“Y así es como siempre nos deberíamos sentir. Jamás avergonzarnos de nuestro cuerpo y menos dejar que nos pisoteen hablando con tanta vibra negativa. La Carlita de 12 años estaría orgullosa, porque ahora somos regias”, escribe Carla Fromentin (32) en una descripción de una de sus fotos de Instagram (@carlifro), en la que se le ve posando en ropa interior para una reconocida marca.

La mayoría de sus fotografías en esta red social son similares: aparece con una actitud fuerte, poderosa; con tenidas llamativas y maquillajes coloridos. Aunque ella sabe que lo que se publica en redes sociales no es un fiel reflejo de la realidad, en el mundo offline se siente muy cercana esa imagen que proyecta. “Todo el mundo con un perfil público, con miles de seguidores, sí o sí tiene un personaje detrás, pero yo soy así como me muestro: buena para el leseo, sensual, en en fondo, soy yo”, dice Carla, actriz de profesión y bailarina en silla de ruedas, quien ahora trabaja como creadora de contenido y modelo para algunas marcas.

Carla empezó a ganar más confianza en ella misma gracias a la actuación y al baile, pero cuando niña solía ser más tímida. Nació con displasia de caderas, por lo que tuvo problemas para caminar hasta que, a los 11 años, luego de una prótesis de caderas, la displasia empeoró y desde entonces ha tenido que usar silla de ruedas.

Cuando estaba en la universidad estudiando teatro, los ramos de movimiento los hacía de forma teórica, pero se cuestionó por qué su movilidad reducida tenía que ser necesariamente un impedimento para expresarse a través del movimiento. Fue así como llegó a la academia de baile de Rodrigo Díaz en 2016, donde se inscribió en un taller de zumba inclusiva. “En ese tiempo fue la primera academia que tuvo la iniciativa de incluir a las personas en situación de discapacidad, ahora la inclusión va avanzando mucho más. Fue maravilloso poder ver a muchas personas como yo que bailaban. Pude aprender de ellas, que llevaban más tiempo en eso, y ahí empecé a cambiar el switch del discurso de ‘no se puede’.

Me di cuenta de que el baile ha sido un remedio para muchas personas”, relata Carla, quien durante la pandemia tuvo la oportunidad de ser profesora de baile en silla de ruedas en unas clases virtuales que impartió junto a una amiga: “Ha sido una de las mejores experiencias que he vivido, muy enriquecedora. Hubo una linda conexión con las alumnas y pude mejorar muchísimo como bailarina”.

Luego de bailar en distintas academias, el año pasado fue participante del programa de televisión Talento Rojo, de TVN, algo que jamás pensó que podía sucederle. Asegura que “fue una oportunidad para empezar a dar más visibilidad a las personas en situación de discapacidad, que a veces se nos mira como que no podemos hacer nada. Hay que sacar la voz o ser el rostro de todas esas personas para demostrar que con esfuerzo sí se puede. Cuando estuve entrenando para el programa sentí un respeto y un compromiso muy grandes. Llevé a dos bailarines que se adaptaron para hacer las coreografías en la silla. Fue increíble. Jamás pensé ser participante de algo así”.

¿Crees que sacar la voz te ha convertido en un referente para personas en una situación parecida a la tuya?

Desde que entré al mundo del baile me llegan mensajes con distintos testimonios. Qué rico motivar a las personas, siento que lo hice con muchas niñas al eliminar el estereotipo de que una persona en silla de ruedas no puede hacer nada. Cuando chica me hubiera encantado tener un referente de una un adulto o adulta que me hubiera mostrado que soy capaz. No tuve a nadie que me dijera “Tú puedes, inténtalo. Sal de la zona de confort”. En este país se habla mucho de inclusión, pero a veces solo se hace por cumplir. Gran parte de la sociedad nos sigue mirando como un cacho. Muchas veces uno pone una coraza o desarrolla un carácter más fuerte como una herramienta para que no te pasen a llevar.

¿Cómo fue para ti empezar a comunicar este discurso?

Partí cono en el 2017 o 2018 subiendo videos de baile. La actuación me hizo sacar la personalidad y dejar de ser esa niña tímida, me hizo reconocer mi talento. Con el teatro aprendí a encontrarme conmigo misma. Sentí que muchas veces no viví lo que realmente quería estar viviendo. El baile también fue una herramienta para hallar mi identidad. Aprendí que no porque esté en silla de ruedas no puedo ser sensual, por ejemplo.

Estas pasiones te llevaron a explorar ese lado más extrovertido y determinado, entonces.

Siento que el arte hizo que esto saliera solo, no fue algo que decidí. No tengo una explicación. El baile quizá me llevó por ese lado, porque es un refugio donde me siento más mina quizá. Los shows de fin de año de las academias y los videos de baile uno graba hacen que se maquille más, que use ropa distinta. A veces los bailes también hacen explotar el lado más sensual de una, porque las temáticas son así. De esa manera empecé a forjar a esta Carli de redes sociales y ahora también de la vida real.

Alter ego

Entre risas, Carla dice que cuando se arregla con mayor producción sale a la luz su alter ego, pero que no es un personaje ficticio para la foto, sino en realidad ella misma. “Me encanta que me piropeen por mis outfits, es lo mejor que me pueden decir”, dice Carla, quien disfruta de arreglarse para cualquier ocasión. “Me arreglo hasta para ir al supermercado. Soy seca para vestirme excéntrica y exótica, me gusta verme diferente al resto porque eso llama la atención”, añade.

¿Te toca lidiar con miradas incómodas a veces?

Me quedan mirando hasta en la calle, sobre todo cuando voy a un evento o a una fiesta y salgo con un vestido corto o con tacos. La gente tiene una mirada que dice “¿Por qué una persona en silla de ruedas se arregla tanto?”. No hay que asumir que tenemos que andar con cara larga o tristes. No juzgo a la gente que pasa por esos momentos, porque yo también estuve muy achacada en algunos momentos de mi vida y me sentí en un hoyo, pero las personas no deben asumir eso de nosotros.

¿Cómo ha sido tu camino de aceptación y amor propio?

He aprendido que hay que creerse el cuento, porque nadie más lo hará por ti. Estar en silla de ruedas ha sido una montaña rusa, porque puedes ser muy positiva, pero también hay situaciones que dan rabia, como las miradas, los comentarios, las burlas o cuando el ascensor está malo o las calles están llenas de hoyos. Son cosas que claramente te van a desmotivar. Además de tener esta silla de ruedas, soy una mujer plus size y también alzo la voz por eso, para derrocar todos los estereotipos que nos imponen de una belleza perfecta que no existe.