"Así como algunos canalizan su ansiedad con el deporte, cocinando o meditando, mi mamá es del team de las manualidades. Desde que tengo recuerdos la veo con su pelo largo –que cuando está inspirada amarra con una trenza– y algún pincel, cerámica o greda en sus manos. No es artista de profesión, pero siento que disfruta mucho más haciendo esto que ejerciendo como psicóloga. Porque no hay momento en el que la vea más feliz y distendida que cuando se concentra en eso.
Mi mamá, además, es una mujer muy intensa. Si le da con algo, le da con todo. Cuando empezó con la cerámica, terminó ocupando cada rincón de la cocina con alguna fuente, plato o vaso. Todos los muebles estaban al borde del colapso. Lo mismo pasó en la época que pintó, bordó y dibujó. De hecho, con mi familia siempre bromeamos con que ya sabemos qué nos va a llegar para Navidad porque, cada vez que se aburre de alguna técnica, nos regala las cosas que hizo. Dice que ese es el regalo simbólico. Como si le fuéramos a creer que lo hizo inspirado en alguno de nosotros. Pero la queremos así. Y mucho. Con sus locuras y pasiones.
Ahora, en cuarentena, su ansiedad se enfocó en una sola cosa: tejer. Llevo seis semanas escuchando constantemente sus clases online, las que obviamente no están en un volumen bajo. Los lápices, las brochas de maquillaje, el papel confort y los pañales de mi sobrino fueron las primeras víctimas. Y es que el trapillo es su obsesión y como solo sabe usarlo para hacer canastos, cada cosa que aparece por la casa ya tiene un espacio para reposar.
Como también es súper despelotada, no hay ningún respeto por no invadir los espacios comunes con lana. Donde te sientas, encuentras algún resto. Hasta el momento lo hemos tomado con humor, sin embargo, no voy a negar que en más de alguna ocasión me han dado ganas de decirle algo. Pero quién soy yo para frenarla, además de una mujer que está 'bastante peludita' (como me diría ella) para seguir viviendo en la casa. Y la verdad es que tampoco lo hago porque sé que tiene a sus aliados en la familia. Mi papá y mi hermano grande (que ya no vive con nosotros) somos un equipo, y los dos más chicos con ella son otro.
La última novedad –y que más nos ha sacado risas– fue una especie de chaleco para nuestra perra Renata. Ahí nos dimos cuenta de que ya estaba tocando fondo. Y es que siempre se rió de las personas que visten a sus mascotas y ahora ella lo está haciendo. Lo más divertido es que la Renata, que es su cómplice en la casa, lo detestó. Bromeamos con que lo tomara como una señal, pero ella solo se ríe y nos molesta de vuelta preguntándonos quién será el próximo. Al menos, no creo que sea yo. Tengo a mi favor ser la mujer mayor y ahora les toca a los demás. En mi adolescencia, tuvimos varias peleas cuando le dio por bordarme toda la ropa.
Reconozco que igual voy a echar de menos todas sus locuras el día que me vaya. Y que me encanta que canalice todo eso en algo que le hace tan bien. Ese es mi mejor ejemplo. Ella siempre nos ha enseñado a focalizar la ansiedad y energía en cosas que nos sumen. No heredé el don de las manualidades, pero me fascina el deporte, y creo que gran parte de eso se debe a sus consejos.
La verdad es que sus tejidos se convirtieron, sin duda, en el mejor recuerdo de esta cuarentena. Y que a partir de ahora, cada vez que escuche la canción Mi mamá me lo teje todo de 31 minutos, voy a pensar en ella. Porque al igual que como se señala en una de sus estrofas 'la amo, como el palillo ama la lana'".
Consuelo Lorca (27) está estudiando medicina.