Moneda y la Iglesia de San Francisco, tal como lo hacía el programa de televisión Mira tú creado por Aplaplac –la misma productora detrás de 31 minutos– a partir de donde nació el proyecto.

"Las ideas tienen que tener un propósito para que tengan fuerza. Para conseguir eso, necesito transmitir algo en lo que realmente creo. Los mejores trabajos son siempre aquellos más personales, en los que pones algo propio".

Durante una década, Felicidad en conjunto con Aplapac y el periodista Juan Pablo Barros, quien escribió los textos, trabajaron los contenidos y gráfica del libro. Los estragos que causó la ópera en las mujeres chilenas en el siglo XIX, las obsesiones tecnológicas de Benjamín Vicuña Mackenna o la moderna vida que se llevaba en plena cordillera de los Andes en el pueblo minero de Sewell, son solo algunos de los datos que se encuentran en esta nueva publicación que se mueve entre lo culto y lo popular para sumergirse en la historia del país a través de episodios curiosos y una mezcla de imágenes llamativas.

Mira tú no es un libro típico. Está lleno de colores, imágenes, textos cortos sobre temas bien distintos. ¿Cómo lo definirías?

Es como un collage. Para hacerlo, incluimos ilustraciones de diferentes artistas, fotografías familiares, dibujos de mis hijos, recortes. También es un libro que tiene dentro muchos otros libros, por eso, quisimos dar esa sensación con su diseño: cuando lo abres te encuentras literalmente con varios libros antiguos en su interior. Para mí, Mira tú es un libro muy lúdico, tanto para niños como para adultos, que funciona como guía para aprender y entender una manera de ser muy chilena que se ve reflejada en él.

Hay muchos relatos curiosos de la historia de Chile en el libro. ¿Cuáles son los que más te sorprendieron?

Lo que más me gusta del libro son los links que Juan Pablo Barros hace con los diversos temas. Me sorprendió mucho saber que el cerro Santa Lucía tuvo un tren eléctrico o que en la Quinta Normal hubo duelos, como el de los poetas Enrique Lihn y Jorge Teillier, y que sus árboles también tienen historias curiosas, como la de los legendarios ginkgo que hay cerca del invernadero.

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También en el trabajo que hiciste para el bar Liguria con las imágenes de la Lira Popular hay una re mirada a la historia de Chile. ¿Cuánto te obsesiona el rescate de la memoria?

Mucho. Intento que aparezca nuestra historia en mis trabajos para que todos la podamos identificar y se instale en la cultura. A los chilenos nos hace falta reconocernos, valorar lo que somos y no ser copia de la copia.

Uno de los primeros trabajos de Felicidad fue la primera campaña presidencial de Bachelet. ¿Cómo se hace una campaña política cuando no tienes experiencia?

Enfrenté esa campaña como enfrento todos los trabajos: tengo que estar convencida o si no no me sale nada de la cabeza. En el caso de la campaña de Bachelet, yo estaba enamorada de su proyecto y creía en él. Recién empezaba a aparecer la idea del gobierno ciudadano con una candidata cercana y empática. Yo, de verdad, creía en todo lo que dije. Tengo que conectarme con lo que hago. Estar en sintonía. Esa es la clave.

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Mira tú. Guía para perderse en Chile (Hueders) está disponible en librerías, $16.000.

Eso implica inyectarle mucha energía a cada proyecto…

Sí, mucha energía. Tiene que correr la sangre porque es algo de la guata. Y me pasa la cuenta, de hecho, para la campaña de Bachelet me despertaba a la una de la mañana porque tenía un nivel de compromiso que me desgastaba, se me hacía imposible tomar distancia. Eso me trajo costos con mi familia y conmigo misma. Después de la campaña pasé un tiempo en que no pude trabajar. Pero esa es la única vez. Ahora en Felicidad no estoy sola, hay más personas que ponen el mismo nivel de energía que yo y gracias a eso podemos absorber la cantidad de proyectos que tenemos.

¿Cuál crees que es la mejor manera para comunicar una idea?

Creo que las ideas tienen que tener un propósito para que tengan fuerza. Para conseguir eso, necesitas transmitir algo en lo que realmente crees. Los mejores trabajos son siempre aquellos más personales, en los que alguien puso algo muy propio.

Entonces, ¿qué trabajos no harías de ninguna manera?

Me cuestiono los trabajos en los que no puedo aportar. Puedo trabajar para una empresa minera, siempre y cuando crea que lo que estoy haciendo va a aportar no solo a la empresa sino que va a impactar en la comunidad. Hay muchas cosas que no hacemos porque simplemente no nos llegan. Por ejemplo, el retail no llega porque no tenemos sintonía, ¿cómo sintonizaría yo? tendría que convertir la campaña en una no campaña, porque o si no no le encontraría el sentido. No queremos hacer algo que no va a servir, por supuesto que hay cosas que sirven menos y las hacemos igual, pero nuestro propósito es no hacer las cosas porque sí. Por eso no vendo mayonesa.

Acabas de lanzar la campaña Las niñas pueden sobre los estereotipos que conllevan los géneros, además de Mira tú. ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Tenemos muchos. Ahora estamos trabajando en la identidad y visibilidad del Museo de la Memoria. Pronto vamos a sacar Vinilo chileno, un libro que recorre desde los 50 hasta el año 2000 la identidad chilena a través de los discos que se hicieron en el país. Tengo otros proyectos más personales, uno, lanzar un libro sobre el diseño de la revista Fibra, y otro, que es el que más me obsesiona: quiero hacer un material educativo que muestre pequeños valores que faciliten la convivencia con información muy simple: por qué levantar la ropa del piso, qué haces cuando encuentras una billetera, por qué hay que pararse al lado derecho en una escalera mecánica. Lo necesitamos.

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