Paula 1149. Sábado 7 de junio de 2014.
La multifacética escritora mexicana Carmen Boullosa hablará sobre las mujeres reales e imaginarias de su país en la cátedra Roberto Bolaño, de la Universidad Diego Portales, el próximo 28 de junio. Amiga y contemporánea del escritor chileno, aquí cuenta de su relación con él y de los temas de su trabajo, siempre atento a la historia y la memoria.
Conociste a Bolaño en México, y ahora dictarás una cátedra en su homenaje. ¿Cuáles son los temas de Bolaño que consideras indispensables seguir articulando en la literatura?
Conocí al grupo de poetas de Bolaño de lejos. El mundo literario estaba dividido, quedamos en bandos contrarios. Solo a la distancia vi a los infrarrealistas. Teníamos amigos en común, y algunos enlaces: Verónica Volkow, poeta y bisnieta de Trotsky; Juan Pascoe el primer editor de Bolaño, y también mío. A Bolaño lo reencontré muchos años después, cuando los dos ya habíamos publicado novelas. Nos hicimos amigos de inmediato, teníamos un pasado común. Para mí, los temas indispensables de Bolaño son la Ciudad de México de nuestra juventud –en Los detectives salvajes–, las guerras sucias latinoamericanas –en varias de sus novelas–, y –en 2666– la violencia que estalla al sur de la frontera con Estados Unidos, que hoy se vive más dolientemente en México. Además, claro, el texto literario en sí, como un valor que no permite que lo carguen de etiquetas.
¿Hablarás sobre esto en la cátedra?
No, sobre un tema muy distinto, pero no por eso ajeno: mujeres imaginarias y mujeres reales de México. Me interesan más las imaginarias, las diosas, las figuras de leyenda. Me gusta pensar que se puede contar la historia de México como una fábula y solo poniendo el ojo en estas mujeres. Como se ve, es poco bolañista, pero creo que a él le gustaría.
Has ido de la poesía al teatro, de ahí al guión de televisión, incluso has fundado centros culturales en México y Nueva York. ¿Por qué te interesa el activismo cultural y literario?
La vida es larga, larga, larga. Aunque, cuando uno está escribiendo una novela, la vida se hace corta, corta y corta. No alcanza ninguna cantidad de tiempo para trabajar en una narración. Ya terminada una novela, otra vez la vida es larga, larga, larga. Y por esto puede uno de pronto hacer otras cosas. Un tiempo trabajé con la obsesión de recuperar el Nueva York en español, el crecimiento de esta ciudad contado desde su relación con el mundo hispanoamericano, fue un proyecto hecho en casa que terminó en manos de muchos. Empezó con mi marido (Mike Wallace), que es historiador, y terminó en una exposición que contó una historia nunca antes así armada. Fue interesante, y creo que tuvo algún impacto, pero no lo considero activismo.
Tu última novela, Texas, habla de un territorio perdido del "sueño mexicano".
Es sobre las vacas, los vaqueros y los apaches (el mundo de la vacada que recorre latinoamérica), y sobre el sueño que fue Texas para México, sobre la memoria perdida, pero más que nada es un juego narrativo. Una recuperación fantástica del pasado que ya no está en nuestra memoria.