Para quienes vieron la reconocida serie norteamericana Gilmore Girls que sigue las vidas de una madre y su hija adolescente, probablemente recordarán que, una de las características inolvidables de ambos personajes era su adicción al café. Tanto así, que la primera escena del primer capítulo del sitcom comienza con Lorelai Gilmore tomando una taza de café tan grande que debe sujetar con ambas manos mientras le ofrece otra a su hija Rory de entonces 16 años. Minutos más tarde, la protagonista vuelve al mismo restaurante y se acerca al dueño y pide una taza más. Ante la negativa, suplica: “¡Café, café, café!” Este es solo el comienzo de 7 temporadas en las que ambos personajes desarrollan una relación de profundo amor por una bebida que, según datos publicados por la agencia Statista en Estados Unidos, es en promedio más consumida que el agua.
Y es que el café es el psicoactivo —sustancia o droga que afecta el funcionamiento de nuestro cerebro— más consumido a nivel mundial. Incluso en algunos países como Inglaterra, donde tradicionalmente el té ha sido la bebida que por excelencia ha acompañado la vida diaria de sus habitantes, el café ha llegado a ser tan popular que hoy su consumo per cápita es el mismo que el de té.
Si consultáramos a alguno de los amantes del café al despertar, del café durante el break de la mañana, de ese que acompaña la sobremesa después del almuerzo y de todos los que vienen en la tarde, solo algunos responderían que lo que los motiva es el sabor de esta bebida por sobre otras. En muchos casos, quienes consumen grandes cantidades de café lo hacen por su alto contenido de cafeína y los efectos que ésta tiene en nuestro organismo.
Según un estudio titulado Caffeine Use Disorder y publicado en una revista médica especializada en investigación sobre cafeína, esta sustancia es la droga más utilizada a nivel mundial. Y aún cuando su consumo en dosis bajas o moderadas es, en términos generales inocua, existen una serie de estudios clínicos que han demostrado que hay casos en los que los consumidores han generado dependencias a ella. “Existen casos en los que usuarios han generado dependencia a la cafeína y no son capaces de reducir su consumo a pesar de conocer los problemas para la salud asociados al uso continuo de esta droga”, explica el documento. Es por este motivo que, la Organización Mundial de la Salud y un número cada vez mayor de profesionales de la salud, están considerando la dependencia a la cafeína como un trastorno clínico.
Y precisamente son los efectos negativos del consumo excesivo de cafeína asociados a la dependencia que esta genera, los que la convierten en una sustancia a la que tenemos que ponerle atención. Una de las consecuencias más serias es la ansiedad que la cafeína produce en quienes la consumen, y que, muchas veces asociamos a otras circunstancias de la vida y no a las múltiples tazas de café que ingerimos durante el transcurso del día.
Danay Ahumada, nutricionista y Magíster en Epidemiología Clínica explica que, si bien el consumo de café en cantidades moderadas tiene efectos positivos, las consecuencias adversas del consumo excesivo de cafeína son claros y reconocibles. “La cafeína en exceso puede provocar un aumento de la ansiedad”, confirma. Y, tal como comenta la especialista, el Manual Estadístico de Diagnóstico de Trastornos de Salud Mental DSM V publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría ha reconocido el trastorno de ansiedad inducido por consumo de cafeína como una condición psiquiátrica. La principal característica de esta patología es que, a diferencia de otros desórdenes, la persona experimenta síntomas de ansiedad directamente causados por el consumo de cafeína. Entre las manifestaciones de este trastorno se pueden encontrar nauseas y sensación de mareo, insomnio, deshidratación, alteraciones en el ritmo cardíaco, dolores de cabeza y un sentimiento de inquietud persistente.
Se ha comprobado a nivel científico que la cafeína tiene efectos neuropsiquiátricos e interfiere en la forma en la que distintos componentes químicos reaccionan en nuestro organismo. Un estudio publicado por Cambridge University Press realizado por investigadores del Royal College of Psychiatrists confirma que la además de generar síntomas ansiosos en quienes la consumen en exceso, exacerba las manifestaciones de la ansiedad en quienes quienes ya padecen de esta condición. Agrega que, otro de sus efectos es aumentar la incidencia de trastornos del sueño. Y es que, todas las consecuencias adversas de consumir cafeína nos atrapan en un círculo vicioso del que es muy difícil salir. Este estudio demuestra con datos corroborados que, por una parte la cafeína produce insomnio, disminuyendo la calidad y cantidad de horas de sueño, pero que, por otra, —y tal como muchos consumidores compulsivos de café argumentan—, permite mantenernos alerta ya que alivia la fatiga y aumenta el rendimiento cognitivo. Todo esto genera que, el consumo de cafeína se vuelva una necesidad para permanecer en un estado de concentración y para poder rendir de la forma en la que estamos acostumbrados.
Sin embargo, el consumo excesivo de café o bebidas energéticas puede incluso producir los efectos directamente opuestos a los buscados. El mismo estudio mencionado explica que, al ingerir demasiada cafeína puede generarse un estado de intoxicación llamado cafeinismo que se caracteriza por un sentimiento de agitación permanente, insomnio y un pensamiento y discurso poco estructurado e incoherente.
Para evitar llegar a estos niveles de consumo excesivo que generan dependencia, intoxicación, ansiedad e incluso pueden derivar en condiciones tan serias como un trastorno ansioso propiamente tal, la nutricionista Danay Ahumada recomienda dejar la cafeína de forma paulatina. “Se pueden incorporar poco a poco otras bebidas con menores dosis de cafeína como té negro, té verde y café descafeinado”, explica. “Pero evitando mezclar bebidas energéticas, tragos energizantes y café”. Agrega que sí se pueden mantener dosis sanas de café u otras bebidas que naturalmente contienen cafeína y que, en adultos, esa dosis son 400mg diarios. “400 mg son aproximadamente 120 ml de espresso al día o 600 ml de café instantáneo o 3 bebidas energizantes”, comenta.
Si bien la adicción al café de las chicas Gilmore se plantea en la serie como una característica atractiva, su alto consumo de cafeína deja oculta la otra cara que produce en nuestro organismo la ingesta excesiva de esta sustancia. Las investigaciones han demostrado claramente que personas que durante años toman café en las cantidades en las que lo hacen Rory y Lorelai, probablemente sufrirán los síntomas ansiosos descritos por la Asociación Americana de Psiquiatría en su manual. Quizás incluso alguna de ellas desarrolle un trastorno ansioso propiamente tal. Y si bien dentro del contexto de la ficción esta dependencia es un rasgo distintivo pensado por los guionistas para ser tomado con humor, en la vida real, la ansiedad asociada a la cafeína está lejos de serlo.