“Mi pololo siempre quiso tener un perrito que se pareciera a él. Es muy alto y flaco así que dijo que le gustaría un galgo. Ninguno de los dos pensaba comprar un perro así que buscando, llegamos a Fundación Galgos Chile y descubrimos que a estos perritos los ocupan para las carreras, para cazar y que son súper abusados.

Así fue como conocimos al Flaco, un galgo que habían abandonado en Lampa. Lo dejaron tirado en la calle. Mi pololo decidió ir a buscarlo a penas lo vio. Me acuerdo que dijo: ‘Es él, es igual a mí'. Desde entonces, nuestra vida cambió.

Nos trajimos al Flaco al departamento. Estaba flaquito, con un par de heridas, pero dentro de todo bien. Cuando recién llegó se veía como un perro triste, no era muy cariñoso, se aislaba. Entrábamos al departamento y él se acostaba en un rincón, alejado, sin buscar afecto.

Los primeros meses fueron de adaptación, empezamos a ver su progreso. Pasó de no pescarnos a depender de nosotros. Cada vez nos buscaba más, nos daba su cariño. Con el tiempo se fue soltando, empezó a jugar, nos empezó a querer. Se sanó mentalmente. Percibíamos que cada día se sentía más parte de esta manada y nosotros también lo sentíamos así.

Hoy se ha convertido en la estrella de la casa: siempre está al medio, se sienta al lado de las visitas a verlas comer, se siente dueño de casa. Y es tan así, que en las fechas especiales él también es protagonista. Lo fue en Navidad y lo será también en San Valentin, fecha en la que no tenemos planeada una comida romántica con mi pololo, sino que una comida especial para el Flaco.

Es que le encanta comer. Es el mejor regalo que le podemos hacer. Le preparamos carne u otras cosas que le gustan y que no come tan seguido. De hecho, nosotros no comemos carne, pero nos gastamos todo el presupuesto en él para que coma hasta que quede con la guata para afuera.

Y es que lo consideramos nuestro hijo. No es como la mascota del patio, él es el central, es todo. Realmente pasó a ser el centro de nuestras vidas en todo aspecto. Todo lo que hacemos, lo hacemos pensando en él. Si queremos salir, lo primero es ver si es que aceptan al Flaco, si el lugar es pet friendly. Nos cuesta muchísimo dejarlo solo. Yo creo que a él le da un poco lo mismo, pero nosotros todo el rato estamos preocupados de si está bien, si necesita algo.

Y es que al final del día, yo tengo mucha gratitud hacia él, que siempre está para nosotros. Hay veces en que me he sentido mal, que he estado en un mal momento y llega él y se acuesta conmigo. O cuando estoy feliz por algo, él salta conmigo también. Es un compañero muy fiel.

Y por eso es que lo celebro en San Valentín, porque es el día del amor, y yo amo a mi perro. El amor no es sólo el de pareja, hay otras formas también. Y el amor que nos dan los animales es igual de importante para mí. Aunque él no tiene idea de fechas especiales, para mí el día del amor es una oportunidad para devolverle el cariño que me entrega”.