Genny Claro vive en Reñaca y con sus pinturas busca rescatar parte de la obra literaria de nuestro país.

Materiales

• Carboncillo

• Una tela sin preparar

• Látex

• Cola fría

• Cuarzo molido grado dos

• Betún de Judea

• Bencina blanca

• Una brocha dura

• Óleos de colores: alizarin crimson, azul ultramar, azul pthalo, rojo de cadmio, naranja de cadmio, amarillo de cadmio, naranja, bermellón, cerúleo y blanco.

Instrucciones

1. Sobre una tela sin preparar, di­bu­­ja con carboncillo el modelo que va a pintar. Haz una pasta con par­tes iguales de látex, más cola fría y cuar­zo molido grado dos y, usando una bro­cha dura, poncea sobre la tela tra­tan­do de crear relieves que des­pués in­te­ractúen con el color en la zo­na de luces. Deja secar de un día para otro.

2. Haz una mezcla de betún de Ju­dea disuelto en bencina blanca pa­ra fabricar el "chapopote", es­pe­cie de veladura oscura que dará el tono de base al cuadro. Repasa las líneas del dibujo con chapopote muy os­cu­ro para no perderlas bajo la ca­pa ocre.

3. Pone sobre la tela una capa de ba­se de chapopote con un pincel duro y viejo, ya que la tela cubierta con la mezcla de cuarzo queda co­mo una verdadera lija que destruirá los pinceles finos y nuevos.

4. Intensifica el color en las zonas de sombra diluyéndolo más en las zonas de luz.

5. Comienza a poner el óleo sin di­luir ni deslizar el color. Sobre el co­bre, en las sombras, Genny usó el ali­zarin, cerúleo y naranja; en las me­dias luces, rojo, cerúleo y naranja, y en las luces se preparó la tela con ro­jo y na­ranja de cadmio para poner con es­pá­tula ro­jo, na­ranja, amarillo y blanco, sin jun­tar ni diluir los colores.

6. Toma brocha e insiste con el cha­po­pote en algunas zonas para ha­cer las huellas del cobre machacado. Pinta los peces con azul pthalo, na­ranja, blanco, cerúleo, naranja de cad­mio y bermellón. Con espátula o pincel, intensifica la luz con toques de blanco. Trabaja el fondo del cuadro con muy poco óleo, dejando en algunas zo­­nas sólo el color del chapopote so­bre la tela. Recuerda que la luz más alta debe estar siempre junto a la som­bra más profunda.