1. Sobre l originalidad
Partiste como todos, ¿sacando música de cancioneros?
No, nunca saqué una canción de nadie porque pensé que me iba a contaminar. Era un fundamentalismo adolescente, pero tarde o temprano hay que ponerse con cosas de uno y eso es gran parte del riesgo. Hoy están todas las herramientas tecnológicas para jugar con estilos musicales, pero ponerse con algo propio cuesta harto. Por ahí dicen que lo que uno escucha en la infancia encaja con lo que uno es.
¿Cuál fue el fondo musical de tu infancia?
En la cocina se escuchaba a Leonardo Favio, Hervé Vilard, Charles Aznavour. En el living, Rachmaninov. En ese tránsito hay muchas cosas: Pollo Fuentes, Antonio Prieto. En todo lo que escuchaba cuando no era consciente hay hartas claves de cómo soy.
Del mismo modo en que no querías sacar canciones de otros, ¿te rehusaste a cantar como otros también?
Estaba la idea básica de ser muy original, por todas las lecturas de esa época, como Hermann Hesse…
Clásicos adolescentes…
Ja, ja, claro. Lecturas que te dicen que tienes que ser distinto a todo el mundo. En parte por eso y también porque no sabía cantar. Recién al segundo disco nos sentíamos músicos. Antes pensábamos que estábamos casi estafando a la gente. El carácter de la voz define tanto la música que buscar la propia es una misión ineludible. Yo estoy contento. Partí tarde y me he demorado mucho en hacer las cosas. Pero he llegado. Tengo una voz mía y puedo decirlo, incluso, sin ponerme colorado.
2. Sobre los ochenta
Las cosas que se hicieron en los años ochenta asombran cuando se considera el contexto provinciano y represivo en que ocurría todo. De hecho, en los medios se ha asentado una mirada nostálgica sobre esa década. ¿Cómo la ves tú?
La misma precariedad produjo una nitidez. Cuando hubo todo para hacer las cosas, no había esa urgencia. ¡Cuántas veces terminamos todos presos! Cincuenta, cien personas presas al salir del recital, la noche entera en la comisaría. Esos contextos son ahora inimaginables. El puro hecho de convivir con eso y saber que podías terminar preso a las siete de la mañana, con la polola yendo a rescatarte, hacía que tu actitud frente a la vida fuera distinta. Te arriesgabas más.
De repente, con un gobierno de derecha, las cosas pueden volver a ser un poco así.
¡Qué lindo que puedas plantear ese rayo de esperanza! Ja, ja, ja. No sé, no creo. Es bien curioso que las cosas sean así. Ahora todo está basado en la estrategia, qué es lo que viene, buscar los trendsetters en todas las disciplinas. Puedes hasta contratar esos mecanismos, pero la estrategia siempre intelectualiza mucho; no produce buen arte.
3. Sobre el paso del tiempo
Los Electrodomésticos se reunieron en el Liguria para presentar un avance del documental sobre el grupo. Muchos seguidores fueron con sus hijos adolescentes. ¿Está siendo habitual ese cruce generacional en los shows en los que tocas?
Había gente de entonces que se estaba viendo después de harto rato y también había jóvenes. Te quedas asociado a lo que pasó en esa época y es muy significativo, pero es bueno saber que hay una sensibilidad por lo que hemos hecho y lo que estamos haciendo ahora.
El rock es una promesa de juventud que no se puede cumplir. ¿Cómo asumes el paso del tiempo, el envejecimiento?
Me da la impresión de que el espíritu básico se mantiene joven todo el rato. Si tu actitud envejece, si se va poniendo acomodaticia, rutinaria, puedes ser viejo a los 25. El quehacer musical me empuja a cuestionarme cosas, que es lo contrario a envejecer. Me he preocupado de no perder energía en lo que hago, me preocupa que los recitales sean intensos, que el desborde de energía sea al máximo, y que componer siga manteniendo ese riesgo.