Es octubre y comienzan las campañas de prevención del cáncer de mama. Uno de los mensajes clave es que si eres mayor de 40 años –o desde los 35 años en caso de tener antecedentes familiares de cáncer de mama– debes realizarte una mamografía anual para detectar a tiempo esta enfermedad y acceder a un tratamiento oportuno.

Sin embargo, en los últimos años se ha visto una mayor incidencia de este tipo de cáncer en menores de 40 años. Un estudio publicado en The Lancet Oncology en 2023, observó un aumento en la incidencia del cáncer de mama en mujeres menores de 40 años en países de ingresos altos y medios. La investigación sugiere que factores como el estilo de vida, la obesidad y el retraso en la maternidad podrían estar contribuyendo a este fenómeno.

No es el único dato. La OMS ha reportado que, aunque el cáncer de mama sigue siendo más común en mujeres mayores de 50 años, las tasas entre mujeres de 30 a 39 años están aumentando en algunos países. El cáncer de mama es, de hecho, la principal causa de muerte por cáncer en mujeres de entre 15 a 49 años a nivel global.

Y en el informe de 2020 del Global Burden of Disease (GBD), se detectó un incremento en la incidencia de cáncer de mama en mujeres jóvenes en países de Latinoamérica, incluyendo Chile. Factores como la dieta, el sedentarismo y el uso de anticonceptivos hormonales a largo plazo son posibles contribuyentes, dice el estudio.

En Chile, particularmente, no existen datos oficiales. Esto debido a que el Ministerio de Salud no cuenta con herramientas para esta medición ya que, una de las grandes deudas de la implementación de la Ley del Cáncer en el país, es que no se ha puesto en marcha un sistema de registro de cáncer. A pesar de ello, existe entre los profesionales la impresión, y así lo confirma el Dr. Carlos Gallardo, oncólogo del centro de investigación en cáncer, Bradford Hill, de que ha habido un aumento de casos de cáncer de mama en pacientes jóvenes, particularmente del tipo Triple Negativo.

Triple negativo: la nueva pesadilla en el cáncer de mama

Hace pocas semanas se dio a conocer el diagnóstico de cáncer de la actriz Paulina Urrutia: Cáncer de Mama Triple Negativo. El mismo que el año pasado tuvo que enfrentar la animadora Claudia Conserva. No es coincidencia. Este es un tipo de cáncer que va en aumento: actualmente representa entre el 12% y 15% de los casos de cáncer de mama en Chile, con aproximadamente 600 mujeres diagnosticadas cada año.

Lamentablemente, este subtipo afecta principalmente a mujeres menores de 40 años, lo que genera un fuerte impacto en su vida familiar, laboral y reproductiva.

Y no solo eso, el Cáncer de Mama Triple Negativo es más agresivo y tiene peores pronósticos que otros subtipos de cáncer de mama, con una mayor tasa de mortalidad debido a la falta de opciones terapéuticas efectivas.

Francisca Yáñez, paciente con Triple Negativo.

Es el caso de Francisca Yáñez, de la ciudad de Lota, en Concepción, quien tenía 25 años cuando le dieron el diagnóstico. “En noviembre de 2021 me sentí un poroto. Fui a la urgencia y me derivaron a una matrona, pero luego me enviaron a la casa. Por mi edad nadie sospechó que fuese cáncer, me dijeron que seguramente era un quiste. Pero al mes yo sentí que creció, así que fui de nuevo e insistí que me hicieran exámenes. Ahí recién me pidieron una mamografía y una eco mamaria. Esta última arrojó que tenía este tumor y me enviaron a biopsia. Un mes después, en enero de 2022, me diagnosticaron el Triple Negativo”, cuenta. Lo más terrible fue que le dijeron que llegaba tarde, que ni siquiera daba para quimio y que estaba tan avanzado, que ya no se podía hacer nada.

Francisca siguió insistiendo, activó el GES y se sometió a una primera etapa de quimioterapia y a una mastectomía. Luego siguió un largo tratamiento de quimio, radio, cirugías, viajes a Santiago, puertas cerradas, grandes gastos. Y es que su cáncer se ramificó, un poco en el pulmón, en la axila, en la clavícula, en el cuello y en la piel. También acusa negligencias y mucha falta de información.

“En un momento entré a un estudio clínico que me permitió acceder al tratamiento de inmunoterapia que no está en el sistema público de salud y que de manera particular es impagable, cuesta más de cien millones de pesos. Eso fue bueno, porque me funcionó con el pulmón que está en remisión en este momento. Pero no tuve los mismos resultados con las mamas, no sé bien por qué, conozco otras mujeres a las que les ha resultado. Quizás porque tuve que salir del estudio ya que se me rompió la prótesis que me habían puesto en una mama y eso empeoró el escenario”, dice.

Actualmente tiene ambas mamas con tumores exofíticos, que se proyectan hacia afuera desde la superficie de la piel y que tiene que limpiar constantemente porque se le hacen heridas y sangra. “Esto ha sido muy fuerte porque tengo dos hijos, de 5 y 12 años. Me tengo que estar escondiendo cuando me tocan curaciones porque ellos se asustan. Les da miedo que me muera. Pensaron que me estaba sanando y con esto creen que estoy retrocediendo”, dice. “Y es difícil transmitirles tranquilidad cuando yo misma he sentido miedo. Y cómo no. Si en todo este proceso me han desahuciado como tres veces”, agrega.

“La maternidad y los hijos es un tema recurrente en este tipo de cáncer”, dice Ana María Araya, presidenta de la agrupación “Triple negativas, siempre positivas”. Y es que al ser mujeres menores de 40 años, se encuentran en etapa reproductiva o muchas reciben el diagnóstico con hijos chicos. A eso se suma la agresividad de este tipo de cáncer, que provoca un impacto psicológico significativo en las pacientes, generando altos niveles de ansiedad y estrés.

¿Exámenes antes de los 40?

Ana María Araya cuenta que por la agrupación han pasado mujeres de diversas edades, incluso niñas. “Tenemos una niña de 8 años en la agrupación, una de 16, otra de 17. Este es un tipo de cáncer que afecta a las mujeres jóvenes. De todas las mujeres que han fallecido de nuestra organización, la mayor tenía 45 años. Y lo peor es que es muy agresivo y rápido. Estamos pidiendo la alerta oncológica con este tipo de cáncer porque cuando una mujer es diagnosticada debería ser tratada en el mismo momento, no podemos esperar”.

En este escenario surge la pregunta: ¿deberíamos examinarnos antes de los 40 años?

El Dr. Gallardo es enfático en señalar que lo primero es la prevención, incluso antes que la mamografía. “El llamado es a los estilos de vida saludables, porque si hay una cosa que podemos hacer para evitar, no solo el cáncer de mama sino que un montón de enfermedades, es con medidas de prevención como mejorar la alimentación con menos hidratos de carbono simples, con más proteínas de origen vegetal, con menos sal; hacer actividad física, evitar el tabaco que se sabe que influye en al menos unos veinte cánceres distintos; y limitar o incluso evitar el consumo de alcohol”.

Ahora, cuando hablamos de diagnóstico precoz a nivel poblacional, agrega, uno necesita medidas que sean efectivas, es decir, que sean capaces de pesquisar hartos casos. “El problema de adelantar la mamografía es que te empiezas a encontrar con lo que se llama falsos positivos, es decir, exámenes que están alterados pero no por cáncer sino por otras cosas. Ahí empieza a aparecer la necesidad de hacer muchas biopsias, algunas de las cuales probablemente no sean necesarias y esto lleva a malos ratos, dolor, eventualmente sangrado o alguna complicación asociada a esta biopsia”.

Por eso es que se ha establecido que la edad de inicio de las mamografías no debe ser debajo de los 40 años para la población general. ¿Qué pasa con las pacientes que tienen menos de 40 años? “Si uno le dijera a todas las mujeres de bajo 40 que se hagan mamografías, pasan dos fenómenos: el primero es que tengamos mucha biopsia innecesaria y por otro lado, en mujeres jóvenes con mamas sanas, habitualmente la mamografía tiende a subestimar la presencia de lesiones porque el tejido mamario normal es más blanco en la radiografía, se pierde el contraste y se puedan perder lesiones entre medio, incluso se puede dar una sensación de falsa seguridad, por ejemplo, hay un nódulo, la mujer se lo palpa, pero en la mamografía no sale nada. Por eso es que en población joven en vez de decir que todas las mujeres se hagan mamografías, se tiene que ver caso a caso”, explica el Dr. Gallardo.

Bajo los 40 años en general la indicación es: si la paciente tiene antecedentes familiares importantes de cáncer, por ejemplo su mamá tuvo cáncer a los 40 años, esa paciente debe partir con métodos de detección precoz diez años antes. Otras pacientes que deben hacer lo mismo son aquellas que conocen tener una mutación genética de alto riesgo, que fue heredada por uno de sus padres, y que las predispone a tener algún tipo de cáncer a lo largo de su vida. Eso se sabe a través de un examen genético.

“En la población joven en general lo que sí está super establecido es que conozcan bien su cuerpo, ahí el autoexamen es muy relevante, y la consulta precoz apenas haya cualquier cosa que resulte sospechosa, que puede ser cambios en la piel, retracciones, que haya secreciones en los pezones. Ser capaz de pesquisar esos cambios y hacerlo todos los meses es fundamental ya que la paciente que lo hace, seguramente llegará antes que la que no. Y,en mi experiencia, yo diría que el autoexamen es menos frecuente de lo que uno quisiera, esa es la realidad”, agrega el doctor.

Y, por último, es importante ser conscientes de que esto es un complemento. “Una mujer no porque se hace la mamografía puede quedarse tranquila el resto del año y no hacer nada hasta el año siguiente, porque hay cánceres que crecen entre mamografías. Por eso es un complemento: revisarse, hacerse exámenes, ir a chequeos médicos. Se estima que la detección precoz mejora el resultado y logra curar a más o menos el 90% de las pacientes”.

Más y mejores oportunidades

En mayo de 2023, Nadia Chavez, con 36 años, sintió algo extraño en su brazo. “Fue como un tirón, pensé que era tendinitis. Pero de un día para otro, se me inflamó un poco ese brazo y parte de la mama derecha”, cuenta. Fue inmediatamente al doctor y así fue como llegó su diagnóstico. “Yo solía tomar mis exámenes de rutina en febrero o marzo de cada año y siempre estaba pendiente de los cambios en mi cuerpo, pese a no tener antecedentes familiares ni genéticos. Ese marzo, los hice como de costumbre y no salió nada alterado. No hice mamografía porque por mi edad no correspondía. Pero dos meses después había aparecido el cáncer”, relata.

Nadia Chavez, paciente con Triple Negativo.

Los resultados de su biopsia estuvieron un mes después, en junio. Ahí le dijeron que el suyo era un Cáncer de Mama Triple Negativo que no es receptivo a ninguna hormona. Y es que esa es una de las características de este tipo de cáncer: no responde a terapias hormonales ni a tratamientos dirigidos al receptor HER2, lo que hace que el tratamiento sea más complejo, y muchas veces la quimioterapia resulta insuficiente. Esto deja a las pacientes con menos opciones, y las hace dependientes de tratamientos avanzados, como la inmunoterapia. Y si bien este tratamiento ha mostrado resultados prometedores en algunos casos de Cáncer de Mama Triple Negativo, mejorando las tasas de supervivencia cuando se combina con quimioterapia, su disponibilidad en el sistema público chileno es limitada, lo que amplía las disparidades en el acceso a terapias avanzadas.

El diagnóstico de Nadia llegó en etapa 4: ya tenía metástasis en los ganglios y además en los ovarios. Todo esto ocurrió en solo un par de meses.

En julio comenzó su quimioterapia, alcanzó a hacer un ciclo y en agosto le sacaron los ovarios. “Gracias a Dios el cáncer en esa zona estaba encapsulado. Luego seguí con los ciclos de quimio hasta diciembre y quedé con un buen pronóstico: los tumores desaparecieron y tuve respuesta completa a la quimioterapia. En febrero de este año me hicieron una mastectomía completa y disección de ganglios y la biopsia salió bien, en marzo estaba “libre de cáncer”. Sin embargo, aunque seguí con el proceso de radioterapia hasta mayo de este año como me indicaron, hace un mes me detectaron que tenía metástasis en el cerebro”, cuenta. Se dio cuenta porque comenzó con pequeños dolores de cabeza, pero sobre todo porque comenzó a ver borroso, incluso tuvo que cambiar sus lentes.

Ahora está a la espera de que la llamen para comenzar un proceso de radioterapia en el cerebro. Dice que no sabe si su situación sería mejor si hubiese accedido a otros tratamientos que no están en el sistema público que es donde ella se atiende. “Me dijeron que todos los cuerpos son distintos, así que no sé cómo va a resultar la radio. Pero me lo he tomado con tranquilidad. Obviamente me pregunto por qué otra vez, pero sé también que mi estado de ánimo puede mejorar mi tratamiento, así que en eso estoy”, dice.

Además, lo hace por sus dos hijas adolescentes. “Yo vivo sola con ellas, y por eso digo que tengo que estar bien, porque tengo una razón por la que avanzar”. Pero es consciente de que no todo puede depender de ella. “Creo que tenemos que empezar a mirar esto que está ocurriendo, hay muchas mujeres muy jóvenes que están enfermando y se hace urgente que busquemos formas de prevenir, no sé cuáles, otros exámenes, ojalá cada seis meses, que haya mayor acceso a los estudios genéticos que son carísimos. Este es un cáncer muy agresivo, avanza rápido, no alcanzar a respirar cuando ya estás con otro diagnóstico y por eso es muy necesario visibilizar esto, para que existan más y mejores oportunidades para las que vengan detrás de nosotras”, concluye.