Felipe Bianchi por Evelyn Matthei

Él, periodista y conductor del noticiero matinal de Chilevisión. Ella, aguerrida mujer de la política y actual ministra del Trabajo. A pesar de sus diferencias, ambos comparten el mismo espíritu directo y batallado. Pero esta vez los roles se invirtieron. El periodista, acostumbrado a disparar, ahora fue blanco de la curiosidad de esta mujer, que no se quedó corta a la hora de interrogarlo.




Cuando a Evelyn Matthei se le planteó el desafío de invertir los roles y, en vez de ser entrevistada convertirse en periodista, no lo pensó dos veces. Aceptó de buena gana encarar a Felipe Bianchi quien, como periodista y actual conductor del noticiero matinal de Chilevisión, ya la había entrevistado varias veces. El encuentro fue en el Emporio La Rosa, propiedad de Teresa Undurraga, la mujer de Bianchi.

La dupla tomó desayuno y, tras la charla, que duró casi dos horas, se apagó la grabadora y, en off, se enfrascaron en una animada discusión política. Hubo humor, pasión y honestidad. Descubrieron que, a pesar de sus diferencias, compartían varios rasgos: ambos se reconocen perfeccionistas, obsesivos y peleadores.

Un tema que me impresiona es que tú haces muchas cosas, y por lo tanto el tiempo debe ser el factor más escaso…

Pero si uno analiza en horas reales de trabajo no son tantas. Por ejemplo, de las noticias de la mañana salgo a las 8:30 y no vuelvo a trabajar hasta las 14:00. En esas seis horas aprovecho de ir al gimnasio, de hacerme masajes, vuelvo a dormir a la casa, voy al cine. Y después viene el proceso de la radio, que es de 14:00 a 15:30 y después de 18:00 a 20:00. Entre las 15:00 y las

18:00 hrs también tengo un espacio, voy a buscar a los niños al colegio, hago cosas.

¿Y la familia y amigos?

Amigos, básicamente los fines de semana. Tengo una cosa que no había tenido nunca, que es los fines de semana libres. No sé si pasará mucho en la política, pero en el periodismo sí, y la mayoría de mis amigos son periodistas.

¿En qué barrio vives?

En el Parque Forestal.

¿Y eres de vida de barrio?

Sí, me gusta bajar y que haya un quiosco, me gusta que haya farmacias, que haya museos…

¿En tu vida tú eres solo o de estar rodeado de gente?

Soy malo para organizar cosas sociales, participo siempre porque mi mujer es más sociable, y siempre está invitando gente, salimos a comer. Ella le dice "regar la plantita". Pero yo riego poco la plantita. No me gusta hablar por teléfono. Siento que cuando uno pasa tanto tiempo hablando, en la radio, en la TV, valora mucho el silencio.

¿Cuál es tu relación con la belleza, con la ópera, el ballet, el cine?

Voy mucho al cine, veo mucho cine en mi casa. Ayer no me quise levantar, los niños salieron con la Tere y vi tres películas. Ahora que se murió la Amy Winehouse me llamó la atención que subieron mucho las ventas de su disco y hubo solo uno que estaba más arriba que ella, que era el de Adele, que también es música soul. No paré hasta que encontré ese disco. Yo escucho discos de vinilo, los prefiero. Tengo un escritorio que es territorio propio, con todos los libros, cosas de fútbol, cama, tele, baño propio y de repente me voy para allá. Yo entiendo perfectamente a los abuelos que dormían en piezas distintas, pienso que eso no le quita a una relación de pareja, incluso puede ser más atractivo.

¿Tienes un gusto parecido con tu señora?

Sí. En la casa está reflejado el gusto de los dos. Pero hay cosas en que mi mujer dice que tengo trastorno obsesivo compulsivo. Y es verdad: tengo mi clóset ordenado por colores, me doy cuenta cuando una revista no está donde tiene que estar. Por lo mismo, busco comodidad. Por eso me hago masajes, por eso voy al cine, compro revistas, libros. Necesito eso.

Si tuvieras tiempo, ¿hay algo que te gustaría aprender?

Me gustaría mucho tomarme un tiempo sabático. Saber más idiomas de los que sé. Quiero hablar inglés mejor, porque no lo hablo bien, me encantaría hablar francés, hablar bien italiano. También me gustaría vivir con mi familia fuera de Chile un tiempo. Y ver cómo te las arreglas y ver cómo se alimentan las relaciones familiares en ese ambiente, sin amigos. Me cuesta poco empezar de nuevo. Por ejemplo, me he cambiado mucho de casa. El otro día hablaba con mi papá, que es como yo, y él ha vivido, hasta hoy, en 35 casas. Yo voy en 21.

El peleador

¿Tú crees que el periodismo es una forma de ser?

En realidad me cuesta imaginarme con qué otra cosa me podría haber alimentado, en términos de profesión. No me imagino en esa dicotomía que tienen muchas personas entre trabajar y hacer las cosas que les gustan. O sea, amíme gusta el cine y por mi profesión tengo que ir al cine; me gusta la música y por mi profesión tengo que escuchar música. Me gusta leer yme gusta escribir. Tuve la suerte de que a los ocho años ya sabía que quería ser periodista, escribía en las revistas del colegio, hacía el reporteo de los archivos de fútbol y los comentarios. Yo feliz leía los cuatro diarios el domingo en la mañana desde que aprendí a leer.

Más que como periodista o reportero, yo te veo como un periodista que habla desde sus ideas y convicciones…

Soy un poco editor y eso es complicado porque edito hasta las relaciones humanas. Soy editor en cómo está puesta la mesa, en la decoración, en cómo habla alguien. Estoy permanentemente corrigiendo. En el trabajo está bien, pero en las relaciones humanas es más difícil. Me cuesta tener paciencia, piedad o capacidad de entendimiento. Soy muy crítico.

¿Cómo así?

Yo debería haber sido luterano. Encuentro que hay cosas que son y cosas que no son. Cosas que hay que hacer y cosas que no hay que hacer. En la vida personal, cada uno verá cómo transcurren sus relaciones afectivas, pero en la vida ciudadaes demasiado obvio lo que se puede hacer y lo que no. Me enerva que haya que estar aclarándolo cada vez. Soy un tipo muy fregado.

Cuando te metes en una pelea, y has dado varias, ¿qué pasa con tu familia? ¿Se involucran?

Nunca les cuento, se preocupan.

¿No les cuentas ni antes ni después?

No.

¿Qué pasa contigo cuando estás dando una pelea?

Tengo siempre una sensación media bipolar. Por un lado, entiendo que las peleas implican perder afectos, pero, a la vez, te dan una libertad que es como una bencina. Yo he peleado harto últimamente con Claudio Borghi. Yo era amigo de él y ya no nos hablamos. Pero siento que hay que hacerlo. O sea, yo siempre le digo ami hijo: "cuando tú robes y te metan preso, yo te voy a ir a ver a la cárcel. Y te voy a querer, pero voy a ser de los que va a ayudar a que tú estés en la cárcel". Porque soy ciudadano. Una vez mi papá me lo dijo. Me educaron en la creencia de que tus emociones nunca pueden nublar tu rol

ciudadano.

Esa intensidad y disposición a luchar y decir las cosas por su nombre no es muy chilena…

No. Acá mucha gente cree que no está bien. Yo siempre peleo con mi mamá, que es la que más se pone nerviosa. Me dice "¿Para qué se mete tanto?, ¿para qué pelea tanto?".

¿Es una mezcla de sentir que lo debes hacer y, por otro lado, de estar entretenido quebrando huevos y pesadumbre?

Yo soy rabioso. Cuando alguien está diciendo un discurso que no le creo, me cuesta quedarme callado.

Si alguna vez te equivocas, ¿te cuesta pedir perdón?

No. Porque encuentro que es parte de la credibilidad. Y no me cuesta hacerlo público, como a mucha gente en el medio.

Y si te peleas con alguien, como Borghi, ¿podrías volver a conversar con él, por ejemplo, pasado mañana?

Yo no tengo ningún problema. No soy de odios largos.

Liberal y republicano

¿Eres cuidadoso con tu propia vida? ¿Estás consciente de que por ser una persona que dice la verdad, si te caes, muchas personas van a querer pisotearte?

Mucho. El mejor consejo en eso me lo dio mi amigo Eduardo Bonvallet, que tiene una mentalidad bien parecida. Me dijo: "Si vas a ser así, cuenta al tiro todo lo que tengas que contar, que no sea tema". Las dobles vías, no. Si estás hablando de drogas, confiesa si tú consumiste cuando estabas en la universidad. Si estás hablando de relaciones afectivas, cuenta tu historia. Y en eso no tengo problema. Siento que uno se juega en la vida ciudadana. No me parece mal que una persona, por amor, rompa una pareja. No me parece terrible, salvo por el daño, que alguien use drogas. Me preocupan más los temas que tienen que ver con la cosa republicana.

¿Eres creyente o agnóstico?

Soy formado como católico y soy creyente, pero no le doy mucho espacio. No me atrevo a pensarlo tanto como para llegar a la conclusión de que no existe nada.

¿Qué te pasa con la relación Estado-religión? Por ejemplo, ¿tú crees que el Estado debe meterse en si hay o no matrimonio entre dos personas del mismo sexo?

Creo que el Estado debe ser, por definición, laico. No me gusta que haya ninguna primacía de nadie. Yo fui a marchar por la igualdad de los gays, por una convicción política. Independientemente de lo que yo piense, incluso, la igualdad de derechos es una cosa mínima en el mundo republicano. El gran valor es mantener la libertad. Me cuesta pensar que haya alguien capacitado como para decirte qué hacer con tu vida, con tu sexualidad, qué ves o no ves en el cine y en la TV.

¿Si fueras parlamentario estarías a favor de todas esas leyes como aborto, eutanasia..?

Encuentro que son todas decisiones personales. Yo jamás haría un aborto, jamás mataría ami padre aunquemelo pidiera. Pero si el del lado lo quiere hacer, es un tema de él.

Respecto de tus hijos ¿Cómo te ves? ¿Como un padre protector o como un padre que les va a dar toda la libertad que quieran, aunque eso les cause un daño?

Me cuesta imaginarme poniendo muchas restricciones. De hecho, yo tiendo a empujarlos más que a frenarlos, un poco por lo que me tocó vivir a mí. Por ejemplo, no puedo entender que mi hija mayor, que tiene 15 años, no se vaya en micro al colegio. No me preocupa que vayan a alojar afuera. Me preocupan más los dolores afectivos; tengo más aprensiones al dolor de una hija porque terminó de pololear. Eso sí, soy de esos papás lateros que cuando llegan y dicen "me saqué un 6,8", les digo "ah, bien, ¿quieres que te aplauda?".

Si fueras ministro de Educación, ¿qué harías?

Me parece que las oportunidades de educarse en este país han aumentado a niveles monstruosos. En la época de uno, el porcentaje de personas que llegaban a la universidad era mínimo. Existían solo la Católica y la Chile y éramos 30 estudiantes en cada una. Era imposible pensar que el hijo de una nana iba a poder llegar a la universidad. Hoy se puede. Por lo tanto, ahí hay un avance. El tema es cómo controlas que eso no se vaya al carajo. Si la universidad se transforma en un negocio, me cuesta mucho aceptarlo. Entonces, creo que estamos en una etapa en que efectivamente el rol del Estado sigue siendo

muy importante para medir, controlar y taclear un poco hacia dónde va la educación.

¿Pero crees que el Estado también tiene que hacer cosas ?

Taclear me gusta más que hacer. Hay veces que tiene que hacer, por los vacíos del sistema. La existencia de la Universidad de Chile me parece importantísima, pero hoy no Tolerancia cero fue un joven que trabaja en la Chile y decía: "Yo veo cómo el rector y los decanos tienen sueldos de 16 millones, 14 millones, y hay escuelas donde no se les puede pagar a los profesores". Más allá de los lugares comunes (que la igualdad de oportunidades pasa por la educación, que el progreso cultural y económico y el desarrollo de un país pasan por la educación), me parece que hay cosas buenas en el sistema

actual, pero que tiene que haber más control. Alguien tiene que controlar, porque si no, queda la crema.

¿Cómo ves, desde tu perspectiva, el descontento ciudadano?

Creo que es parte de las paradojas históricas que tienen etapas. La paradoja de los socialistas fue que el Estado les entregaba todo a los ciudadanos pero empezó a fallar porque los ciudadanos ya no pagaban impuestos. Y se cayó el sistema. La paradoja de ahora es que mientras más progresa la sociedad, los ciudadanos piden más cosas y más rápido. Decirle hoy a alguien esa cosa media Opus Dei de "confórmese con lo que le tocó, espérese dos generaciones más" es imposible. El ciudadano quiere que le respondan ahora, y ya Hoy los que mandan viven todos en una misma comuna y han ido a los mismos colegios.

¿Cómo crees que podemos lograr una democracia verdadera en la toma de decisiones?

Promoviendo un acceso más igualitario a una mejor educación para todos.

¿Y crees que estamos progresando?

Han cambiado las cosas. La situación hoy, de la Iglesia Católica, de las universidades, de algunos grupos económicos es muy distinta a la de hace algunos años. Hasta los medios han cambiado: antes era El Mercurio y Canal 13… y sería. Y de repente se les movió el piso a todos.

Vamos a tu área. Con Bielsa ¿Chile hubiera llegado a la final de la Copa América?

Es muy difícil. Pero Bielsa hizo una diferencia brutal en la forma de trabajar del fútbol chileno. Y ése es el gran fenómeno cultural que generó. Es también parte de la historia de este país: en la educación, en la cultura, los grandes aportes han tenido que ver con extranjeros que llegaron a mostrarnos una forma diferente de hacer las cosas. Sin eso, no existiría Chile. Creo que provocó una revolución y que la situación que generó la salida de Bielsa fue una reacción contrarevolucionaria.

Y ahora, frente a la petición demayor equidad, de reforma tributaria, de repartir mejor la torta, ¿crees que puede producirse una reacción en contra como la que generó Bielsa?

No. Entiendo y espero que los que podrían reaccionar ante eso tengan la inteligencia para darse cuenta de que cuando una sociedad mantiene estos índices de desigualdad, tarde o temprano van a llegar con antorchas a tu casa.

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