En el mundo, aproximadamente un 6% de los pilotos son mujeres y menos del 1% llega a ser capitán. Camila Vicencio se enorgullece al decir que ella es parte de ese porcentaje. Decidió ser piloto a los 19 años, mientras estudiaba su segundo año de kinesiología. Le gustaba mucho la carrera, pero como se suele decir, la sangre tira.
Y es que Camila creció con un padre piloto. “Desde muy chica tengo recuerdos de estar arriba de un avión, cuando él nos sacaba a volar con mi mamá y mis hermanas, o cuando yo lo acompañaba en vuelos comerciales y me iba con él en la cabina (cuando estaba permitido). Disfruté mucho mi infancia ligada a la aviación, tenía el privilegio de presenciar vistas preciosas y a la vez aprender de los mejores pilotos de la época”, cuenta.
Así, la familiaridad y comodidad que sentía con la aviación hizo que congelara sus estudios y empezara con su primer curso de Piloto Privado.
La idea de trabajar arriba de un avión, cumplía con varios requisitos que ella buscaba en un trabajo: que fuese distinto, poco común, dinámico en horarios y fuera de una oficina. Quería algo que le permitiese conocer distintos lugares y personas y que le aportara algo distinto en su vida.
Empezó su carrera de piloto de línea aérea en una low cost chilena el año 2011, ahí se formó como Primer Oficial de A320, en donde, gracias a toda la gente que conoció y las experiencias que vivió, construyó su base profesional. El año 2016 decidió migrar a Emiratos Árabes Unidos, ingresó a Emirates Airline para formarse como Primer Oficial de A380, el avión de pasajeros más grande del mundo. Pasó siete años, incluido el tiempo que no trabajó producto de la pandemia, para construir la experiencia necesaria que se requería para ser Comandante: horas de vuelo, tiempo en la empresa, exámenes teóricos, exámenes psicológicos, evaluaciones prácticas en el avión y en simulador, operar en aeropuertos desafiantes, entre otros. Cuando todos los requisitos estaban cumplidos y el entrenamiento aprobado, logró convertirse en la primera chilena y sudamericana Comandante del A380 en Emirates Airline.
– ¿Qué desafíos enfrentaste?
– Dejando de lado el desafío económico, que es el principal motivo por el cual gran cantidad de pilotos no terminan su carrera, uno de los desafíos es la cantidad de estudio que requiere, no solo en la etapa de formación, sino a lo largo de toda la carrera, hasta el día que te retiras. Es una carrera que te exige estar al día con todos los procedimientos del avión, de la escuela y/o empresa y de los lugares en los que operas. También existieron ciertas complicaciones por ser mujer, ligadas a los estereotipos sociales y prejuicios, sobre todo al comienzo de mi carrera. Me pasó algunas veces que fui relegada a tareas menores por personas que no entendían mi capacidad.
Camila recuerda que más de alguna vez, cuando volaba en Chile, algunos pasajeros se querían bajar del avión simplemente porque veían a una mujer en la cabina. U otros vuelos en el que los pasajeros felicitaban y agradecían personalmente al otro piloto –hombre– por el vuelo, cuando había sido ella quien ejecutó el despegue y aterrizaje.
Sin embargo, dice, las cosas están cambiando. “Si bien hoy en día somos un porcentaje muy bajo de pilotos mujeres a nivel mundial, este porcentaje cada año crece. Hay grandes aviadoras que nos han facilitado muchísimo el camino. Diría que hoy recibimos el mismo trato que los hombres”.
Una vista privilegiada
Cuando le preguntan cuál es la parte favorita de su trabajo como piloto, Camila responde, sin duda, la vista desde la cabina. “Volar por el mundo me ha permitido ver desde las alturas lugares increíblemente lindos y remotos. Volar sobre el Polo Norte, La Patagonia chilena, Los Alpes, La cordillera de los Andes, Los Himalayas, Islas Maldivas, ver las auroras boreales, etc. Podría seguir por largos minutos nombrando lugares increíbles”, dice.
– ¿Cuál ha sido el momento más memorable o emocionante en tu carrera como piloto de A380?
– Tengo muchos recuerdos lindos en el A380, pero sin duda el que más llevo conmigo, y que nunca olvidaré, fue la primera vez que lo volé. La sensación de asombro y de no poder creerlo, verme a mí despegar y aterrizar un avión de aprox. 500 toneladas de peso y con 550 pasajeros atrás, superó cualquier expectativa que tenía de ese día. Una sensación de responsabilidad ante tantas personas, ante una tremenda empresa que me da la oportunidad de volar esa bestia de avión, y ante mi familia que lo han apostado todo por mí.
– ¿Qué consejo le darías a las niñas y jóvenes que están interesadas en seguir tu carrera?
– En la mayoría de mis vuelos se me acerca una mujer y me pregunta acerca de mi carrera. La mayoría de las veces concluye diciéndome que ella pensaba que las mujeres no podían ser pilotos. Eso es algo del pasado, muy del pasado, cuando los controles de los aviones necesitaban de mucha fuerza física para ser controlados. Hoy en día no es así, los controles de vuelos son eléctricos e hidráulicos, mucha fuerza no se necesita. A ellas les digo, no hay nada más lindo y gratificante en la vida que hacer y trabajar en lo que te gusta. Si te gusta la aviación, si quieres ser piloto, toma la decisión y hazlo. Si te da miedo porque eres mujer, hazlo con miedo, pronto ese miedo se convertirá en orgullo y superación personal.